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Las 'típicas rencillas' de colegio

Varios niños y niñas esperan la apertura de puertas de un colegio el día del inicio del curso escolar.

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Eso son “típicas rencillas” de colegio, es tal vez una de las frases que más complicidad recoge frente a la denuncia de la infancia que es víctima de acoso escolar. Esa infame tendencia a minimizar la violencia y el testimonio de los niños y las niñas y que se agudiza cuando esa infancia no es blanca y el motivo por el que le persiguen, insultan y agreden, es su lugar de origen y/o su color de piel. Esto fue lo que le dijeron a la madre y padre de Saray en el colegio, cuando comentaron lo que estaba sucediendo con la niña, restándole importancia al asunto.

Una niña colombiana de 10 añitos ha tenido que soportar durante meses en un colegio nuevo al que llegaba luego de trasladarse a vivir en España, que sus compañeros la golpearan, tiraran del pelo, le gritaran cosas como “sudaca de mierda, vuelve a tu país”, “puta colombiana” o “no vas a tener amigos”. No puedo evitar preguntarme de dónde carajos sale tanto odio, cómo puede ser tan miserable una sociedad que siembra en la infancia tantas canalladas, para que el acoso, la persecución y la violencia se reproduzcan de esta manera, sin permitirles siquiera crecer en paz. 

Detrás de esas “típicas rencillas” o el tan frecuente “son cosas de niños”, a menudo lo que hay es un racismo brutal, que tiene podrido a un sistema que desprecia las vidas que no son blancas y que infamemente tampoco distingue la edad que tengan. Ese que se hace evidente en cosas tan absurdas como quejarse incesantemente en redes sociales porque un personaje imaginario de una película de Disney lo representa una actriz negra, o en cosas tan graves como justificar que un gobierno sea cómplice o responsable del asesinato de personas por cruzar una frontera.

A Saray le han bastado dos días de su regreso al colegio para tomar la decisión de lanzarse desde un tercer piso y acabar así con esa tortura. Su padre dice que ella en algún momento dejó de confiar en que ellos lo solucionarían o en que el colegio la protegería. Cuántas niñas y niños están ahora mismo como Saray, cuántas estarán sintiendo que los adultos de su entorno no les protegen. Cuál tiene que ser la situación física y emocional de la infancia en un país como España que recibe población migrante todos los días y que además de agredida se siente desprotegida.

Ella está ahora mismo en un hospital recuperándose de lesiones en la cadera y el tobillo, pero cuánto tiempo le tomará curarse de las lesiones emocionales que esto le ha dejado, cuánta terapia y años le llevará superar toda esa mierda que ha tenido que soportar. Saray no está a salvo y tampoco lo están las niñas y niños racializados, mientras los lugares que deberían ser seguros, sean entornos tan jodidamente hostiles y peligrosos. 

No dejo de pensar en que es algo sobrenatural, milagroso si se quiere, que ella haya sobrevivido. Solo espero que esto que le ha sucedido a Saray sirva para algo, para que como adultos nos revisemos lo que hacemos en general y respecto a la infancia, para que estos episodios tan profundamente dolorosos y traumáticos no los vuelva a vivir ninguna criatura y que sus familias puedan sentir la tranquilidad de que ellas estarán bien y seguras.  

Saray, si un día lees esto quiero que sepas que no hay nada mal en ti, ni en tu piel, ni en tu cuerpo ni en que seas de Colombia. Eres una niña maravillosa y valiente. Absolutamente nada de lo que ha pasado ha sido tu culpa. Somos muchísimas las personas que estamos deseando te recuperes pronto y puedas disfrutar de la vida y de tu familia tanto y tan feliz como lo mereces.

Si también me leen desde el colegio o personas que trabajan con la infancia en entornos educativos; quiero insistir en que no olviden que educar implica también cuidar, ninguna niña o niño podrá estar en condiciones de educarse si está viviendo un absoluto calvario y si quienes deben creerle y protegerle no lo hacen. Es necesario reconocer que nunca va a ser lo mismo ir al cole, que ir al cole en un país nuevo o ir al cole siendo una niña o niño negra/o, musulmana, china/o, latina/o, etc.; en un país mayoritariamente blanco. Reconocer el racismo como un factor de riesgo para la salud física y mental en los entornos educativos, es una tarea urgente que ustedes no pueden evadir. 

A las familias de los/as compañeritos/as de Saray, a las familias con criaturas en edad escolar y a la sociedad en general. Este tipo de conductas no se dan por generación espontánea ni son “cosas de niños”, esto es cosa de la información que estos niños y niñas reciben en su entorno, de lo que les han dicho que es lo correcto y eso es responsabilidad de los adultos. Qué han visto en su casa y qué han escuchado decir a los adultos con quienes interactúan. No, esto no se trató de un caso aislado o de un caso límite; este tipo de situaciones la viven todos los días la infancia racializada mientras los adultos creen que son cosas inofensivas y simples rencillas y se hacen así cómplices de una enorme espiral de violencia racista con consecuencias nefastas para la vida de muchísima gente. 

Saray está viva, pero bien sabemos que pudo no ser así, ya basta de minimizar la violencia y los relatos de la infancia. Que nunca más ni el origen ni el color de piel sean motivo del sufrimiento para una niña o un niño. 

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