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Islas Canarias, un verano sin fecha de caducidad

Playa de las Teresitas, en Tenerife.

Roberto Ruiz

Las Islas Canarias son como un pequeño continente. Su diversidad paisajística es tal que puedes encontrar prácticamente todo lo que puedas imaginar. Desde altas montañas y frondosos bosques hasta playas paradisíacas y ricos fondos marinos. Siempre, además, con una cultura única y una gastronomía original, fresca y sabrosa. Y por si esto fuera poco, este archipiélago atlántico destaca, sobre todo, por el buen clima que reina durante prácticamente los 365 días del año.

Cuando en otros sitios el verano parece llegar a su fin, en las Islas Canarias continúa, por lo que se convierte en el destino perfecto para prolongar unas vacaciones que este año tenemos más que merecidas. Un lugar de desconexión, para despejar la mente y donde relajarse bajo el sol entrando en la tan ansiada ‘fase tranquilidad’. 1.500 kilómetros de costa y más de 500 playas te lo pondrán fácil si lo que quieres es disfrutar de un verano sin fecha de caducidad.

No importa las vacaciones de sol que busques porque en Canarias tendrás el plan que mejor se adapte a tus gustos y necesidades. Hay extensas playas dotadas de una completa oferta de servicios, cómodas y accesibles para toda la familia, pero también recónditas, solitarias y salvajes donde olvidarte de la rutina. Enormes arenales y pequeñas calas de arena blanca, dorada o negra… pero todas de aguas limpias y cristalinas. Tantas opciones que podrías variar cada día sin repetir en mucho tiempo. Y, como ahora verás, cada isla tiene su encanto particular. 

Tenerife: arenales y acantilados

Tenerife en sí es una isla de contrastes, una variedad que también se refleja en sus playas. Las Teresitas, muy cerca de la capital, es una playa cómoda y familiar que nunca falla, así como la de Las Vistas, en la zona de Los Cristianos-Las Américas. Si buscas algo más recóndito y salvaje, la de Benijo te sorprenderá por su extraordinaria belleza. También te impresionarán los espectaculares acantilados de Los Gigantes, a cuyos pies se extienden pequeñas y pintorescas playas.

Gran Canaria: dunas y playas escondidas

Si te gustan las playas urbanas, en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, capital de la isla, encontrarás Las Canteras, una de las mejores de Europa, accesible, muy animada y repleta de servicios. En el extremo sur de la isla es donde la arena se extiende a lo largo de kilómetros de costa entre las playas del Inglés y Maspalomas, siendo esta última además un paraje natural único gracias a su campo de dunas y su charca. Pero Gran Canaria también tiene playas tranquilas y recónditas, como la de Guayedra en el noroeste de la isla, o la de Güigüí, en el este, a la que puedes llegar en barco o tras realizar una exigente caminata. 

Fuerteventura: playas vírgenes y paisajes austeros

Fuerteventura es un pequeño paraíso para quienes buscan desconexión y playas maravillosas como las que se extienden a lo largo de la costa de la península de Jandía o las Grandes Playas de Corralejo y su campo de dunas, además de las encantadoras y familiares playas de arena blanca de El Cotillo. ¿Alguna vez has visto una playa cubierta de palomitas de maíz? Algo así encontrarás en la ya conocida con el nombre de Popcorn Beach, donde los rodolitos (algas calcáreas) tienen exactamente esa apariencia. La isla guarda también un tesoro, una de las playas más indómitas del archipiélago que a nadie deja indiferente: Cofete, kilómetros de soledad y sobrecogedora naturaleza donde el mar bate con fuerza. 

Lanzarote: cautivadora y diferente

En esta isla el agua es cristalina y de color turquesa, lo que combina a la perfección con la arena blanca de playas como las de Papagayo. El contraste lo pone Playa Quemada con su arena oscura y volcánica. Tampoco deberías pasar por alto la de Famara, flanqueada por los impresionantes Riscos del mismo nombre y, de frente, la pequeña isla de La Graciosa. Las de Caletón Blanco, Playa Blanca o Puerto del Carmen también son perfectas para disfrutar de un agradable día de playa. 

La Palma: arena negra y aguas cristalinas

La Palma es la ‘Isla Bonita’ y este apelativo no le viene por casualidad. Seguramente porque es la suma de todas ellas, en esta isla también hay preciosas playas donde relajarse y darse un chapuzón. Los Cancajos o Puerto de Tazacorte son las más populares, pero también hay opciones más tranquilas, como las de Echentive o Bajamar. En todas, la arena volcánica hace brillar aún más el agua y, vayas donde vayas, en ninguna tendrás que madrugar para plantar la sombrilla y coger sitio en la playa. 

La Gomera: playas con vistas al Teide

La Gomera es famosa por el Parque Nacional de Garajonay y su bosque de laurisilva, pero también por contar con un buen número de playas de especial belleza junto a la exuberancia de su naturaleza. Algunas de sus principales playas son La Calera, situada en un entorno semiurbano, y Vueltas, bien resguardada de las corrientes, ambas en Valle Gran Rey. La Playa de Santiago, en el sur de la isla, o la de San Sebastián, junto al histórico puerto de la capital, donde también podemos visitar la playa de La Cueva para tumbarnos en la arena con vistas a Tenerife y su impresionante Teide. Si se prefieren entornos más aislados, una buena opción es el Inglés, una hermosa cala en la que hay que tener cierta precaución en el agua.

El Hierro: desconexión y piscinas naturales

Esta isla es sinónimo de tranquilidad y playas como la de Tamaduste o La Restinga hacen las delicias de los que quieren disfrutar del sol y el mar. En El Hierro el baño siempre está asegurado gracias a los numerosos charcos y piscinas naturales que salpican su geografía, como el fotogénico Charco Azul, donde el color del agua resplandece junto al negro de la roca volcánica.  

La Graciosa: la belleza de lo indomable

La Graciosa es la más pequeña de las Islas Canarias. Un lugar especial, sin asfalto ni aglomeraciones, un paraíso de playas prácticamente solitarias y vírgenes, un lugar mágico para desconectar y olvidar el ajetreo del día a día. Buen ejemplo de ello es la sobrecogedora belleza de la playa de Las Conchas, con su manto de arena blanca donde solo se oye el sonido de las olas. Desde allí, mirando al horizonte, tenemos vistas a Montaña Clara y Alegranza, dos de los islotes que también forman parte del Parque Natural del Archipiélago Chinijo. 

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