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CV Opinión cintillo

Reescribir la historia desde la enfermedad

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La salud y la enfermedad afectan a las personas, y también al conjunto de la sociedad. El estado de salud y su reverso, el estado de enfermedad de una sociedad son factores esenciales de su grado de desarrollo humano y estabilidad. Las desigualdades en salud son una fractura que genera conflicto. Salud y enfermedad determinan la evolución social. Solemos concebir la historia como una sucesión de acontecimientos políticos, culturales, sociales, bélicos o económicos, sin darle la importancia que merece a la salud y la enfermedad como factor determinante de su evolución. Los historiadores han construido narrativas principalmente culturales, políticas, sociales y económicas. Hablan de Revolución industrial, Renacimiento, Contrarreforma, Guerras Napoleónicas o Colonialismo. En esas narrativas de la historia rara vez aparece en primer plano la salud y la enfermedad como factor determinante. Sin embargo, hay acontecimientos indiscutibles como el impacto de la peste negra de 1348 en la transición del mundo medieval al moderno. En los siglos XVI y XVII la viruela fue aliada de los rusos para invadir Siberia, como también de los holandeses en Sudáfrica, además de preservar las densamente pobladas ciudades europeas de las invasiones bárbaras. A principios del siglo XVI la viruela cruzó el Atlántico hacia en Nuevo Mundo, esquilmó a los arahuacas y se expandió hasta alcanzar el Imperio Inca, provocando unos ocho millones de muertes en Mesoamérica tras la llegada de los españoles. Se calcula que la viruela exterminó entre la cuarta parte y la mitad de la población mesoamericana. Otra epidemia, el cocoliztli o venganza de Moctezuma superó los quince millones de muertos en varias oleadas epidémicas durante el siglo XVI. Hoy la epidemiología molecular la identifica con la salmonelosis. En el siglo XVIII, la viruela se extendió entre los aborígenes australianos cuando entraron en contacto con los colonos ingleses en el puerto de Sydney. Allí aniquiló la mitad de la población indígena extendiéndose por las montañas azules y provocando posiblemente la catástrofe demográfica más brutal sufrida por una población indígena. La viruela es solo un ejemplo; otro tanto podría decirse de la tuberculosis, el cólera, la malaria o la sífilis. Todo período histórico se caracteriza por un patrón de enfermedades, en directa relación con las condiciones de vida de la población. La narrativa histórica europea podría reescribirse desde la enfermedad; como una transición de la edad de la peste, edad de la viruela, edad del cólera, edad de la tuberculosis y la sífilis, edad del sida y la covid. 

Es incuestionable que el principal factor determinante de las crisis demográficas fue la enfermedad, sin menospreciar la importancia de las guerras y el hambre. En el modelo demográfico clásico hasta el siglo XIX, el estancamiento, la evolución en picos de sierra venían determinados por las crisis provocadas por grandes pandemias, por el hambre, la elevada mortalidad infantil y la prevalencia de enfermedades infecciosas. La explosión demográfica es fruto de la disminución de la carga de enfermedad, porque el volumen de enfermedad que soporta una sociedad -hoy lo sabemos bien- lastra su sistema productivo, su nivel de desarrollo e incluso el nivel de bienestar de la población. La actual pandemia de covid-19 nos muestra el impacto de la enfermedad sobre la economía, las libertades y los valores. Hoy disponemos de instrumentos poderosos: unas condiciones de vida, alimentación e higiene, una administración sanitaria experta y unas poderosas tecnologías de la salud. Es esencial que los gobernantes, los agentes del sistema productivo y la sociedad en su conjunto interioricen la importancia del sistema público de salud y apuesten por él como una de las principales inversiones en desarrollo social.

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