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Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

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El sistema electoral no es neutral

Ferran Martínez i Coma

Uno de los temas recurrentes de esta campaña es la posible reforma del sistema electoral. Todos los partidos estatales menos el PP han ofrecido, en caso de ganar las elecciones, modificar, reformar o cambiar el sistema. Cada partido tiene una o varias propuestas más o menos complejas: mientras el PSOE propone hasta 9 cambios en su reforma electoral (página 42),  Izquierda Unida  propone reformar el sistema sin cambiar la Constitución, reduciendo el  mínimo de escaños por provincia de 2 a 1 –lo que libera 50 escaños para distribuirlos en función de los restos - y sustituir la regla D’Hondt de cálculo por el sistema Hare. Ciudadanos apuesta por “Impulsar una reforma electoral inspirada en el modelo alemán. La elección de los diputados se hará simultáneamente entre escaños unipersonales y listas proporcionales desbloqueadas, disponiendo en consecuencia cada elector de dos votos.” Podemos, en el punto 228 –“Igualdad política: reforma del sistema electoral- del programa electoral dice ”estableceremos la circunscripción autonómica como única base territorial para la asignación de diputados, y utilizaremos fórmulas de la media mayor que garanticen la igualdad del peso del voto de todos los ciudadanos. La distribución de diputados entre las distintas comunidades autónomas se llevará a cabo de acuerdo con el peso demográfico de cada una de ellas.“

La reforma del sistema electoral no es solo preocupación de los partidos políticos. Por ejemplo, en España, organizaciones políticas ciudadanas como Más Democracia hacen propuestas para reformar el sistema. Pero nuestro sistema electoral también llama la atención allende las fronteras. Así, desde la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) en su reporte previo a las elecciones pone en cuestión el principio de igualdad de voto. No es la primera vez que lo hace: en 2008 y en 2004 llegando a  afirmar que “las autoridades tal vez deban evaluar si la distribución de escaños establecida en el Congreso de los Diputados cumple con los estándares constitucionales y con los principios internacionales de igualdad del voto”.

¿Por qué la insistencia en reformar el sistema electoral? Porque no es neutral y unos partidos ganan y otros pierden. Con otras reglas electorales se obtendrían diferente número de escaños, con el mismo número de votos. Al fin y al cabo el sistema electoral es la forma en la que traducimos los votos en escaños. Y de la misma forma que ante el mismo texto no obtenemos la misma traducción si utilizamos el traductor de Google que si lo hace un profesional cualificado, el sistema electoral –el método de traducción- importa.

En esta entrada voy a mostrar quién ha ganado y quién ha perdido en las últimas cuatro elecciones con el actual sistema electoral. El punto de comparación es con un sistema electoral proporcional puro: distribuyendo todos los escaños en una única circunscripción de 350 diputados. Por tanto, la concentración del voto, no importa ni tampoco el tamaño de la provincia. Este punto de comparación es el más sensato por varias razones. En primer lugar, porque lo podemos replicar todos desde casa. Solo tenemos que recopilar los datos que se recopilan en la web del Ministerio del Interior y hacer los cálculos. En segundo lugar, porque evitamos hacer demasiados supuestos, a diferencia de las propuestas que se parecen al sistema alemán. Tercero, porque en un sistema electoral proporcional puro todos los votos cuestan lo mismo, resolviendo la queja que hemos escuchado muchas veces de que el escaño en Soria es menos costoso que en Barcelona.

¿Hay algún partido que se ha beneficiado con el sistema actual? Tanto PP como PNV han obtenido siempre más diputados de los que deberían. Las barras sobre la línea muestran los escaños extra que consiguieron cada partido y bajo la línea cuántos escaños podrían haber obtenido. Si no hay barras sobre el par significa que dicho partido hubiera obtenido el mismo resultado.

 

Precisamente, el superávit de escaños del PP se produce en las elecciones de 2011 (21 extra) y en 2000 (17). El PP obtendría 165 escaños en lugar de los 186 que tiene actualmente y habiendo ganado las elecciones, no habría conseguido la mayoría absoluta. En 2000 el PP también habría conseguido 166, pero tampoco habría obtenido la mayoría absoluta.

El PSOE se ha beneficiado bastante menos que el PP. Mientras que en 2008 obtuvo 7 escaños extra y 6 en 2004 y en 2000 salió perdiendo. Como se ve, el sistema le ha beneficiado menos que al PP. Incluso ganando elecciones, ha conseguido menos superávit que el PP: en 2004 el PP consigue mayor superávit, pero el PSOE gana.

Los perdedores del actual sistema han sido IU y UPyD. Como se ve en los gráficos, IU ha perdido entre 14 (en 2011) y 11 (en 2008) durante las últimas 4 elecciones. Con el sistema propuesto, UPyD hubiera conseguido 12 escaños más en 2011 y 3 en 2008.

Los gráficos muestran que los partidos nacionalistas se beneficiarían de forma desigual con un sistema más proporcional. Por ejemplo, los resultados de CiU (lo que quede de ella) apenas hubieran variado en las cuatro elecciones anteriores. Sin embargo, tanto al PNV como a NA-Bai el actual sistema les ha beneficiado. ERC, en cambio, ha salido perdiendo con el sistema actual. Por lo tanto, como se ve, el sistema electoral no beneficia a todos los partidos nacionalistas.

La única limitación de esta simulación es que asume que el sistema electoral no condiciona el voto de los ciudadanos, algo que se ha demostrado empíricamente que no es así (véanse los trabajos de Ignacio Lago y José Ramón Montero, entre otros). En otras palabras, los ciudadanos modifican la decisión de su voto en función del sistema electoral que se aplica. Por ejemplo, en España el PSOE se ha beneficiado del voto estratégico –ciudadanos que prefieren votar a su segunda opción antes de la primera (IU) para evitar que gane su peor opción (PP)- de antiguos votantes de IU. Así que dichos cálculos son conservadores y, probablemente, IU hubiera conseguido algunos escaños más.

Pero las próximas elecciones no son una simulación y en menos de dos semanas veremos si hay posibilidades reales de reformar el sistema electoral. Parece difícil que el PP  acepte una fórmula que le aboca a la incertidumbre. En cualquier caso, si hay reforma, cabrá recordar de donde viene nuestro sistema electoral –recomiendo este brillante trabajo de los antedichos: “Todavía no sé quiénes, pero ganaremos’: manipulación política del sistema electoral español'[1]  - y las palabras de Oscar Alzaga: ”El sistema electoral español es absolutamente original (…) y es bastante maquiavélico. Es original (…) porque el procedimiento se basa en la Ley de 1908, y es bastante maquiavélico porque la ley actual es esencialmente una reproducción del Decreto-ley del 77, y tal Decreto, formalmente pactado por el Gobierno predemocrático con las fuerzas de la oposición (…) y el encargo político real consistía en formular una ley a través de la cual el Gobierno pudiese obtener mayoría absoluta. (…) Y con un mecanismo que en parte favorecía a las zonas rurales, donde en las proyecciones preelectorales UCD era predominante frente a las zonas industriales, en las que era mayor la incidencia del voto favorable al Partido Socialista (...). [Además,] se procuraba que el logro de la mayoría absoluta para el Partido Socialista estuviera situado no en el 36-37%, sino en el 39-40%.“ Parece difícil que algún partido consiga mayoría absoluta, pero si los votos de Podemos y Ciudadanos no se concentran, los déficits de escaños aún pueden ser mayores que los vistos para IU y UPyD. 

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[1] De Ignacio Lago y Jose Ramon Montero. Zona Abierta 110/111: 279-348

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