Por la sanidad universal
En 1963, el sociólogo T. H. Marshall definió una triple dimensión del concepto de ciudadanía. Una es la dimensión civil, que incluye la libertad de expresión y pensamiento, la libertad de movimiento y reunión. Una segunda dimensión es la ciudadanía política, basada en la capacidad de participar en la elección del gobierno y instituciones políticas. El tercer nivel es la ciudadanía social y económica. Esta tercera dimensión consiste en el derecho a disfrutar de niveles de vida y protección social suficientes. En palabras de Marshall: “El derecho al mínimo bienestar económico y de seguridad; el derecho a compartir plenamente el patrimonio social y vivir la vida de un ser civilizado de acuerdo con los estándares que prevalecen en la sociedad”. Esta tercera dimensión de la ciudadanía implica inclusión, algo esencial en una sociedad basada en el concepto de estado de bienestar.
La salud forma parte del bienestar y una cuestión clave es la dimensión política del artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Ginebra, 1948): “ Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudedad, vejez y otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad... La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales. Todos los niños, nacidos de matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a igual protección social. ”
La salud es un derecho humano inseparable de la noción de ciudadanía y de la acción política. Las leyes de beneficencia del siglo XIX, a las que parece querernos regresar el PP y las políticas neoliberales, eran leyes para pobres, que no aspiraban a garantizar derechos contra la exclusión, sino simplemente ayudar en la lucha contra la pobreza. La beneficencia era un sistema de alivio ajeno al contrato social entre ciudadanos de iguales derechos, solo buscaba aliviar la exclusión y el conflicto social. Desde Beveridge (1942) la universalidad de la asistencia sanitaria condujo a la expansión generalizada de sistemas públicos de salud, de manera que la prestación del servicio no está condicionada a la capacidad de pago, es un sistema universal y no diseñado para el sector pobre de la sociedad.
La creación en Europa de sistemas nacionales de salud ha sido y es esencial en el desarrollo de la ciudadanía social y del estado de bienestar. Es el caldo de cultivo para la consolidación del concepto de ciudadanía y la expansión de los derechos civiles, para erradicar el hambre, la pobreza extrema, las enfermedades evitables, la mortalidad infantil y el abandono de los niños. Cuestionar la salud y la educación infantil es moralmente intolerable en una sociedad moderna. Pero el acceso uni.versal a la salud debe hacerse efectivo mediante la acción política.
La Conselleria de Sanitat Universal dirigida por Carmen Montón está realizando, en este sentido, un trabajo ejemplar en defensa de la sanidad pública y los derechos sociales. ¿Cuál es entones el problema? La sanidad -v-gr. la salud de los ciudadanos- se ha convertido cada vez más en un gran negocio para la industria sanitaria y las aseguradoras privadas. Pero desde la administración pública resulta inadmisible negociar con la salud. Lo primero es garantizar el derecho universal a la salud, después se puede discutir la carta de servicios y un consumo más racional Por eso resulta incomprensible que los organismos judiciales obstaculicen el acceso universal a la salud. Habrá que cambiar las leyes. Y es aún más patético, cínico y moralmente reprobable, que asambleas de empresarios de la salud, lobbies políticos y banqueros manipulen la opinión pública al afirmar que es imposible una sanidad pública universal. Claro que es posible. Posible y necesaria. Se van a ir todos al infierno (un infierno que ellos han creado para los demás).
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