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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Un día en la fiesta roja de los aficionados del Liverpool en Madrid: “Lo pasamos bien sin hacerle daño a nadie”

Aficionados del Liverpool en la Plaza Mayor este miércoles.

Guillermo Hormigo

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Ya lo dice el gran himno del Liverpool: “Nunca caminarás solo”. Los reds, como tradicionalmente se conoce a los seguidores del equipo inglés, cumplen esta máxima a rajatabla. En cada viaje miles de hinchas acompañan a cuerpo técnico y jugadores demostrando su pasión. Madrid no es una excepción. Sin embargo, el problema es que algunas veces ese fervor se transforma en importantes molestias para vecinos e incluso para comerciantes. Era el temor ante el partido de Champions League que se disputa este miércoles a las 21.00 en el Santiago Bernabéu.

Para estos aficionados, sin embargo, los posibles inconvenientes deberían ser entendibles: “Lo pasamos bien sin hacerle daño a nadie”, asegura Mark, que viene a ver el partido con su hermano y tres amigos. Sabe que su club lo tiene difícil después del 2-5 de la ida, aunque no pierden la esperanza. Pero la preocupación deportiva llegará luego, “ahora toca festejar”. Cuando responden a las preguntas de Somos Madrid, en torno a las 14.30, todavía reina la calma en la Plaza Mayor. Media hora después, algunos cánticos comienzan a sonar y no tardan en intensificarse. Con ellos, los primeros residentes se asoman a la ventana.

Según datos de la Delegación del Gobierno, 1.800 reds han llegado a Madrid con entrada para el partido, a los que hay que sumar cientos de seguidores desplazados que han viajado a la ciudad sin localidad adquirida. Algunos de estos hinchas se refugian en el El Triskel, en la calle San Vicente Ferrer de Malasaña, sede desde hace 15 años de Madrid Reds. Una peña futbolística que une a españoles y británicos gracias al deporte, muy especialmente gracias al Liverpool. Pero otros no descansan de las calles ni antes, ni durante, ni después del partido.

De hecho, el incidente más reseñable tuvo lugar anoche en una céntrica discoteca de Huertas. Dos aficionados del Liverpool intentaron abandonar el local sin abonar la cuenta de 2.200 euros que habían generado. Al parecer, ambos habían abonado ya una primera cuenta de mil euros. Pero a continuación siguieron consumiendo una importante cantidad de bebidas e invitando a otras personas, especialmente mujeres, al grito de “somos millonarios”. Se calcula que llegaron a convidar 90 copas de champán. Llegado el momento de abonar esta nueva suma, trataron de marcharse y, al ser retenidos, adoptaron una actitud violenta que concluyó con la llegada de la Policía Nacional y su arresto como presuntos autores de un delito de estafa.

Una previa más de tranquis

Los antecedentes, que han llevado a residentes de la zona a movilizarse para reclamar un mayor control, han hecho que el partido haya sido declarado de alto riesgo por la Comisión Antiviolencia del Consejo Superior de Deportes, lo cual implica un considerable refuerzo de la seguridad. En total se han desplegado 1.587 efectivos, incluyendo 250 agentes de Policía Nacional y 70 de la Municipal. No obstante, el grueso lo representan los 1.180 vigilantes y auxiliares del Real Madrid, cuya labor se focaliza en el entorno del Estadio Santiago Bernabéu.

Al distrito Centro, especialmente la Plaza Mayor, llega parte de ese dispositivo aunque menos intensamente. Hay varios furgones policiales en los costados y tres en el centro, junto a la estatua de Felipe III. Junto a ellos, varios agentes de la Policía Nacional. Además, agentes municipales se mueven por distintas zonas de la plaza, sobre todo cerca de los bares o restaurantes en los que se concentra el bullicio.

Este enclave se ha convertido en centro neurálgico de las previas de partidos europeos con equipos ingleses de una manera espontánea, pero que ahora parece difícil de revertir. “Aquí podemos comer y beber, es un sitio al que es fácil llegar y donde tenemos espacio para celebrar y hasta dar unos toques al balón si alguien trae alguno. ¡Son todos ventajas!”, explica Jeremy, que ya visitó la ciudad en la final de Champios de 2019, en una jornada mucho menos tranquila en la que tuvieron lugar varios incidentes.

La noche anterior no se produjeron altercados en las calles, de hecho apenas hubo ambiente y solo pudo verse a algunos aficionados en Sol y la Plaza Mayor. Esto relaja un poco a los vecinos, aunque no quieren confiarse: “La cosa se presenta tranquila y llevamos dos días excepcionales así. No sabemos a que se debe, al parecer han venido algo más de 1.000 hinchas en lugar de los 8.000 de la última vez. Supongo que influye que vienen de un partido perdido en Inglaterra”, expone Ricardo, de la Asociación de Residentes de la Plaza Mayor y Aledaños.

La afición que vive el fútbol “así”

Para los hinchas más exaltados, en cambio, esto supone una ligera decepción. “Veníamos aquí con muchas ganas y lo vamos a pasar genial, aunque por lo que nos comentan suele haber todavía más ambiente”, lamenta un grupo de turistas egipcios que corea en bucle el nombre del Mohamed Salah, delantero estrella del Liverpool. Reconocen que también vienen para ver el Real Madrid (aunque dos de ellos ni siquiera tienen entrada). De hecho, son varios los turistas con camisetas del equipo merengue que se ven por todo el centro de la ciudad, algunos de ellos intercambiando impresiones tranquilamente con la afición inglesa.

A eso de las 16.00 la música procedente de algún que otro altavoz se une a los cánticos. La gran mayoría de reds ha terminado ya la comida y una larga sobremesa a base de tercios y dobles, por lo que empiezan a desmelenarse. Cada vez se ven menos camisetas rojas y más torsos achicharrados por el sol.

Pero hay otro perfil de hincha, más contenido, que también disfruta de la tarde en el Madrid de los Austrias. Susan y su hija Mia conversan tranquilamente con los ocupantes de la mesa de al lado, llamados ambos Peter. Ellas relatan entre risas que los hombres de la familia, padre e hijo, son del Everton (el otro gran equipo de la ciudad): “No lo están pasando muy bien”, bromean, ya que el club roza el descenso en la Premier League. Peter y Peter son dos amigos de la infancia nacidos en Bristol, pero ambos se mudaron a Liverpool de jóvenes: “Necesitábamos tener cerquita Anfield [el estadio del equipo]”. Es la primera vez de los cuatro en Madrid, y aunque entienden las quejas vecinales, justifican a sus compañeros de afición: “En Inglaterra y especialmente en Liverpool el fútbol se vive así”, dice Susan.

Lo cierto es que lo familiar no es sinónimo de tranquilidad entre estos seguidores. Y no por unos peques que juegan a la pelota en la plaza, hasta que algún policía les indica que no pueden hacerlo y la guardan diligentemente. Otro grupo de niños, como mucho preadolescentes, echa gasolina a los cánticos mientras presumen de bandera. Todo ello con pelucas rojas en la cabeza. La customización es total.

Poco a poco el ambiente se anima, sin llegar al desmadre de otras ocasiones. El ruido se concentra en el margen de la plaza que da con la Cava de San Miguel. Ahora que el servicio de comidas ha pasado y la actividad decae ligeramente hasta que se acerque el partido, varios empleados de uno de los numerosos negocios de hostelería de la zona ríen y comentan el estado de embriaguez de algunos hooligans. “Si pudiera firmar que siempre se porten como de momento se están portando hoy lo hago ahora mismo”, sentencia uno de estos trabajadores.

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