Si su país es federal y se encuentra entre las primeras democracias avanzadas (voy a llamar así a los países que ya eran democracias cuando España hizo la transición) notará que no tiene ni ministra ni ministro de cultura y no lo ha tenido nunca. Es una prueba de tornasol inapelable para el federalismo entre las democracias más maduras, siete de un total de 24 países. Sí y solo sí es federal, no es cultural; no basta el truco de descentralizar. Eso es lo que revela una lectura paciente de la Wikipedia. En todos los demás casos hay un ministerio de alto nivel con el nombre de “Cultura” en la puerta. Que además, menos en griego, japonés y hebreo, que no usan el abecedario, se dice siempre igual: o cultura o kultur, o cosa muy parecida, hasta en finés. Alcanzo a distinguir que los griegos usan el equivalente a “civilización” (la palabra tiene la raíz “polis”), pero lo pasamos por cultura.
Los federales son estos:
- Alemania: Existe el Comisionado Federal de Asuntos Culturales desde 1999, sirve dentro del gabinete de la Canciller.
- Australia: Hay un Departamento de Comunicaciones y Artes cuyo ministro (de rango menor) sirve dentro del Department of the Prime Minister and Cabinet (algo también a medio camino entre un ministerio de la presidencia y un gabinete para el Primer Ministro). Antes de 2015 las competencias se combinaban con otras áreas.
- Austria: Hay un departamento para la cultura, los medios y la UE dentro de la Cancillería (hay otro para mujeres, familia y juventud).
- Bélgica: El gobierno tiene algunas competencias compartidas en materia de patrimonio y grandes museos, la cultura depende de las provincias y comunidades.
- Canadá: Existe un Ministerio del Patrimonio Canadiense desde 1996. Entre 1991 y 1996 y, de nuevo, entre 2013 y 2015 hubo un singular Ministerio de la Multiculturalidad. Aunque formalmente es un ministro de igual nivel al resto, el contexto es el de un gabinete de 34 ministerios.
- EEUU. Hay algunas agencias de promoción de las artes y la cultura, como el National Endowment of Arts, sin rango gubernamental. El Departamento de Estado (exteriores) tiene una oficina de asuntos “educativos y culturales” para llevar la relación con otros países en esas materias.
- Suiza: Existe una Oficina Federal Cultural, un departamento dentro de Asuntos Internos, y el gobierno federal tiene algunas competencias en gestión cultural, desde 1999.
A veces se intenta contraponer una especie de modelo anglo, en el que “lo de la cultura” se refiere más al patrimonio y a las artes, a un modelo gálico, que toma el asunto como algo más, digamos, espiritual, pero de mucha contundencia política. En Francia, el Ministerio de Cultura lo introdujo De Gaulle, y se lo entregó a Malraux, en su momento más nacional. En España, con este pico de mantel se hace un argumento anglófilo y anti-estatalista que suele resonar a la derecha del centro.
Algo de eso hay, aunque habría que decir modelo anglo-holandés, ya que el primer ministerio en llevar la palabra “Arte” en su rótulo parece que fue Holanda en 1918, si bien ya lo encontramos con la denominación“Cultura, Recreo y Asuntos Sociales” en 1965. Gran Bretaña no crea un ministerio del “Patrimonio” (Heritage) hasta 1992, aunque ya lo llaman de cultura en 1997; Irlanda espera hasta 2002 (Arts), y hasta 2010 no introduce en el nombre la “Cultura”, junto al patrimonio y a los asuntos de las tierras del gaélico, como para recordarme qué poco les agradaría cargar con lo de anglo-holandés; el Ministerio de Artes de Nueva Zelanda se crea en 1975, doce años después ya era de “Artes y Cultura” (hoy lo es también del patrimonio); en Canadá se crea el Ministerio del Patrimonio Canadiense en 1996, pero nunca han hecho la transición a la Cultura (solo, tentativamente, a la Multiculturalidad, todo un tema); Australia tiene cargos de rango inferior al ministro dedicados a las Artes y al Patrimonio, pero no Ministerio, y no Cultura.
Aunque esta diferencia anglo-latina tiene bastante interés -en España, el Patrimonio depende, en gran medida, del Ministerio de Hacienda- no me parece la más decisiva. Si a eso vamos, igualmente interesante es la evolución de los ministerios de cultura nórdicos desde unos primitivos ministerios de asuntos religiosos (nombre que han recuperado algunos gobiernos conservadores en Noruega, hasta hoy mismo) frente a una cultura laica y más decididamente estatal. Es esa diferencia que va de gestionar algo que se crea en la sociedad a administrar la cuestión con mentalidad de productor de bienes públicos. De hecho, los ministerios de cultura nórdicos a menudo se emparejan con los de asuntos de la sociedad civil, la igualdad, la participación democrática y... los medios de comunicación. Aquí hay un temazo, pero me estoy desviando.
El caso es que todos estos matices no son nada comparados con la gran divisoria: los estados federales no tienen Ministerio de Cultura y son los únicos que no los tienen. Por lo demás, los modelos parece que convergen, al menos, en la adopción del rótulo, que se generaliza casi del todo al final del siglo pasado. Las democracias ex-comunistas tienen todas su ministerio, a veces heredado de las repúblicas populares. Las democracias latinoamericanas están llegando más tarde, pero con resolución. Es interesante que en Latinoamérica los países federales sí se están dotando de ministerios de cultura, algunos recentísimos (México en 2015 y Argentina en 2014) pero alguno es más veterano (Brasil lo tiene desde 1985). No soy ninguna autoridad en federalismo, pero estoy seguro de que no todos los federalismos son iguales.
¿Es usted federalista? Hágase la pregunta de si, con todo lo progresista que le pueda parecer la cultura, o con todo lo que la quiera ver bajo su bota, no le parecería mejor que, en lugar de ensalzar o someter, “todo eso” se administrara regionalmente. Salvo unas cuantas cosas que, en rigor, deberían autoadministrarse (como los grandes museos y bibliotecas), recomendando al gobierno qué hacer, más que esperando al gobierno de turno para ver a quién les pone. Yo, solo por esto último, ya compro.