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Los hospitales vascos preparan más UCI y piden voluntarios: “Está todo colapsado a todos los niveles. Y estamos a 3 de enero”

Nuevas UCI preparadas en Txagorritxu

Iker Rioja Andueza

3 de enero de 2022 21:45 h

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En la UCI del hospital de Txagorritxu, en Vitoria, en cuanto se puede se “hace hueco” para ingresar a nuevos infectados con cuadros graves de COVID-19. En el Donostia está ya lista para ser abierta un ala de la primera planta para ampliar la UCI, que ya está dedicada desde hace días al 100% a casos de coronavirus porque el resto de pacientes han sido derivados a unidades del tipo URPA y REA, que se utilizan habitualmente para posoperatorios. En Galdakao, el volumen de bajas entre el personal es el doble del habitual. En general, toda la red del Servicio Vasco de Salud (Osakidetza) está elaborando listas de personas voluntarias para doblar turno o hacer guardias. 2022 ha empezado en Euskadi con la constatación de que la nueva ola de la pandemia está volviendo a poner en jaque al sistema sanitario y sin que se atisbe la llegada del final de la escalada. “Está todo colapsado a todos los niveles. Y estamos a 3 de enero”, lamenta Amaia Mayor, portavoz del sindicato Satse.

Los datos conocidos este lunes son contundentes. Hay 692 personas hospitalizadas con COVID-19, a cien del máximo después del confinamiento de 2020. Mientras se discute sobre la gravedad o levedad de la variante ómicron del Sars-Cov-2, la cifra ha crecido a gran velocidad: el jueves eran 560 los pacientes ingresados y el pasado lunes 491. La subida es del 23% y del 40%, respectivamente. Y el 20 de diciembre eran 391, un 76% menos. Desde entonces ha habido casi 100.000 contagios en Euskadi y, aunque con la vacunación extendida un porcentaje muy inferior de los contagiados acaba desarrollando síntomas graves que precisen de un ingreso hospitalario, es tal el volumen de transmisión que empiezan a aparecer de nuevo las costuras del sistema.

Del lunes 27 de diciembre al domingo 2 de enero ingresaron 533 personas. Sin contar la primera ola, es el séptimo peor dato de toda la pandemia. El 28 de diciembre ingresaron 116 personas de una tacada, el segundo día con más hospitalizaciones de nuevo desde la primavera de 2020. Y desde entonces ha habido dos días de 90, uno de 92 y otro de 101, este domingo. La consejera de Salud, Gotzone Sagardui, ofrece este martes una rueda de prensa en Bilbao para analizar la situación. Esta ola, desde que se vino incubando en octubre, siempre había generado más casos graves que la de verano, al menos en Euskadi. Y los números dejan muy atrás los de la pasada Navidad. Tal día como hoy eran 353 los ingresados totales, prácticamente la mitad.

Además, como ya publicó este periódico, los pacientes que 'negativizan' el virus pero siguen internos por las consecuencias de la infección salen de la estadística. Esto se conoció por el informe que presentó el lehendakari, Iñigo Urkullu, ante la conferencia de presidentes que se celebró en puertas de Nochebuena, en el que se apreciaba un dato real de ocupación del 16% superior en aquellas fechas. De hecho, el Ministerio de Sanidad eleva a 725 los ingresados en Euskadi por 692 de Osakidetza. Ese informe comparativo señala que ninguna comunidad tiene un porcentaje mayor de ocupación hospitalaria por COVID-19. Atribuye a Euskadi el 15,26%. La media española es del 10,10%. Catalunya y Aragón, en todo caso, tienen más casos graves por habitante.

En el caso concreto de la UCI, hay 132 pacientes críticos. La subida es más contenida que en las plantas (del 30% en dos semanas) pero igualmente importante. Además, siempre se ha desconocido qué porcentaje de la no subida se corresponde no con altas sino con decesos. Euskadi ha superado precisamente la barrera de 5.000 muertes en la pandemia. Son 195 el máximo de casos de COVID-19 críticos en la segunda fase de la pandemia (232 en la primera ola). Pero el nivel actual ya se aproxima, por ejemplo, al tope de la ola previa a la pasada Navidad, con 146 en noviembre de 2020. Sin vacunas entonces, Euskadi tenía estado de alarma, toque de queda, cierres perimetrales, eventos prohibidos como la asistencia al fútbol o al baloncesto y los bares cerrados. Entre quienes han entrado en Osakidetza en la última semana un 42,6% tenía de 60 a 84 años, un 30,7% de 40 a 59 años, un 15% era mayor de 85 años y un 11,7% eran jóvenes hasta 40. Veinte menores de 18 años fueron hospitalizados entre el pasado lunes y el domingo. Murió un treintañero.

Fuentes de Txagorritxu explican que la UCI 'sucia' ordinaria -se considera como tal a la destinada a la COVID-19 y como zona 'limpia' al resto de patologías- tiene 14 plazas y que está permanentemente en 13-14 ocupantes. En cuanto fallece uno o recibe el alta, es trasladado para “hacer hueco”. Además, parte de la UCI limpia también está reservada para pacientes con COVID-19. ¿Esto qué supone? “Tenemos pacientes 'limpios' que, si pueden esperar, se mantienen horas o días en planta por prudencia”. En el caso de este hospital, el principal de Vitoria, tiene una zona de UCI novísima y a estrenar en el nuevo edificio de servicios generales. De hecho, el lehendakari y la consejera Sagardui la visitaron hace dos semanas. “Camas hay. Lo que no hay es personal para atender a esa cantidad de pacientes”, explican las fuentes consultadas, que apuntan a que “la indicación es que se abre el 17 de enero”, una vez se normalicen los períodos vacacionales del personal.

Amaia Mayor, portavoz del sindicato Satse, señala que “los primeros problemas de atasco que se han ido dando en la atención primaria” se han trasladado ya de lleno a la hospitalaria. “La pandemia funciona así. Está todo colapsado a todos los niveles. Y estamos a 3 de enero. Nos quedan por lo menos una o dos semanas muy difíciles”, vaticina Mayor. Y añade: “Supuestamente, ómicron da menos casos graves, pero con la incidencia multiplicada por ocho o por diez era evidente que esto iba a pasar. Esto ya no es una ola. Es un tsunami”. La responsable de Satse explica que las diferentes organizaciones están pidiendo listados de personas “voluntarias” para “doblar turno” o “hacer guardias” extraordinarias. Ocurre “en todos los hospitales”, insiste Mayor, que puntualiza que “el personal está respondiendo muy bien al llamamiento como en todas las olas” a pesar de que están coincidiendo con los veranos, la Navidad o la Semana Santa.

Mayor, en todo caso, alerta de que “hay problemas de cobertura a todos los niveles” porque el volumen de positivos en la sociedad en general se traslada también a las plantillas de los centros hospitalarios y ambulatorios. A falta de datos oficiales por parte de Osakidetza, la estimación de Satse es que son entre el 4% y el 7% los sanitarios de baja. Pone como ejemplo la OSI Donostialidea, que abarca los centros de la capital y de su zona de influencia. En ella hay del orden de 265 personas cuarentenadas, una cifra revisada al alza este mismo lunes. Está facilitando enormemente la gestión que los contactos estrechos vacunados no tengan que hacer aislamiento, así como la reducción de diez a siete días de este período. Satse señala que Osakidetza ha creado un formulario para que los sanitarios tramiten 'online' el positivo y los contactos, como ya se ha hecho con el conjunto de la población.

El hospital Donostia fue el primero de toda la red en pasar a un escenario de alerta 3 sobre 5, la situación actual de toda Osakidetza. Allí también hay una zona de la primera planta, la 1.1., lista como en otras olas para empezar a recibir pacientes con COVID-19. Son habitaciones 'normales' pero con monitorización y ventilación de alta presión. La UCI del centro -la única de Gipuzkoa- está ya dedicada enteramente al coronavirus, mientras que los pacientes con otras patologías son atendidos en las URPA y REA (zonas de reanimación). Facilita el espacio que, desde el 7 de diciembre, se empezaran a suspender ya de manera importante cirugías no urgentes, como también consultas en centros de salud y analíticas. “En cuanto están para oxigenoterapia que no sea mecánica, pasan a la UCRI o a planta”, indican fuentes de este centro. La UCRI es una unidad intermedia para evitar el colapso de las UCI. “El pico va a subir. Hasta finales de enero nos toca aguantar”, añaden estos sanitarios.

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