Problemas de reputación para Siemens al ponerse al servicio de la industria del carbón en Australia
La sede en Múnich del consorcio alemán Siemens dejaba esta semana una imagen que resume bien por qué es estos días una empresa objeto de severas críticas. Decenas de manifestantes se habían reunido a las puertas del cuartel general bávaro de la compañía. Entre los activistas que se manifestaba hubo quienes protagonizaron un “Die-in”, protesta que consiste en hacerse el muerto en el suelo.
Los activistas, parte del movimiento ambientalista Fridays for Future, se habían movilizado contra Siemens para protestar por la política de la empresa en Australia. La empresa que dirige Joe Kaeser se empeña estos días en mantener la validez de sus contratos en las antípodas de la capital bávara. En Australia, Siemens quiere ponerse al servicio de la multinacional india Grupo Adani para la explotación de una mina de carbón en la Cuenca de Galilea, en Queensland (en noreste australiano).
Los activistas alemanes, que se han unido a los que en Australia protestan desde hace años contra este macroproyecto que prevé la creación de una de las mayores minas de carbón del mundo, piden a Siemens una “acción simbólica”. A saber, abandonar la participación en la iniciativa del Grupo Adani.
Se supone que la empresa alemana tiene que participar en la realización de una vía de transporte ferroviario de 200 kilómetros. Esa infraestructura está pensada para unir la mina con el puerto de Abbot (noreste de Australia). En esta zona costera se extiende el mayor arrecife de coral del mundo.
Se estima que el negocio que hace Siemens hace allí es de unos 20 millones de euros, una cantidad que en la prensa alemana se describe como “irrisoria” en vista del volumen de negocio que mueve la compañía de Kaeser, que se estima actualmente en unos 87.000 millones de euros al año.
En 2030, la empresa alemana tiene como objetivo haber alcanzado la neutralidad climática. En su actividad en energías renovables, por ejemplo, la de Siemens Gamesa – dedicada a la energía eólica –, el conglomerado teutón compite por la hegemonía del mercado mundial con la firma danesa Vestas. Sólo en España, Siemens Gamesa representa el 75% de los megavatios eólicos que se instalaron en 2019. El año pasado, Siemens Gamesa instaló en suelo español un total de 375 turbinas.
Todo esto, al parecer, no es incompatible con contribuir a la industria energética del carbón en un país como Australia, víctima en las últimas semanas de unos incendios de monstruosas dimensiones cuya actual intensidad muchos atribuyen al calentamiento global.
“Entre dos aguas”
El diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung sostenía que el consorcio alemán se encuentra “entre dos aguas” ahora que se cuestiona su participación en el proyecto del Grupo Adani en Australia. Apostando por mantener su perfil de empresa de futuro en el sector de las energías renovables con contratos en ámbitos cuestionablemente verdes como el sector extractivo, parecería que Siemens quiere estar al plato y a las tajadas.
En cualquier caso, Siemens se enfrenta ahora a un “problema de reputación”, algo que Kaeser y compañía “deberían haber sabido” ver, según los términos con los que ha informado sobre el caso el diario berlinés Die Tageszeitung, una publicación de línea editorial más bien ecologista.
Una opinión aún más crítica tienen en la Fundación Australiana de Conservación (AFC, por sus siglas inglesas), una organización ecologista australiana en la que abundan las voces contrarias a las intenciones de Siemens. Después de que Kaeser confirmara recientemente que seguirá trabajando al servicio de la mina carbón australiana, Christian Slattery, uno de los responsables de la AFC, manifestaba que la compañía alemana “ha mostrado su auténtica cara”.
“El anuncio de que continuará trabajando con el Grupo Adani en la mina de carbón mientras arden los bosques en Australia es vergonzoso”, según Slattery. Para él, los negocios de Siemens con el conglomerado indio “tiran por tierra las reivindicaciones de Siemens” según las cuales la empresa alemana “se preocupa por parar el cambio climático”.
Facilitar la explotación en la Cuenca de Galilea – después de que el Ejecutivo australiano diera luz verde al proyecto a mediados del año pasado – ha despertado los miedos de las organizaciones ecologistas. Se teme por los efectos medioambientales de la iniciativa minera y que tras la aprobación del proyecto del Grupo Adani tengan lugar otras aventuras extractivas de la industria del carbón.
En 2018, la iniciativa india a la que se ha sumado Siemens no encontró inversores para financiarse. Pero este proyecto cuenta con el apoyo de unas autoridades del país asiático. Desde el Gobierno australiano del conservador Scott Morrison dicen haber sido “rigurosos” a la hora de atribuir permisos.
Los defensores del proyecto también subrayan que, en términos de empleo, se crearán 1.500 puestos de trabajo fijo y casi 7.000 empleos indirectos. Los datos son estimaciones del Grupo Adani. Pero los riesgos medioambientales asociados a la explotación, según los activistas medioambientales, permiten olvidar rápido esos supuestos beneficios sociales y económicos.
Que Siemens dejara esta aventura minera constituiría un “gran símbolo para Australia y el resto del mundo”, según los términos de la activista Luisa Neubauer, líder germana del movimiento Fridays for Future. Sin embargo, parece que Kaeser prefiere mantener los beneficios de su compañía al ecologismo y su simbología.
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