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The Guardian en español

La malnutrición y la obesidad ya son un problema global que afecta también a niños de países pobres

Foto: Patrick Fore

Sarah Boseley

En países pobres, los bebés y niños cuyo desarrollo se ha visto afectado por la escasez de comida también sufren el riesgo de ser obesos, ya que la comida basura y las bebidas azucaradas han llegado a cada rincón del planeta. Los expertos advierten de que niños de las mismas comunidades e incluso de las mismas familias corren el doble riesgo de sufrir malnutrición y obesidad. Uno de cada tres países con ingresos medios y bajos ya se está viendo afectado, según un grupo de científicos dirigido por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La raíz de ambos problemas es la misma: la escasez de comida nutritiva. Algunos niños tienen poca comida, mientras que otros consumen demasiadas calorías vacías. La comida basura con alto contenido en grasas, sal y azúcar que han inventado los países ricos ya se vende en casi cualquier aldea del planeta y se ha convertido en parte de la dieta básica de las familias más pobres.

Una serie de artículos publicados por expertos --incluida la OMS-- en la revista médica Lancet afirma que más de un tercio de los países de ingresos medios y bajos ya sufren esta doble carga de la malnutrición. Los autores reclaman medidas concretas para mejorar el abastecimiento de comida y proteger la salud de los niños.

“Nos enfrentamos a una nueva realidad nutricional”, señaló el principal autor del informe, el doctor Francesco Branca, director del Departamento de Nutrición para la Salud y el Desarrollo de la OMS. “Ya no podemos clasificar a países como de bajos ingresos y malnutridos, o de altos ingresos y obesos”.

“Todas las formas de malnutrición tienen un denominador común: sistemas alimentarios que no logran proveer a toda la población de una dieta saludable, segura, accesible y sostenible”, explicó Branca. “Para cambiar esta situación, habrá que tomar medidas en diferentes sistemas alimentarios --desde la producción y el procesamiento, pasando por la comercialización y distribución, el establecimiento de precios, el márketing, las etiquetas, hasta el consumo y el desperdicio. Todas las políticas y la inversión relevante deben ser revisadas en detalle”.

Barry Popkin, profesor de nutrición en la Universidad de Carolina del Norte, afirmó que hace tres décadas, los países de ingresos medios sufrían de sobrepeso y desnutrición a la vez. Ahora, sucede lo mismo a los países de menores ingresos, incluida el África subsahariana y el sudeste asiático. La obesidad, remarcó, es un problema universal: no hay país que no se vea afectado.

“Ahora, el sistema alimentario que genera sobrepeso y obesidad también está causando directamente desnutrición”, afirmó. “Cada día, al menos un tercio de la población infantil consume comida basura y bebidas azucaradas --lo que hoy llamamos alimentos ultra-procesados--, así que estamos viendo causas en común en ambos problemas. Tras el destetado, los bebés pasan a cosumir directamente comida basura”.

Los expertos aseguran que el impulso por alimentar a niños de bajo peso ha contribuido involuntariamente al problema. Las estrategias se han enfocado en sumarles calorías a los niños hambrientos, sin asegurar que crezcan comiendo y probando comida saludable. Los niños desnutridos que aumentan de peso rápidamente acumulan grasa abdominal, lo cual los predispone a sufrir luego enfermedades relacionadas con la obesidad, como diabetes de tipo 2, ataques cardíacos y derrames cerebrales.

Entre las muchas medidas bien intencionadas que ahora parecen desafortunadas están la que tomó Guatemala al fortificar el azúcar con vitamina A, la de India al producir galletas dulces con micronutrientes, o la de México al darles dinero a las familias pobres para comprar comida, que lo gastaban en productos de alto contenido en grasas, sal y azúcar. Todas estas medidas acabaron generando sobrepeso y obesidad, entre otros problemas.

“Los legisladores estaban tan preocupados por prevenir el hambre y la inseguridad alimentaria que la obesidad les parecía un lujo y no se la consideraba un problema de salud”, explicó Corinna Hawkes, profesora de políticas alimentarias de la Universidad de Londres y autora de uno de los artículos publicados. “Según la nueva realidad nutricional, no podemos ignorar el problema del sobrepeso”.

Hawkes aseguró que la desnutrición es un problema horroroso, pero remarca que ha sido irresponsable pensar que se podía solucionar y lidiar con el problema de la obesidad más tarde. Es necesario que las familias cuenten con más información. Por ejemplo, a las mujeres se les enseña qué darles de comer a sus bebés pero no qué alimentos evitar. “Las personas a cargo de alimentar bebés ven esos glamorosos paquetes de comida basura en el supermercado y piensan que debe ser bueno para los niños”, advirtió.

Branca remarcó que una de cada tres familias con un niño desnutrido también tiene una madre con sobrepeso. “Es una paradoja. Observamos que cada vez más habitualmente hay una deficiencia de vitaminas y minerales, a pesar de los esfuerzos por luchar contra ello con varios programas que incluyen suplementos y fortificación de alimentos, y un elemento en común es claramente la mala calidad de la comida”.

La OMS y los autores les han reclamado a los gobiernos, a las ONGs y a otros actores que trabajen conjuntamente para transformar el sistema alimentario. “Sin una profunda transformación del sistema alimentario, el coste económico, social y medioambiental de la inacción afectará el crecimiento y el desarrollo de personas y sociedades durante las próximas décadas”, señaló Branca.

Traducido por Lucía Balducci

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