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“Desde que se estrenó la película 'Campeones' han venido más chavales a apuntarse al equipo”

Algunos de los jugadores del equipo de baloncesto Aderes de Brujassot.

Laura Julián

Como todos los martes y jueves a las 19 horas empieza el entrenamiento del Club Aderes de Burjassot. Los componentes del equipo de baloncesto del club son la inspiración de la película Campeones de Javier Fesser, premiada recientemente en los Goya 2019 en las categorías de mejor película, mejor actor revelación con Jesús Vidal y mejor canción. El guión, escrito por David Marqués, surgió hace más de seis años a partir de entrevistas y encuentros al equipo de baloncesto del club con discapacidad intelectual, que logró la hazaña de alzarse con doce campeonatos de España casi seguidos entre los años 1999 y 2014. En la película están reflejadas algunas de las anécdotas que vivieron durante esos años.

“Desde que se estrenó la película han venido más chavales a apuntarse al equipo”, explica desde las gradas del pabellón de Burjassot José Arturo Gisbert, presidente del Club Aderes. Acaba de empezar el entrenamiento. Hoy son más de cuarenta y en unos minutos se dividirán en dos grupos: baloncesto y fútbol sala. “En el club hacemos muchas cosas: petanca, repaso, tenis de mesa, natación, fútbol, baloncesto… Y los equipos son mixtos”, enumera Gisbert.

En la mano lleva un texto encuadernado que guarda como un tesoro. Se trata del guión original de la película y recuerda que, junto con Julio Talavera, fundador de Aderes y anterior presidente -fallecido hace tres años-, fueron los primeros ojos en leer las líneas de la premiada Campeones. “No hay quien no se emocione al verla, sentimos una alegría enorme, yo la he visto siete veces. Mi hijo es el que se tinta el pelo, otro es el que menea el balón en la mano, al que le dan el Óscar se parece hasta la cara y todo, hay uno que sale en la película que es nuestro, la forma de tirar a canasta hacia detrás… Todo, todo”, asegura Gisbert.

Mientras, en la pista, se dividen y empiezan a botar los balones con el entrenador Alberto Dolz al mando. Gisbert los mira y dice que siente “un orgullo muy grande” de vivir el día a día con este club. Él tiene muy claro que las personas normales no existen y por eso habla de personas “normalizadas o no”. “Todo el mundo tenemos nuestra discapacidad, de una manera u otra. A estos chavales les han insultado, han estado en orillas donde les han ignorado, pero aquí encuentran una familia en forma de equipo”, asegura.

A pie de pista, pero fuera del campo de baloncesto, están los otros campeones: las familias que llevan o acompañan a sus hijos o hijas todos los martes y jueves al pabellón municipal de Burjassot. Es, por ejemplo, el caso de Vicen y Benjamín, la mamá y el papá de Jonathan, uno de los jugadores del equipo de baloncesto del Aderes. Jonathan entró con 14 años a jugar al equipo y ya tiene 25. “Nos cierran muchas muchas puertas, pero a veces se abre alguna y, buscando por Internet, al final encontramos este club maravilloso”, explica Vicen. O el caso de Antonio, padre de Antonio de 17 años, un jugador puntero al que siempre le había gustado el basket. “Mi hijo no sabía ni las reglas y ahora su vida es el baloncesto; no tenía amigos y ahora van a cumpleaños o a viajes todos juntos”, cuenta Antonio emocionado.

Muchos de ellos recuerdan ver la película por primera vez en Paterna durante el preestreno al que acudió el director Javier Fesser. “Ese día nos dieron veinte entradas para ver la película”, apunta el presidente de Aderes. Desde que la vieron todos resaltan el gran valor emocional que tiene para ellos la historia de Campeones, aunque hay una parte que no terminan de entender. Echan en falta que el nombre del club no haya estado un poco más presente, ya que en la gala de los Goya no se mencionó al club en los agradecimientos por el premio.

También les habría gustado que se especificara en los créditos de la película que el guión está inspirado en una historia de un equipo real. “Cuando inauguraron aquí la película ahí sí que se dijo Aderes, después no se ha dicho en ningún sitio más. A mí que la película haya salido a la fama me ha encantado porque ha dado un beneficio para los chavales y para que la gente pensemos diferente de lo que pensábamos, las cosas como son, pero podían haber puesto en la película que esto está basado en un hecho real de un equipo, pero bueno, no lo han hecho, no pasa nada”, resume el presidente del club. En palabras de Gisbert, en la película “no se entiende que está basado en hechos reales porque no estamos reconocidos en ningún lado”. Las familias presentes opinan en la misma línea: “Aquí nos conoce todo el mundo, pero no habría estado mal que nos nombraran para dar un poco de visibilidad al club”“.

El entrenamiento continúa y ahora toca un descanso para beber agua y seguir botando balones. “Cuando llegan al club, muchos no saben ni siquiera coger un balón y, entre todos, se enseñan y se ayudan, o también es bueno para socializar y hacer amigos”, explica el presidente. Es, por ejemplo, el caso de Marc, de 15 años, el más pequeño dentro de la pista. Su padre, Gustavo, cuenta que Marc tiene autismo y gracias al baloncesto ha notado un cambio en casa. “Mi hijo no modula, no habla,  socializa a su manera y aquí se lo pasa bien desde el deporte”, asegura Gustavo, que previamente había probado con terapias individuales sin conseguir el éxito. “Pero cada rasgo de autismo es un mundo”, puntualiza.

Marc, Jonathan, Antonio, Irene, Laura, Elías, Ana… Son muchas las personas imprescindibles para formar un equipo. “¡Venga Lorena, tira, tira!”, se escucha desde dentro del área. Juegan petos naranjas contra azules, pero por cada encesto hay un aplauso colectivo. Benjamín, el padre de Jonathan, lo tiene claro: “Aquí hemos tenido un equipo que no tenía nada que envidiar a los profesionales, habrías alucinado al verlos jugar”. Quedan quince últimos minutos de juego y termina el entrenamiento. Todos en círculo, toca estirar y descansar, como buenos campeones.

“Entrenamos con balones que compramos nosotros”

Paco Sánchez, jugador del Aderes y encargado de la preparación física, mide 2’06 y define el baloncesto como “una forma de vida”. Para su compañero de pista, Arturo, el baloncesto es “un sueño hecho realidad”. Ambos recuerdan ahora entre risas las historias sobre sus viajes que le contaron al guionista de la película hace años. “¡Las anécdotas que cuentan en la película nos pasaron a nosotros! Mi favorita es la del yogur. Intentamos llevarnos unos cuantos yogures del catering del hotel a la habitación y… (risas)”, intenta explicar Arturo.

En palabras de Paco Sánchez, en el deporte adaptado “hay cosas buenas y cosas malas, igual que en el deporte federado”, aunque del adaptado destaca “el buen rollo y el compañerismo”. No obstante, según el campeón de doce campeonatos de España, “hay ciertas personas que nos quieren de forma convenenciera y, cuando se pasa la moda, se van”. “Nos felicitan y al día siguiente seguimos entrenando con balones que compramos nosotros, los jugadores”, asegura Sánchez. 

Sobre el tema de la financiación, el presidente del club también apunta que uno de los retos presentes y futuros es conseguir más dinero. “No tenemos muchas ayudas, pero hay que aguantarse… El ayuntamiento nos apoya bastante, pero nos falta dinero”, afirma. Gisbert se refiere al presupuesto que necesitan para pagar el desplazamiento y el alojamiento cuando juegan los campeonatos de España, ya que supone viajar a diferentes puntos de España y quedarse unos días en hoteles, lo que comporta un gasto de unos 3.000 euros entre los dos equipos de fútbol y baloncesto. De hecho, el club Aderes tuvo que renunciar en sus inicios a la idea de competir con un equipo de baloncesto adaptado en silla de ruedas por ser demasiado gasto.

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