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Franco legó a Patrimonio Nacional solo dos regalos oficiales en 40 años de dictadura

La limusina todoterreno que regaló Hitler a Franco tras la guerra

Raquel Ejerique

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Francisco Franco y su familia recibieron regalos de jefes de Estado, embajadores, instituciones o empresarios, pero para el Patrimonio Nacional español no existen. De 40 años de dictadura han quedado dos presentes registrados en este organismo público, dependiente del ministerio de Presidencia: dos coches de lujo antiguos. Pese a que todos los martes durante 40 años hubo audiencias en el Salón de los Pasos Perdidos de El Pardo, donde según recuerda el historiador Mariano Sánchez Soler se recibía a corporaciones, fundaciones, personalidades, empresarios o clubes que llegaban con sus agasajos, no ha quedado rastro de nada de todo eso en el sistema público.

De los dos únicos regalos que constan, el más conocido es el Mercedes Benz 540. Se trata de una limusina todoterreno de seis metros y seis ruedas que le regaló personalmente Adolf Hitler a su homólogo dictador. Según consta en el expediente de Patrimonio Nacional, se registró en 1939, el año en que acabó la guerra. En todo el mundo se fabricaron 57 unidades –entre 1934 y 1939– pero nunca se fabricó para el circuito comercial, sino para ocasiones especiales y personalidades que el régimen nazi consideró excepcionales. El dictador italiano Benito Mussolini también fue obsequiado con el mismo coche que Franco, del que solo quedaron cuatro ejemplares tras la Segunda Guerra Mundial.

En los informes oficiales de Patrimonio, a los que ha tenido acceso eldiario.es a través de una petición de información en el Portal de Transparencia, aparece otro vehículo bajo el código 10008770. Se trata de otro Mercedes Benz, en este caso el modelo 770, el favorito de Hitler, y que fue entregado a Franco como obsequio entre 1938 y 1943, sin que los registros especifiquen una fecha más precisa. Es el mismo modelo en el que se paseaba el dictador en ocasiones especiales, como cuando recibió en Munich a Mussolini: ese ejemplar acabó siendo subastado en Arizona el año pasado, sin que haya trascendido cuánto le pagaron al propietario, un millonario ruso. El modelo español está guardado en el Palacio del Pardo.

Del resto de regalos que pudieron conformar la jugosa herencia que dejó el dictador no se sabe nada, y tampoco nadie ha preguntado: “No consta en nuestros archivos que se hayan producido hasta la fecha peticiones de devolución de esta naturaleza ni a la Fundación Francisco Franco ni a la familia Franco”, contestan desde Patrimonio Nacional, aunque recuerdan que la ley vigente en la dictadura sobre el patrimonio no preveía que los bienes regalados al jefe del Estado tuvieran que pasar por este departamento.

La opacidad rodea el legado de los Franco, amasado durante la dictadura y que dio como resultado un poderoso testamento, como publicó El Mundo: dejó a su mujer y su hija 28.500.315 pesetas (casi 1,8 millones de euros actuales, según la evolución del IPC), entre ellos el Pazo de Meirás, una cesión que se hizo al dictador en 1938, antes del fin de la guerra, a base de donaciones forzosas que el régimen llamó “suscripción popular” y que está siendo reclamado por el Estado.

Además de este regalo hay muchos otros objetos cuya pista se ha perdido, que fueron obsequios al representante del estado dictatorial, y también cuando aún no había alcanzado la jefatura del Estado, y que acabaron en manos de la familia en una clara confusión de lo público y lo privado durante los años de dictadura.

Por ejemplo, es un misterio dónde se encuentra el fragmento de la pila bautismal de Cervantes que se regaló en un estuche a Franco en 1947. El Ayuntamiento de Alcalá de Henares ha iniciado una búsqueda de esta pieza única y se dirigió a la Fundación Franco para preguntar. Esta organización franquista dice que ignora el paradero de la pieza y que quizás sería entregada a Patrimonio Nacional. Pero la institución aseguró a eldiario.es que nunca fue depositada allí. Solo constan los dos coches regalo de Hitler.

Otro tema central del patrimonio son las joyas y la afición de la esposa del dictador por las piedras y las perlas, lo que le valió el apodo de La Collares. En noviembre la casa Christie’s subastó en Londres tres piezas de alta joyería provenientes de la familia Franco: una sortija con siete diamantes y un set de pendientes y collar de diamantes y esmeraldas de Cartier de la hija del dictador, que lució en la boda de su nieto Luis Alfonso de Borbón. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) pidió al embajador español en Londres que la diplomacia interviniera para detener la venta por ser un “oscuro patrimonio” de “dudoso origen”. No se conoce si fue un regalo o se compró el conjunto, como pasa con casi todo lo que dejó Franco a su familia.

Además de los obsequios que hicieran en la recepción de los martes las 40.000 personas e instituciones que pasaron por allí, según cálculos del historiador Mariano Sánchez Soler, también acabaron en manos del patrimonio personal de Franco las “800 toneladas de café” que el dictador de Brasil, Getulio Vargas, donó a los golpistas en octubre de 1936, antes de convertirse en dictador, según apunta el historiador Ángel Viñas. Era “un regalo al Estado español” que Franco vendió “y cobró por adelantado 7,5 millones de pesetas”, que serían hoy unos 85,6 millones de euros.

“No hay constancia de los regalos, porque Franco utilizó Patrimonio casi como su patrimonio personal. ¿Cómo se puede rastrear si en su momento no se hizo?”, se pregunta Sánchez Soler. Y pone como ejemplo las estatuas del pórtico de la Gloria, que de estar en la catedral de Santiago acabaron en la casa de los Franco. O “unas joyas de China que tenía Carmen Polo y que salieron fotografiadas alguna vez en su mesa y que aparieron a la venta en un anticuario”, continúa Sánchez Soler: “Hay que entender el sistema, habrá cosas que se podrían hacer para recuperar patrimonio, pero para eso tiene que haber documentos, empeñarse y gente que lo reclame”.

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