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El PP aspira a que el voto oculto no lo lleve a la irrelevancia en Catalunya

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el candidato del PP a la Generalitat, Xavier García Albiol, en una visita al Museo del Juguete en Figueres durante la campaña electoral del 21D.

Rodrigo Ponce de León

Si se cumplen los peores pronósticos de las encuestas de las elecciones autonómicas del 21D en Catalunya el PP se podría convertir en la última fuerza política del Parlament, quedando como un partido irrelevante entre los bloques ideológicos e identitarios que se han construido en esta comunidad autónoma. No es lo único que preocupa en la sede de la calle Génova. La imagen de la victoria de la candidata de Ciudadanos, Inés Arrimadas, sería un alivio como frente al independentismo pero proyectaría en el resto de España que la formación del Albert Rivera es una alternativa creíble como partido de centro derecha.

Por este motivo, los dirigentes del Partido Popular, encabezados por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se han volcado en la campaña para no dejar escapar el “voto útil” a la formación naranja como fórmula para bloquear a los secesionistas. En los últimos días tanto Rajoy como el candidato del PP a la Generalitat, Xavier García Albiol, ministros y barones de la formación conservadora han apelado a la utilidad del voto a los populares no para ganar las elecciones sino para arañar los últimos escaños que quedan en liza con los partidos independentistas en cada provincia.

“Votar al PP es el voto más útil de todos porque es el voto que defiende valores, principios y convicciones, y no se detiene ante nada. Sin el PP, no es posible construir una alternativa constitucionalista”, ha repetido Rajoy en los cinco actos de campaña en los que ha participado. Por su parte, García Albiol ha señalado que “es especialmente importante que en unas elecciones en las que nos jugamos tanto, el PP tenga una fuerte representación en el Parlamet, dónde representamos la verdadera voz contra el independentismo, tal y como hemos demostrado durante toda la legislatura”.

Algunos dirigentes populares admiten en privado que repetir los resultados de las elecciones autonómicas de 2015 sería un éxito (11 escaños), aunque lo que se reitera en los actos electorales una y otra vez es la necesidad de conseguir que vuelvan a depositar en la urna el voto con la papeleta del PP el mismo número de personas que lo hicieron en Catalunya en las elecciones generales de 2016: 462.637 sufragios.

Entre estos votantes, los populares aspiran a que en las encuestas haya mucho voto oculto al PP, una situación que se repite en todos los comicios pero que se ha incrementado por la crispación de una campaña en la que las elecciones las ha convocado el Gobierno central tras intervenir la autonomía catalana y por la encarcelación de dirigentes independentistas.

Lo cierto es que la estrategia de asumir el protagonismo de la aprobación del artículo 155 de la Constitución con la intervención de la autonomía sumado a las propuestas de concordia y reconciliación entre catalanes no han tenido el efecto deseado entre una ciudadanía muy polarizada.

El Partido Popular admite que tiene cinco escaños en juego. La formación conservadora puede perder prácticamente un 50% de los once diputados autonómicos que obtuvo en los anteriores comicios autonómicos. En Lleida, Tarragona y Girona hay un diputado popular en juego mientras que en la provincia de Barcelona hay dos escaños en liza con formaciones independentistas.

Hasta el momento las críticas internas del partido no dejan de ser cuestiones veladas sobre si no se tendría que haber aplicado el artículo 155 de la Constitución con antelación al referéndum del 1 de octubre, si no se tendría que haber esperado más tiempo para convocar elecciones una vez intervenida la autonomía catalana por el Gobierno central o la elección como candidato de Xavier García Albiol no ha sido la adecuada.

Estas cuestiones se lanzan con prudencia en un momento en el que no se admiten grietas ante el reto electoral. Sin embargo, hay malestar interno en el partido por la actitud pasiva de Rajoy ante el problema catalán y con la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, por su abandonó del partido en las regiones hasta que el presidente nombró a un nuevo coordinador regional en 2017. “En Catalunya le hemos dejado el camino libre a Ciudadanos, se ha intentado reaccionar pero ha sido demasiado tarde”, aseguraba un diputado popular.

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