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La Sala Escalante: Historia de una ciudad

Maite Ibáñez

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Las ciudades construyen la historia a través de su patrimonio, sus calles y sus gentes. En ese sentido, resultaría sorprendente recrear un relato cultural de Valencia a través de sus teatros: muchos de ellos reconvertidos en tiendas, otros prácticamente borrados y demasiado pocos en pie... A menudo la responsable de uno de ellos nos recuerda que “cuesta mucho más comprar un teatro que salvar los que tenemos”. Y es por ello que dentro de la campaña electoral municipal, desde el PSPV-PSOE destacamos el apoyo y protección de uno de ellos. Las razones fueron muchas. Desde las urbanísticas y artísticas, pasando por las profesionales, históricas o formativas de nuestras propias vidas. Porque para muchos, la sala Escalante representa la primera experiencia, desde niños, en un teatro.

El lugar que lo alberga forma parte de un conjunto de edificaciones, construidas sobre los restos de la antigua Casa de la Cartuja de la Valldigna, que conforma un tejido de edificios independientes, unidos progresivamente. De este conjunto nacería a principios del siglo XX la construcción del teatro, que cuenta con elementos significativos como las columnas de hierro procedentes de un barco hundido en la guerra del 1914 o las guirnaldas de aire modernista de sus palcos. En definitiva, una arquitectura singular que sólo como continente ya merece un lugar destacado en la ciudad.

Sin embargo, la escena se compone también de contenido: En 1985 la Diputación de Valencia iniciaba una experiencia artística y educativa para potenciar el amor al teatro de los más pequeños. Diez años después se crearía Escuela de Teatro para formación de adultos y niños. Desde la perspectiva actual podemos afirmar que no existe ningún centro en España especializado el teatro infantil y juvenil. La Escalante abrió así un camino que, hoy por hoy, le da más sentido a un proyecto que fue capaz de crear un eslabón entre tradición y escuela, para que las estructuras artísticas potenciaran el relevo generacional. Además, en niños y adultos, el desarrollo de la imaginación, el lenguaje o los sentimientos a través del teatro, constituye una herramienta para fomentar la cultura desde los valores. Por lo tanto, no queremos dar por concluida la vida de este edificio ni de su programa y lamentamos que el proyecto, sin sede física estable desde hace años, ponga claramente en peligro su continuidad teatral. Admiramos la labor de los gestores que han pasado por él, de los actores y del público que ha respondido a sus programas. Pero en estos momentos, cuando el último responsable de la linea Escalante finaliza su período al frente, es necesaria recordar, como ya lo hicimos hace unos meses, la destacada trayectoria del espacio como símbolo de la memoria cultural de Valencia. Entre nuestros objetivos políticos, destaca el apoyo de manera firme a las artes escénicas y todo su legado patrimonial para esta ciudad. Por ello, en estos momentos, no dar respuesta ni revitalizar las necesidades del proyecto de la Sala Escalante, implica perder una estructura artística difícilmente reemplazable. Desde ese modelo abogamos por la suma de voluntades institucionales, entre otras, de Diputación, Ayuntamiento y Generalitat Valenciana, y las posibilidades de acuerdo y diálogo. Porque no queremos dar un paso atrás en la construcción y conservación de nuestra historia.

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