El Palau de la Música de València seguirá en silencio al menos hasta 2022
El Palau de la Música de València, un icono cultural de renombre internacional desde 1987, cumple este domingo seis meses cerrado al público por problemas estructurales mientras el Ayuntamiento hace encaje de bolillos al reubicar toda su programación y teme que no reabra sus puertas hasta, al menos, 2022.
El pasado 29 de junio, parte del techo de la sala Joaquín Rodrigo se desprendió de madrugada sin causar daños personales y obligó ya al Ayuntamiento a trasladar la programación a otras dos dependencias dentro del mismo auditorio mientras los técnicos descartaban que guardara relación con las goteras que ya sufrió en noviembre de 2018 la sala Iturbi, la de mayor capacidad del Palau de la Música.
Desde entonces, todo ha ido mal. La oposición no ha dejado de arremeter contra el equipo de gobierno al acusarle de haber abandonado al Palau a su suerte, sin invertir lo suficiente en su mantenimiento, y Compromís y PSPV se han defendido recordando decisiones polémicas de la etapa del PP que han terminado afectando a uno de los edificios más icónicos de València.
El auditorio, que se erige orgulloso desde hace 32 años en el antiguo cauce del Turia, en pleno paseo de la Alameda y mirando de reojo al Palau de les Arts -en otra época, su “rival” musical directo- de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, ha visto desde julio cómo todos sus conciertos se iban reubicando: a la propia ópera y a teatros y auditorios de la ciudad, pasando por los jardines e incluso a sedes culturales de otros puntos de la Comunitat.
Pero lo que parecía que iba a ser algo temporal ha terminado por aflorar problemas más graves, que acarrearán una gran inversión y dejarán prácticamente mudo muchos meses más el edificio que diseñó en 1984 el arquitecto José María García de Paredes, responsable también de los auditorios de Madrid y Granada, y por el que han pasado algunas de las batutas y orquestas más afamadas del mundo.
El Ayuntamiento admitió el pasado día 18 que las obras de rehabilitación y remodelación no comenzarán hasta el primer trimestre de 2021 y durarán entre doce y quince meses con un coste de entre cinco y seis millones de euros. Cuando se redacte el proyecto definitivo, se verá la posibilidad de acometer la obra por fases para agilizar la apertura de alguna de las salas.
Además de la reforma de las salas Iturbi y Rodrigo, la obra incluye la renovación de diferentes instalaciones del edificio para disminuir su consumo energético, la reparación del aplacado de piedra de la fachada y la eliminación de filtraciones de agua. Todas estas intervenciones irán dirigidas a preservar y recuperar, en la medida de lo posible, la idea del proyecto original de García de Paredes.
En la licitación del proyecto se valorará la calidad arquitectónica de la propuesta en relación con la tipología del edificio y el uso previsto, y pesará también la accesibilidad y sostenibilidad en la eficiencia energética, el uso de materiales no contaminantes y de bajo mantenimiento y su posibilidad de reciclaje.
El objetivo, según la concejala Gloria Tello, presidenta del Palau, es volver a abrirlo “en el menor tiempo posible” y hacerlo “con una infraestructura renovada, en un edificio mucho más eficiente energéticamente, que será mucho más moderno y que recuperará la idea y la esencia del proyecto original para que pueda continuar ofreciendo a la ciudadanía valenciana su oferta cultural”.
Con cerca de 800 abonados, el Palau de la Música es uno de los centros culturales clave de la capital valenciana. Aparte de sus ciclos y temporadas de conciertos de música clásica, es la sede permanente de la Orquesta de Valencia y sus instalaciones acogen también festivales de otros estilos y disciplinas, numerosas actividades didácticas y escolares, congresos y actos sociales.
Por sus salas han desfilado algunos de los nombres más destacados del panorama musical mundial y personalidades como Mstislav Rostropovich, Montserrat Caballé, Alfredo Kraus, Daniel Barenboim, Zubin Mehta, Teresa Berganza, Valeri Guérguiev y Ainhoa Arteta han sido distinguidas desde 1997 con su Medalla de Oro.
Su imponente estructura, dominada por el cristal, preside uno de los tramos del antiguo cauce del Turia más visitados y reconocibles de la ciudad, con su enorme fuente y el jardín de Ricardo Bofill.
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