El PP y el PSOE pierden interés en la idea de extender la educación obligatoria hasta los 18
Fue bonito mientras duró. Por un tiempo, parecía que PP y PSOE coincidían en algo en educación: ambos partidos dijeron que pretendían que más alumnos estudien hasta los 18 años. Hasta que el ministro de Educación, Iñigo Méndez de Vigo, desmintió a su número dos. Al ministro le parece que las cosas están bien como están. ¿Se esfuma el elemento que más les podía acercar a un acuerdo?
Se acercan las elecciones y los partidos van deslizando sus propuestas. Esta vez fue el PSOE quien abrió el melón de este debate cuando presentó las líneas básicas de su programa electoral. Los socialistas pretenden “extender la obligación de las administraciones educativas de ofertar plazas hasta los 18 años”, que no es lo mismo que establecer la obligatoriedad.
El número dos del Ministerio de Educación, Marcial Marín, informó en rueda de prensa de que se está valorando fomentar la educación hasta los 18 pero con la idea de dejar la puerta abierta a que trabaje quien quiera (en España se puede trabajar desde los 16 años). Ha sido desautorizado por su jefe, que opina que “los plazos actuales son correctos” y se pregunta “cómo quiere pagarlo” el PSOE.
Del resto de partidos nacionales no se conocen aún las propuestas educativas. De Ciudadanos se sabe que quiere impulsar un pacto educativo. Poco más. Podemos está elaborando su programa. Esta idea la comparten también colectivos del sector educativo como la Plataforma Estatal por la Escuela Pública o Fedadi, la federación de directores de instituto.
Obligatorio hasta los 16
La propuesta busca ir un paso más allá en educación. Los partidos creen que es el momento de que todos los alumnos permanezcan en el sistema hasta los 18 años aunque no sea obligatorio por ley, igual que hizo la LOGSE en 1990 con el tramo de entre 3 y 6 años. Este periodo educativo tampoco es obligatorio pero presenta unas tasas de escolarización cercanas al 100%.
No es que ahora no se pueda estudiar hasta los 18 en el sistema público, claro. Pero el porcentaje de los que se queda hasta los 18 está lejos de ese 100%. En España la ley obliga a escolarizar a los jóvenes hasta los 16 años, en teoría cuando se aprueba el 4º curso de la ESO. A partir de ahí el camino natural después es realizar el Bachillerato, normalmente para acabar en la universidad, o elegir la vía profesional a través de la FP. Hoy en día una gran mayoría de los estudiantes sigue una de estas dos vías pero también hay un grupo de jóvenes que abandona el sistema recién cumplidos los 16, tengan título o no, para incorporarse el mercado laboral. Para ellos se piensa en extender la educación hasta los 18.
A día de hoy para continuar con el Bachillerato no hay problema. La oferta de plazas cubre la demanda. Además, quien no tiene interés en seguir estudiando difícilmente optará, de continuar, por la vía académica. Los partidos piensan que la fórmula para retenerlos en el sistema pasa por ampliar la oferta de FP, insuficiente actualmente según los sindicatos. Pero hacerlo no es tan sencillo como simplemente poner más plazas a su disposición. Qué hacer con los alumnos que no quieren estudiar, si se deben extender los conciertos hasta el Bachillerato o cómo se va a pagar esta ampliación se plantean como obstáculos a la hora de extender la educación.
Cómo atraer a los que no quieren estudiar
La estadística revela que el abandono temprano educativo —las personas que no siguieron en el sistema tras la Secundaria obligatoria— está en un 20,3%, según los últimos datos de Educación. Afinando un poco más, el 92% de los alumnos de 17 años y el 80% de los de 18 permanecen en el sistema, lo que significa la universalización estaría dirigida a esos pocos que no lo están. Precisamente los más problemáticos desde el punto de vista educativo, los que no quieren estudiar, es más complicado mantener en clase y además pueden alterar el buen funcionamiento de la misma, según recuerdan quienes se dedican a la enseñanza.
“Me parecería muy bien que todos los alumnos estudien hasta los 24 y no haya abandono”, explica María Antonia Casanova, presidenta del Instituto de Promoción Educativa, “pero ya casi resulta difícil mantenerlos hasta los 16, no sé cómo piensan hacerlo”, añade. Jesús Salido, presidente de la confederación de asociaciones de AMPAS Ceapa, se manifiesta en la misma línea y opina que a esas edades el alumnado “ya tiene cierta edad, hay que cambiar la metodología para que estén motivados para continuar estudiando. De nada va a servir que sigan estudiando si ven que no va a servir para nada en su vida personal”, explica. Coincide en esta idea Carlos López, secretario general de FETE-UGT, que rechaza que extender la educación llegue por la vía de la obligación: “Si se transformara la enseñanza post-obligatoria en obligatoria el nivel de desinterés y conflictividad escolar aumentaría”, señala.
La FP por sí sola no lo arreglará
A este respecto la propuesta del PSOE, la más completa aunque no entra en muchos detalles, apuesta básicamente por ampliar la oferta de plazas de Formación Profesional, bajo la premisa de que harán falta “al menos” 200.000 plazas nuevas a corto y medio plazo para atender la demanda. El Ministerio de Educación ha recorrido esta vía durante la legislatura con la creación de la FP Básica como vía formativa para aquellos alumnos que no acaban de rendir en el sistema ordinario. Sin embargo la FPB, pensada para alumnos de 16 años aunque puede acoger excepciones de 15, no acaba de arrancar, quizá lastrada por las prisas con las que fue impulsada. El sistema apenas alcanza los 60.000 alumnos en su segundo curso en funcionamiento (dato previsto para el primero) y la mitad de ellos suspendió el pasado año.
Los expertos consultados opinan que limitarse a ampliar la oferta de la FP como medida principal para extender la educación no va a funcionar. “Habría que cambiar el modelo para que tenga una gran diversificación hasta los 18 años”, afirma Casanova. Para Salido este es el debate principal. “¿Qué contenidos va a tener ese tramo?”, se pregunta. López asegura que “en este colectivo [el que deja la escuela] es donde se debe actuar con un concepto más flexible de la escolarización para formarlo según sus intereses. Complementar formación con la inserción laboral, flexibilizar la FP, etc”, son algunas ideas. Salido es “partidario de una educación a lo largo de la vida. Pero hay que abordar el debate de manera seria, no queremos que sea una excusa para ampliar los conciertos, por ejemplo”, desliza.
El problema de la financiación
Este es uno de los problemas que afronta extender la educación. Si se quiere que los alumnos estudien y se haga por la vía de la oferta pública de plazas, debe ser gratuito, recuerda Casanova. Hecho que, en teoría, debería incluir los conciertos más allá de Secundaria obligatoria, que es el recorrido que actualmente tienen. Todo esto supone una gran inversión. “Para tener una educación de calidad por lo menos hay que tener una inversión del 5% del PIB (apenas pasa del 4,5% actualmente). Con menos no se puede disponer del profesorado de apoyo que se ha retirado, atender la educación inclusiva, la atención a la diversidad...”, señala. Lacras estas que afectan, precisamente, a ese alumnado al que le cuesta más rendir y que se acaba viendo fuera del sistema. La pescadilla que se muerde la cola.
Por último queda la duda de para qué se quiere aumentar la edad de escolarización del alumnado. Algunas voces han alertado de una cierta titulitis que sólo pretende que los alumnos salgan del sistema con un certificado bajo el brazo. “La titulitis ya es parte del sistema”, analiza Salido. “Sólo interesa la nota, por eso apostamos por la educación integral, que en los centros se enseñen más cosas que solo las materias troncales”, argumenta. Casanova también sostiene que “se hacen másters y grados, pero no sé en qué condiciones. No sé si a la gente le interesa aprender más o sólo tener un papel”.