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CV Opinión cintillo

La política de los megalómanos

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“Trump: 2028”, ese es el nuevo mensaje que ha lanzado el universo Trump, en este caso su hijo Eric, subiendo una foto con una gorra que la tienda oficial del presidente estadounidense está comercializando ya, a la sociedad americana y al mundo internacional en general. Trump: 2028, ese el nuevo desafío que Trump ha lanzado a la democracia americana. Trump: 2028, ese es el último delirio de grandeza de una persona que cree estar por encima de todo y de todos. Uno más.

Creo que estamos todos y todas de acuerdo cuando afirmamos que, sin lugar a dudas, uno de los rasgos de la personalidad que más define al presidente estadounidense es la megalomanía, un trastorno psicológico en el que la persona afectada cree tener una importancia y una influencia exacerbada sobre su entorno, pudiendo actuar y alterar todo su entorno sin importar las reglas, legales en este caso, marcadas en el sistema democrático y jurídico.

Estas personas, a través de sus actuaciones, tienen como uno de sus principales objetivos alcanzar y conservar las mayores cuotas de poder posibles, evidenciando un desprecio por todo lo que represente el cumplimiento por la Ley o la institucionalidad. Y en este nuevo desafío de Trump, es donde se choca con la 22ª enmienda de la Constitución americana, aprobada en 1951, que limita a que un presidente sólo puede ocupar el sillón del Despacho Oval de la Casa Blanca durante dos mandatos como máximo. Minucias insignificantes si le preguntan al susodicho.

Y es que claro, él, el salvador del pueblo americano y de la ‘gente de bien’ de todo el mundo, ¿cómo va a dejar, ni siquiera la posibilidad, que los enemigos ‘woke’ vuelvan a gobernar su país y a su gente? ¿Cómo va a dejar que un villano o una villana destruyan su gran legado?

Más allá de Trump

Por desgracia, el afán megalómano de Trump no es, ni de lejos, el único. El listado de políticos que, a todos los niveles y a lo largo de la historia, se han caracterizado por este trastorno de la personalidad es demasiado largo. Y cuando hablamos de megalomanía en política no solo hablamos de líderes autoritarios o con afán imperialista, como pueden ser los casos flagrantes de Putin o Kim Jong-un, hablamos también de aquellos cargos públicos que, sin importar el cargo que ostentan, muestran unos aires de superioridad y de grandeza desproporcionados.

¿Quién no conoce a un concejal o concejala que no respeta las normas establecidas en su municipio como el resto de sus vecinos? ¿Quién no sabe de un alcalde o alcaldesa que trata con despotismo y/o altanería a aquellas personas que se acercan a intentar que les solucione un problema que tienen? ¿Quién no conoce a un presidente o presidenta que se niega a dimitir cuando tiene sobre su persona casos flagrantes de corrupción o negligencias en su gestión? Creo que a todos se nos vienen nombres en las tres preguntas. Eso también es megalomanía.

Lo que no puede ser

Sin querer entrar en nombres -creo que no hace falta ser tan evidente, tampoco es necesario, tú ya sabes muchos casos, por desgracia- lo que sí que considero imprescindible es plantearnos si las democracias y los megalómanos son compatibles. Y la respuesta fácil es que no: los megalómanos no creen en la democracia y las democracias no pueden subsistir bajo la gobernanza de un megalómano.

El Estado de derecho y un sistema judicial independiente garantizan que los megalómanos no puedan llegar al poder. Un ejemplo evidente es la corte francesa inhabilitando a Marine le Pen por desviar fondos del Parlamento Europeo para beneficio de su partido. Si ya actúa así en la oposición, quién sabe lo que podría hacer al tener bajo su poder los mecanismos del Estado. Aunque, la verdad, sí lo sabemos: lo mismo que Orbán, lo mismo que Trump.

Trump, de hecho, ya se ha asegurado de que los tribunales sean de su cuerda, y no en vano no se achanta en asegurar que seguirá en el poder más allá de lo que la ley establece. Perdida la separación de poderes, también se pierde la democracia y, por ende, la libertad.

Por eso, como ciudadanos y ciudadanas, siempre que se pueda, hemos de hacer todo lo posible para que estas personas no alcancen, o se mantengan, en el poder. Por respeto a nuestra democracia.

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