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¿Dónde está la izquierda en las elecciones francesas?

El Partido Socialista, con Benoît Hamon (en la foto) como candidato, pasa de gobernar Francia a estar en quinto lugar en las encuestas.

Jaime Sevilla Lorenzo

Marine Le Pen, política de ultraderecha que culpa a los inmigrantes de casi todos los problemas de Francia. Emmanuel Macron, candidato liberal que evita catalogarse como de izquierdas o de derechas. Según todas las encuestas, lo más probable es que la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas se dispute entre estos dos políticos.

Ni siquiera si abrimos el foco y nos fijamos en el candidato que ocupa el tercer lugar en los sondeos podemos encontrar una opción de izquierdas: en ese puesto está François Fillon, el aspirante de la derecha convencional, un político conservador y neoliberal en posición descendente en los sondeos por estar imputado por malversación de fondos públicos.

Con ese escenario, los medios están centrando su atención en esos tres candidatos, que abarcan del centro a la extrema derecha en el espectro ideológico. Pero ¿qué hay de la izquierda?

Para encontrar a alguien que se identifique con esa etiqueta hay que llegar a la cuarta posición en las encuestas. Ahí está Jean-Luc Mélenchon, referente de la izquierda rupturista que, aunque ha mejorado sus perspectivas en las últimas semanas, no pasa por el momento del 16%-17% de la estimación de voto. Roza la posición de Fillon (en torno al 18%), pero queda lejos del 25% en el que se mueven tanto Le Pen como Macron.

Aún hay que bajar un escalón más para encontrar a la formación política que ha representado tradicionalmente a los votantes del centro-izquierda. El Partido Socialista, con la candidatura de Benoît Hamon, ha pasado de ganar las elecciones anteriores y gobernar con François Hollande en el Elíseo a tener un escaso 9%-10% de la estimación de voto.

Esta pérdida de relevancia de la izquierda se puede explicar por muchas razones, pero hay un factor clave: la profunda crisis del Partido Socialista. El presidente actual de Francia, François Hollande, es el jefe del Estado que ha alcanzado los niveles de popularidad más bajos del último medio siglo.

“El mandato de Hollande ha decepcionado muchísimo”, explica el politólogo Renaud Payre, director del instituto de ciencias políticas Sciences Po de Lyon. Señala que “no ha sido capaz de hablar al conjunto de la izquierda, ha estado más en la división que en la unión”, y que, después de ser elegido con la lucha contra las grandes empresas como mensaje de campaña, sus políticas se han acercado más a lo contrario.

Esa impopularidad se ha extendido a todo el partido. Ni siquiera la elección en primarias de Benoît Hamon como candidato, que representa al ala más rupturista del Partido Socialista, ha conseguido que levante cabeza en los sondeos.

Ni izquierda ni derecha

A pesar de esta situación, Payre no cree que la perspectiva de la izquierda sea tan negativa. “La izquierda está en plena recomposición, pero no está debilitada”, afirma. Apunta que, si se suma la intención de voto de Mélenchon y la de Hamon, en conjunto obtienen datos que no están tan lejos de los que ha tenido la izquierda en elecciones anteriores.

También cree que hay que tener en cuenta los resultados de Macron. Aunque es un candidato difícil de clasificar, recuerda que ha sido ministro de Hollande y asesor muy próximo del presidente. “Aunque una parte de la izquierda no se reconoce en él, viene del entorno de un partido de centro-izquierda que ha marcado su carrera”, analiza el politólogo.

Ese exministro de Hollande que se ha desmarcado del socialismo se ha convertido en pocos meses en la principal opción que le queda a la izquierda para evitar una presidencia de Marine Le Pen. Pretende romper la dinámica tradicional de partidos y ser el primer presidente en llegar al Elíseo sin tener una gran formación detrás.

Este ascenso de Macron, a quien todos los sondeos dan como ganador de una hipotética segunda vuelta electoral frente a Marine Le Pen, se explica al menos en parte por el desencanto que la sociedad francesa siente hacia la clase política. “Después de dos mandatos [el de Sarkozy y el de Hollande] que han decepcionado muchísimo, se presenta este candidato joven, que nunca ha tenido un cargo electo, que sobrepasa la brecha izquierda-derecha y es pragmático”, interpreta Renaud Payre. Ese mensaje de “soy un hombre nuevo y estoy fuera de los partidos” es lo que en su opinión está seduciendo a muchos ciudadanos.

También el éxito de Marine Le Pen se puede explicar en parte por esa decepción con la clase política tradicional. E incluso Mélenchon, que prefiere no presentarse a las elecciones bajo las siglas del Partido de Izquierdas sino con el movimiento Francia Insumisa, ha subido unos cinco puntos en las encuestas en el último mes. Todo apunta a que el rechazo hacia los partidos convencionales será más decisivo en estas elecciones que las diferencias entre izquierda y derecha.

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