Casi 10.000 muertos, 52.000 ingresados y un 25% de letalidad en las residencias: un lustro de la COVID-19 en Euskadi en cifras
Al menos 9.379 personas han fallecido con COVID-19 en Euskadi desde que el 28 de febrero de 2020, hace ahora justamente cinco años, se registró el primer positivo. La cifra no recoge aún los decesos ocurridos desde el 1 de septiembre de 2024 hasta ahora, un dato que el registro de mortalidad actualizará más adelante, según fuentes de Osakidetza. Los hospitalizados en este tiempo ascienden a 52.381, alrededor de un 2% de la población, y el Servicio Vasco de Salud estima que ha recibido en atención primaria a 800.000 personas por este motivo, más de un tercio de los vascos y un porcentaje mucho más alto entre mayores de 60 años. A pesar de haber sido infravalorada en no pocos momentos, es, con diferencia, la enfermedad que mayor presión asistencial ha generado en la historia de Osakidetza y la que también ha condicionado muchos otros tratamientos, operaciones o procesos hasta convertir el estado de salud de la Sanidad pública en una de las principales preocupaciones ciudadanas todavía ahora.
El primer brote confirmado se registró en el hospital de Txagorritxu de Vitoria, justamente entre médicos internistas. Fue una bomba de relojería porque el virus se había colado de lleno y de inicio en un espacio diseñado, precisamente, para contener su posible propagación. Vitoria se convirtió pronto en uno de los principales epicentros del inicio de la pandemia en España y en Europa. Llegó a haber más incidencia que en Wuhan, la zona cero de China.
La ciudad fue 'pionera' en ver sus colegios cerrados o una residencia cuarentenada mucho antes de que llegara el confinamiento. El cierre total llegó el 14 de marzo, como en el resto de España, aunque antes el 11 se había declarado desde la OMS la pandemia global y el 13 Euskadi activó su propia emergencia sanitaria. El estado de alarma terminó en junio pero en agosto ya regresó la emergencia autonómica y se volvió a constituir una mesa conocida como Labi y era la encargada de poner y quitar restricciones con permiso del magistrado Luis Garrido. Todavía a comienzos de 2024 se retomó el uso obligatorio de mascarillas en hospitales.
El primer fallecido del que hay constancia fue un varón de 82 años ingresado en el hospital de Usansolo, entonces aún dentro del término municipal de Galdakao. Fueron un total de 3.106 los muertos en 2020. Pero, paradójicamente, no fue ése el año con más decesos conocidos. En 2022 se elevaron hasta 3.260 con la enfermedad ya completamente fuera de los focos y una vida plenamente normalizada. Antes, a finales de 2021, había llegado la variante ómicron, que disparó exponencialmente los contagios. Esa Navidad de 2021 a 2022 fue el momento con más positivos conocidos y también cuando más ingresos hospitalarios hubo.
Ómicron no era más letal y había ya un importante porcentaje de la población vacunado desde que la campaña arrancó el 27 de diciembre de 2020 precisamente en Txagorritxu, pero fue tal el volumen de casos que se dispararon también todos los indicadores. elDiario.es/Euskadi estima en al menos 9.379 los fallecidos con COVID-19, aunque Osakidetza oficialmente alude a una cifra del entorno de 8.000. Eran ya 9.090 hace un año, en el cuarto aniversario, y “entre el 1 de enero y el 31 de agosto de 2024 fallecieron 362 personas” más con el virus. Osakidetza también habla de 36.800 ingresos pero las estimaciones en función de sus propios datos elevan por encima de 52.000 ese dato.
Por ejemplo, en mayo y junio de 2024, de nuevo fuera del radar, hubo nuevamente un pico con hasta medio centenar de ingresos por semana. Después, en verano, se eliminó el dato real de hospitalizados con COVID-19 y ahora se ofrece únicamente una estimación por cada 100.000 habitantes. La presión asistencial, en todo caso, nunca será comparable a la de 2020-2022, con más de 15.000 hospitalizados en cada uno de esos tres años. En 2024 no llegaron a 1.100 y en lo que va de año la estimación sitúa la cifra en el entorno del medio centenar, lejos de la afección de las gripes, incluida la A.
Las residencias fueron un enorme foco de preocupación desde que se conoció el primer brote en Sanitas San Martín, en Vitoria. “Nos dedicábamos a contar muertos”, explicaba en 2021 sobre aquellos días de 2020 el sobrino de una de las internas. La primera ola dejó allí 19 fallecidos de un plumazo. Desde marzo de 2023 no hay estadísticas de mortandad en centros de mayores. Entonces eran 1.397 los casos conocidos y confirmados en Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, aunque había otro centenar bajo sospecha. Son datos del Ministerio de Sanidad. Sin embargo, un año antes trascendió otro informe del Gobierno vasco que hablaba de 1.680 “defunciones atribuibles a la COVID-19 o asociadas a ella”. En la segunda ola hubo una elevada afección en centros de Gipuzkoa. “Alrededor de una de cuatro personas contagiadas en centros residenciales ha fallecido como consecuencia directa o indirecta de la enfermedad COVID-19”, se descubrió en 2022.
El confinamiento inicial y las sucesivas olas son ya recuerdos del pasado pero decenas de personas -mujeres en su mayoría- siguen teniendo muy presentes las secuelas de la patología causada por el Sars-Cov-2. Precisamente se ha aprovechado esta efeméride para abrir la primera unidad especializada en la denominado COVID persistente. Estará en Basurto, en Bilbao, pero dará servicio también al resto de Bizkaia y a Álava y Gipuzkoa. “No quiero olvidarme de todas estas víctimas y quiero mostrar mi solidaridad con quienes más lo padecieron. Y poner en valor, una vez más, el esfuerzo y la dedicación de cada uno de los profesionales que conforman el sistema vasco de salud; sin olvidarnos de la comunidad científica, una pata imprescindible en el desarrollo de tratamientos y vacunación”, ha explicado el consejero actual, Alberto Martínez, el tercero ya al frente de Salud desde la llegada del coronavirus. En Vitoria hay un pequeño parque dedicado a la memoria de los fallecidos a causa del virus. Está semioculto en la calle de la Magdalena. Se plantó en 2020 una secuoya joven para sustituir a un ejemplar centenario y gigantesco. Poco a poco va creciendo.
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