Los tratamientos de desintoxicación por cannabis sintético entre los jóvenes valencianos aumentan un 33%
“Teniendo en cuenta que ha ido aumentando notablemente el número de demandas tanto de tratamiento, como de información para las familias, pensamos que es un problema que todavía no ha llegado a su punto más importante”.
Así se ha pronunciado María Amor Fernández, coordinadora del Área de Prevención de Proyecto Hombre en València, sobre el preocupante aumento de casos de pacientes jóvenes adictos al cannabis sintético.
Según Fernández, comenzaron a atender los primeros casos a finales del año 2017: “es una sustancia completamente química, que inicialmente se desarrollan cono analgésico pero que son descartados, por lo que no se llegaron a comercializar. Aunque el compuesto sintético emula la fórmula del cánnabis tradicional, es entre 20 y 100 veces más potente que éste. Se presenta en forma de spray con el que rocían hojas secas que posteriormente se fuman en forma de porro”.
Solo el año pasado atendieron 21 nuevos casos, un 33% más que en 2017, y en lo que va de ejercicio se han registrado un 17% más.
Los efectos son muy nocivos para el consumidor. Fernandez comenta que “además de tener un gran poder adictivo, con poco tiempo de consumo, se genera una gran dependencia”.
Sobre los efectos nocivos, enumera “convulsiones, taquicardias, confusión, alteraciones de la conducta y visuales, llegando a presentar alucinaciones y brotes psicóticos”.
En cuanto al perfil de los pacientes, la mayoría son “estudiantes de entre 12 y 20 años que quieren eludir la detección de la sustancia en controles orina al no detectarse esta sustancia: ”no necesitan grandes cantidades de dinero, ya que esta sustancia la compran en la calle, muchas veces a sus iguales, con un coste similar al de la marihuana (precio medio de 5€); no tienen conciencia de los efectos reales de la sustancia hasta que el deterioro es importante“, alerta.
En cuanto al tratamiento, Fernández comenta que “en el programa de jóvenes en Proyecto Hombre es de carácter ambulatorio, por lo que se necesita en el caso de esta sustancia unos apoyos familiares que les sirvan de contención y de control”.
Según explica, trabajan “de manera individualizada, tanto con los y las jóvenes como con sus familias, además con éstos últimos, también trabajamos en grupos de apoyo al proceso; al ser un programa completamente individualizado, no hay un tiempo medio estipulado de duración del mismo, ya que va a ir en función de la consecución de los objetivos personales del/la joven, como de su familia”.
En el programa se trabajan “todas las áreas de la vida del/la joven (abandono del consumo, área academica/laboral, área familia, área personal, y área social y de ocio y tiempo libre)”.
Además, “suelen necesitar mucho control y un tratamiento clínico que acompañe al psicológico; muchos de los usuarios y usuarias han comenzado a presentar sintomatología psiquiátrica que complica el proceso”.
En cuanto a la tasa de reincidencia tras el tratamiento, “todavía es muy pronto para saber la reincidencia tras el tratamiento, ya que los pacientes con los que hemos trabajado todavía continúan en el programa”.