“Los jardines en alcorques buscan recuperar el aprecio que los madrileños han perdido hacia sus calles”
Rocío Aguilera (El País): ¿Cómo surge el proyecto de Jardines en Alcorques?Rocío Aguilera (El País):
Diego Casado (Somos Malasaña): La idea de los jardines en alcorques surge de la necesidad de verde que tiene un barrio como Malasaña, donde la mayoría de sus plazas -salvo el Dos de Mayo- son áridas o graníticas. Llega hasta tal punto la carencia de plantas que hay más verde en los balcones de los vecinos que a nivel del suelo.
Esta necesidad se juntó con viajes pasados a Berlín y a Nueva York, ciudades en las que los vecinos de muchos barrios han hackeado los alcorques de sus calles y han sacado de ellos pequeños jardines en diferentes estilos. Jardines que funcionan bien y no son vandalizados. ¿Por qué no intentarlo en Madrid?
¿Cómo favorecería al barrio su implementación?
El estado actual de muchos de los alcorques de Malasaña, especialmente en la zona prevista para la implantación de estos jardines-macetero, es manifiestamente mejorable: algunos están cegados y encharcados constantemente, otros se han convertido en contenedores de basura... en general están muy poco cuidados porque no se observan con cariño.
El proyecto presentado a los presupuestos busca crear también una relación de simpatía hacia estos elementos de la ciudad y empezar a recuperar el aprecio que los madrileños han perdido hacia sus calles. La desafección de la gente con su ciudad ha llegado a tal punto que a la mayoría no les importa nada o casi nada la conservación de lo que les rodea. Ven su calle como algo que le es ajeno. Está en las antípodas de lo que debería ser una ciudad y su ciudadanía.
¿Quiénes (asociaciones, Ayuntamiento, etc) están involucrados?
Para montar este proyecto se formó un grupo de trabajo dentro de la Plataforma Maravillas (la federación-asamblea que agrupa a vecinos, asociaciones y comerciantes de Malasaña), en el que nos juntamos varias personas interesadas en el proyecto. Cabe destacar aquí la aportación técnica de uno de los participantes, el colectivo Rojomenta, especialistas en jardinería y cuyos consejos fueron recogidos en el proyecto. Yo pertenezco al periódico Somos Malasaña, que será uno de los actores importantes a la hora de lanzar la parte más afectiva del proyecto (la de los presupuestos participativos es meramente física, de infraestructura). Una vez construidas las estructuras de los jardines en los alcorques, será importante implicar a vecinos y comerciantes de la zona en el cuidado de cada uno de ellos, incitándoles a que apadrinen un alcorque y se hagan corresponsables -junto con el Ayuntamiento- de su cuidado.
¿Era un proyecto que estaba pensado desde antes de los presupuestos participativos?
Sí, el grupo de trabajo se montó en septiembre del año pasado, aunque cuando el Ayuntamiento de Madrid anunció que habría una parte de los presupuestos que servirían para financiar proyectos vecinales, pensamos que nuestra idea podría encajar en ese formato a la perfección.
Si los presupuestos participativos no favorecieran a este proyecto, ¿tienen un plan alternativo para llevarlo a cabo?
En la Plataforma Maravillas, el grupo donde nació todo, estamos muy acostumbrados a sacar cosas adelante sin mucho presupuesto (llevamos haciéndolo con las fiestas del barrio desde hace ocho años). Si no alcanzara los suficientes votos seguro que conseguiríamos construirlo de alguna otra manera.
¿Hay algo que pueden hacer los vecinos para que este proyecto se lleve a cabo?
Los vecinos son parte importantísima del proyecto, por lo que antes he comentado: el jardín-alcorque servirá de nexo de unión entre la calle y los habitantes de Malasaña. Los que se apunten al proyecto -si sale aprobado contaremos en el periódico citado cómo hacerlo- podrán participar desde el inicio en una iniciativa pionera que mejorará su barrio.
Si se llega a aprobar el proyecto en los presupuestos participativos, ¿cuál es el siguiente paso? ¿cuándo se implementaría?
Desconozco los trámites administrativos que seguirían a la aprobación del proyecto, pero entiendo que primero habría que diseñar los jardines-alcorques (han de ser elevados, contar con riego y no dañar el tronco que rodearán, ni sus raíces), luego instalarlos e implicar al tejido social para que ayuden a cuidarlos.
El proyecto está concebido como un plan piloto, copiable y hackeable, que puede ser exportado a muchas zonas de Madrid. Sería genial que, si tiene éxito, en los presupuestos participativos de 2017 surgieran varias iniciativas calcadas a esta en otros barrios.
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