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Rajoy encumbra a Barberá pese a las sospechas y ataca a Ciudadanos

Rita Barberá, Mariana Rajoy y Alberto Fabra en la plaza de toros de Valencia

Moisés Pérez

Valencia —

Rajoy repite jugada en la plaza de toros de Valencia. Si en 2009, pronunció ante un recinto lleno a rebosar la mítica frase al expresidente valenciano, Francisco Camps, de “siempre estaré detrás de ti, o delante, o a un lado”; en 2015, ha hecho lo mismo con la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá. “Digo a los que te acusan: tu diferencia es que eres una persona con dignidad y los que te atacan una pandilla”, afirmó Rajoy.

Pese a que la situación judicial de Barberá no es ni de lejos la que entonces presentaba Camps –imputado por esas fechas en el caso Gürtel-, la emergencia de sospechas que afectan a la eterna alcaldesa, produce una cierta sensación de dejavú en las palabras de Rajoy. Precisamente, horas antes de la celebración del mitin popular, Compromís había anunciado que la Fiscalía Anticorrupción investigaba a Barberá por gastos de lujo cargados al erario público.

Rajoy, sin embargo, se deshacía en elogios a Barberá. “Rita eres la mejor”, pronunciaba, para seguir: “Puedes estar muy orgullosa, contigo Valencia se ha transformado como pocas ciudades en Europa”. El abrazo buscado por Rajoy tras la intervención de Barberá y la sintonía constante entre ellos, era la muestra de su apoyo incondicional. Incluso, el candidato popular, Alberto Fabra, quién ha tenido sus desencuentros con ella, la defendía. “Gracias Rita. Estas mejor que nunca, pese a quién le pese”, exclamaba.

La candidata a la alcaldía de Valencia, se defendía también. “Es la campaña más sucia y ruin que he vivido nunca”, denunciaba. “Los otros partidos no tienen argumentos ni programas, solo quieren echarme”, continuaba tras leer varios párrafos de los programas de las formaciones de la oposición para apuntalar sus palabras. “Solo quieren unirse en un pacto perverso, de perdedores, donde solo les guía el odio político”, apostillaba.

Con el cerco puesto en Barberá, el acto fue iniciado por el sustituto del defenestrado Alfonso Rus en la presidencia del PP de Valencia, Vicente Betoret. Ante una plaza llena, pero con menos público que otras veces y más vacía que el sábado con la visita de Pedro Sánchez, Betoret animó a los suyos sacando el viejo fantasma del catalanismo. “El PP de Valencia es un partido fuerte y unido”, revindicaba ante el público. La intención era mostrar unión y lealtad con la dirección autonómica y nacional ante la suspensión de su padrino político y aún presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus.

“Contra los partidos de la ocurrencia y el plató”

Las palabras de los dirigentes populares no iban solo destinadas a defenderse de las sospechas, sino que se centraron en reivindicarse como el partido grande, ante la emergencia de Podemos, y, especialmente, de Ciudadanos. Siempre haciendo mención a los indecisos. “Este es el partido más grande de España, con más militantes”, exclamaba Rajoy, para atacar: “Este partido no se ha hecho en media hora. Nosotros no somos una moda, ni una pandilla, ni un producto de marketing, ni de una tertulia”. “No somos unos amigos que nos hemos reunido en 24 horas”, remataba.

Criticas que secundaba Barberá. “Nosotros tenemos responsabilidad. No somos un batiburrillo de partidos, de formaciones sobrevaloradas, creadas en los platones de televisión y llenas de ocurrencias”, censuraba. Tras criticar a Ciudadanos por pactar, según ella, “con la izquierda radical en la sede del pancatalanismo” contra el plan del Cabanyal, apuntaba de nuevo contra los de Rivera, haciendo cada vez más difícil un acuerdo con ellos. “No caben otros partidos que desprecian a los mayores, porque han nacido antes del 78”, agregaba.

Fabra, por su lado, también tenía dardos reservados para Ciudadanos. “Nosotros no compramos valores, ni principios”, decía. Sin embargo, sus críticas más duras iban dirigidas a las fuerzas progresistas. “Imaginad un vicepresidente de Podemos imponiendo sus políticas bolivarianas. Imaginad un conseller de educación de Compromís defendiendo que su lengua es el catalán. Imaginad un conseller de hacienda de Esquerra Unida subiendo los impuestos”, arengaba a los espectadores.

“Dicen que lo van arreglar cuando nos han arruinado, y lo quieren hacer pactando con radicales y antisistemas”, insistía Fabra, dejando un recadito al PSPV-PSOE. “Susana Díaz adelantó las elecciones para garantizar la estabilidad y ahora tiene la comunidad paralizada”, afirmaba arrojándose ser quién representa la estabilidad. Barberá ya había empezado con ese mismo discurso: “No hay otro partido que no sea el PP que garantice estabilidad. O estabilidad con nosotros o futuro incierto”.

Vender ‘recuperación’

También, hubo tiempo para intentar vender la recuperación. No en balde, Rajoy centró su intervención en reivindicar los buenos datos económicos. Enfiló una retahíla de cifras e indicadores económicos que acabaron con un tópico no contrastado con los datos que defendía: “Somos los que más crecemos de Europa”. “Nosotros no guardamos facturas en los cajones”, apostilló intentado reivindicar su responsabilidad en la gestión económica, cuando la Comisión Europea ha multado recientemente a los gobiernos valencianos de Zaplana y Camps por estas mismas prácticas.

Fabra hizo lo mismo. Reivindicó el País Valenciano como la “locomotora económica de España” y se comprometió a que “sino consigo un mejor sistema de financiación, no me volveré a presentar”. A su vez, cargó contra los socialistas, utilizando el recurso manido de la guerra del agua. “Con el PP esta tierra nunca perderá su identidad”, expresó casi sin voz Betoret al principio. El PP valenciano encomendándose al viejo fantasma del anti catalanismo para captar votos. La sensación de fin de una era de gobierno popular en el País Valenciano, se palpa.

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