El uso de las fotos de migrantes como márketing político: de la alarma al paternalismo
Decía Pablo Casado que “le desgarra” hablar con los migrantes. Frente a las cámaras, el mismo dirigente que lanzaba días atrás un discurso alarmista contra la inmigración, describía ahora una supuesta emoción tras estrechar la mano a varios jóvenes de origen subsahariano que esperaban sentados en el puerto de Algeciras después de ser rescatados en el Estrecho. El líder del PP habló cuatro palabras con algunos de esos “africanos” a los que, según defendió el domingo pasado, “no es posible que España pueda absorber”. “Yo también soy persona”, declaró a los periodistas.
La imagen de Pablo Casado saludando uno a uno a los recién rescatados, ligada a la resaca de sus declaraciones contrarias a la acogida de migrantes, representan las dos caras de la instrumentalización de la inmigración para fines políticos, según los expertos. La visión de “alarma y amenaza”, del “agente invasor”, frente a la “caridad y paternalismo” desprendidos en este tipo de instantáneas, sostienen expertos y ONG.
El asesor de comunicación política Antoni Gutiérrez-Rubí ve en la búsqueda de Casado de una foto con los migrantes “un elemento de compensación” con respecto a la línea del discurso que había mantenido a lo largo de la semana. “Es una manera de decir: hago un discurso fuerte contra los inmigrantes que no han llegado, pero estoy dispuesto a aceptar a los que ya están aquí y soy más afectuoso con ellos”, sostiene el director de la consultora Ideograma.
El uso de este tipo de fotos en el marco de una estrategia política, como las realizadas por Albert Rivera en el campo de refugiados, “se mueve en una zona de riesgo”, detalla el asesor político. “La foto se realiza con personas que están en una situación de extrema vulnerabilidad y donde no había un plano de igualdad. Él está de pie; las personas a las que saluda están sentadas y transmiten una imagen de cansancio, de agotamiento”, describe Gutierréz-Rubí.
¿Funcionan este tipo de fotografías? “Los aciertos o desaciertos dependen de la estrategia política. Si lo que buscaba Casado era una imagen matizada, ha acertado”, responde el asesor. La clave está, añade, en si esa imagen matizada es creíble o no. Y pare eso puede haber diferentes opiniones: “¿Esa era la mejor imagen para dar una respuesta a las críticas tras el duro discurso sobre inmigración? ¿Era creíble Casado?”, cuestiona.
Las ONG y activistas antirracistas y especializados en migraciones responden sin dudarlo: no ha sido creíble. “La foto forma parte de una hipocresía instrínseca tanto la derecha como la izquierda. Por un lado, implementan políticas y racistas y, por otra, instrumentalizan a la población migrante para no establecer cambios estructurales contra el racismo institucional”, sostiene Yeison García López, activista de la comunidad antirracista en España.
A su juicio, este tipo de fotografías con personas migrantes en situación vulnerable rebosan racismo, más allá del discurso emitido por el político de turno que aparezca en la instantánea. “Alimentan esa idea del blanco que va a salvar a la persona migrante que está en una situación de vulnerabilidad y no tiene ningún tipo de capacidad de agencia política”, desarrolla García López. “Por tanto, al final se sigue construyendo la imagen de ese sujeto-migrante que solo se mira desde una lógica de paternalista”, añade el activista.
El catedrático de filosofía política Javier de Lucas analiza ese lado paternalista que considera “tradicional” en el discurso migratorio de la derecha. Lo denomina “la dimensión de la limosna”.
Con este tipo de imágenes, describe, Casado lanza el mensaje de la “pena”, como una realidad de la que no se puede ocupar. “Transmite el mensaje de que el Estado solo se esfuerza de ‘defenderse’ frente al enemigo [los migrantes en el marco de su discurso] y, para las cosas buenas, está el voluntariado, la limosna... o una foto con ellos”.
“Va en contra de su dignidad”
A ello se añade el carácter vulnerable de las personas a las que se acerca para transmitir un mensaje u otro. Carlos Arce, coordinador de Migraciones de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA), considera que las imágenes de políticos realizadas con personas en situación de vulnerabilidad “van en contra de la dignidad de los migrantes”.
“Hay que tener más respeto por las personas que acaban de sufrir una experiencia traumática y no hacer una foto que solo busca márketing político”, apunta. Arce lo explica con un ejemplo. “Es como si nos plantan a nosotros en Turquía, en un puerto al que acabamos de llegar, y nos aparece una persona, que no sabemos quién es, a darnos la mano y sonreír rodeado de una nube de cámaras”, señala.
A ello se suma la línea “alarmista” del discurso de Casado, que Arce sí considera reseñable. “Los chicos y chicas a los que saluda no lo conocen ni seguramente saben nada de las declaraciones que ha dado. Acaban de llegar. Quizá si hubiesen tenido la oportunidad de escuchar a Casado no hubiesen querido darle la mano”, añade el coordinador de Migraciones de Andalucía Acoge. En ese momento, uno de los jóvenes subsaharianos dijo a Pablo Casado: “You are the best”.
De Lucas realiza una analogía con la “limosna del Domund”, una tradición de la iglesia católica de recoger dinero en cierta época del año para las misiones humanitarias. “Lanza un mensaje de la inmigración como amenaza pero luego quiere demostrar que 'yo también soy buena persona' porque me hago una foto con los pobres”, sostiene el catedrático.
“Las fotos muestran ese mensaje que utiliza los dos elementos. Por un lado, hay que construir una versión de la inmigración como peligro. Luego, se muestra que hay unos malos que no son los migrantes si no las mafias, ese ente desconocido. Pero que los migrantes nos dan lástima y les damos la mano”, analiza de Lucas.
La inmigración en los discursos políticos
El director de la consultoría de comunicación política Ideograma recuerda la importancia que los representantes políticos suelen dar a sus mensajes relacionados con asuntos migratorios. Para Gutiérrez-Rubí, es un tema “muy sensible” porque los discursos creados en este área “tienen una repercusión muy alta”.
Por esta razón, añade, suele ser habitual que exista una reflexión previa sobre cómo se relaciona un político con la migración y con los migrantes en particular. Es decir, el asesor resalta que el discurso sobre estos temas no suelen ser improvisados. “Cualquier fotografía política, escena política o reunión sobre inmigración interesa y genera sensibilidad”, explica el experto.
A juicio del asesor de comunicación política, los discursos sobre inmigración “causan efectos en la población porque afectan a los miedos o a las emociones”. Este hecho genera la base de la “dificultad para objetivizar” los mensajes acerca de las migraciones. “Los datos no siempre convencen ni clarifican porque pesa el miedo al diferente y hace que esas emociones no se reduzcan por una proporción”, asegura el experto.
“¿Cuántos son muchos o pocos? Pablo Casado dice que hay un millón de personas esperando en Libia. El problema no es si acierta o no acierta, si el número es equivocado o no. El problema es cuánta gente se cree eso y por qué le afecta”, detalla Gutiérrez-Rubí. “La xenofobia, el miedo al distinto, no se cura con datos, si no con políticas y pedagogía política”, concluye el experto.