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Urkullu admite problemas y errores en la gestión de la pandemia: “No hemos sido capaces, en ocasiones, de transmitir seguridad a la ciudadanía”

El hemiciclo, lleno de nuevo tras casi un año, atendiendo a Urkullu

Iker Rioja Andueza

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El lehendakari, Iñigo Urkullu, ha hecho un largo preámbulo en el arranque de su parlamento en el pleno de política general que se celebra este jueves en la Cámara vasca para realizar autocrítica sobre la gestión de la pandemia, particularmente sobre las decisiones en la primera fase. “Reconozco todos los problemas que hemos pasado, especialmente los de los primeros meses del confinamiento. Tuvimos problemas para hacer el seguimiento de contagios y contactos y dificultades en nuestra red de servicios públicos. Hemos tenido limitaciones en la cadena de la información fiable, en la organización de recursos y en la atención a la ciudadanía. Tuvimos dificultades para poner en marcha el operativo para la vacunación masiva, condicionados por la dependencia de los suministros. No hemos sido capaces, en ocasiones, de transmitir seguridad a la ciudadanía”, ha admitido.

Y ha seguido sobre la gestión de la fase posterior, iniciada el pasado verano con la segunda emergencia sanitaria que no se ha desactivado: “No sé si hemos acertado al explicar que seguíamos en pandemia, que seguimos en pandemia, con todo lo que ello acarrea. No sé si hemos acertado al explicar por qué hemos adoptado las medidas que hemos adoptado. Toca admitir que los responsables públicos no tenemos respuestas para todo y que hemos actuado con el método del ensayo y error. [...] Reconozco que, quizás, hemos generado sensaciones negativas de manera involuntaria. Por lo tanto, doy las gracias por la presteza de la ciudadanía al asumir las medidas que nos han parecido mejores en cada momento”.

La autocrítica ha sido larga, sí, pero ha tenido matices y limitaciones. Por un lado, Urkullu no ha enumerado los errores concretos cometidos. Por otro, ha justificado muchos de ellos a problemas externos, a falta de competencias, a problemas de suministros o a falta de información sobre el Sars-Cov-2 y su comportamiento. “A pesar de los obstáculos y dificultades que hemos encontrado ante una situación tan inédita y adversa, nuestra prioridad va a seguir siendo preservar el bien mayor de la salud pública”, ha señalado ya mucho después, cuando se ha referido brevemente al futuro y a la reunión de este viernes de la mesa de crisis de la emergencia sanitaria, el conocido como Labi, y del que se espera una importante desescalada en las restricciones por la caída de la incidencia. Urkullu apenas ha hecho una mención tangencial a la enésima polémica que ha mantenido con la sala de lo contencioso-administrativo del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) y con su presidente, el juez Luis Garrido.

“La pandemia nos ha hecho vivir un período histórico verdaderamente extraordinario y de aquí en adelante nos lo hará vivir también. No tiene nada que ver ni se puede comparar con nada que hayamos vivido antes en nuestras vidas. Y como en Euskadi se han sufrido situaciones similares en todos los países del mundo. Puede que el impacto haya sido diferente, pero la pandemia afecta a toda la población mundial y requiere de soluciones que sean globales”, ha reflexionado. En este contexto, ha querido recordar a las 4.669 personas que han fallecido con COVID-19 en Euskadi. “Se nos han muerto familiares y amigos cercanos”, ha lamentado el lehendakari, que ha anunciado que volverá al parque de Vitoria dedicado a los difuntos el 21 de septiembre, como hizo el pasado año tras el confinamiento.

Plan inversor de 250 millones y deseo de cerrar los accesos de la alta velocidad en 2021

En el plano económico, el gran anuncio del discurso de Urkullu ha sido la puesta en marcha de un plan nuevo de inversiones, que será inmediato y financiado con remanentes de tesorería. “El importe de este programa extraordinario será de 250 millones de euros, que se sumarán a los más de 1.000 millones que recogerá la propuesta de presupuestos de 2022”, ha explicado. Sumados fondos europeos, ha cifrado la “capacidad inversora” total en “1.600 millones de euros”. El dinero se destinará a “cuatro prioridades”: infraestructuras educativas, sociosanitarias, culturales y de vivienda (“estos proyectos recogerán el 50% del programa”), a “intensificar la transformación” de la industria, a proyectos verdes y de lucha contra el cambio climático y a planes ferroviarios y portuarios.

El lehendakari ha acompañado esta presentación con una mano tendida al acuerdo con la oposición en materia presupuestaria. De hecho, es un mensaje lanzado por triplicado a pesar de la mayoría absoluta de la que goza la alianza de PNV y PSE-EE. Es un “ofrecimiento” a analizar las grandes medidas “conjuntamente”, ha dicho Urkullu. También ha mirado a los pactos con el Estado. Ha destacado algunos ya logrados, como los que han permitido concertar nuevos impuestos en julio, pero ha subrayado como hito pendiente el desarrollo de la alta velocidad en Euskadi y, sobre todo, la definición de cómo serán los accesos de Bilbao y Vitoria. “Confío en que antes de finalizar este año alcancemos un acuerdo. Estamos dispuestos a explorar cualquier posibilidad que no suponga una demora en el calendario establecido”, ha añadido dejando en el aire si se refería a una salida temporal que no implique soterramiento y arañe unos años a un proyecto que acumula décadas de dilaciones.

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