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Siete de cada diez abortos voluntarios se deben al mal uso de los métodos anticonceptivos

Una pareja ajena a la información.

Eduardo Azumendi

De cada diez abortos voluntarios que se realizan en España, siete se deben a un mal uso del método anticonceptivo por parte de la pareja. Así lo refleja un estudio realizado en ocho centros del país para conocer los hábitos anticonceptivos de las mujeres que solicitan la interrupción del embarazo. En el trabajo han participado un total de 2.475 mujeres. Aunque la tasa de abortividad en España (12,4 interrupciones por cada 1.000 mujeres de 15 a 44 años) se mantiene en niveles similares a países como Francia o Suecia, resulta evidente que aún queda mucho camino por recorrer para mejorar la educación sexual y reducir el número de mujeres que se ven obligadas a pasar por esta situación, señalan los expertos. Al fin y a cabo, el aborto es un fracaso de una política preventiva que es la anticoncepción. En 2011 se registraron en España un total de 118.359 interrupciones voluntarias del embarazo, un 4,7% más que en 2010.

Iñaki Lete, jefe del servicio de Ginecología del Hospital Santiago, de Vitoria, y miembro de la junta directiva de la sociedad europea de Contracepción, es uno de los autores del trabajo, recientemente publicado y que se está presentando en diferentes congresos. Lete formó junto a otros profesionales un grupo de investigación para conseguir la mejor fotografía de situación y poder plantear soluciones estratégicas. “El problema”, apunta Lete, “no es de la tecnología, sino que se trata de una actitud personal”.

“Si una píldora se toma bien, con la regularidad requerida”, añade, “la probabilidad de embarazo es prácticamente nula, ínfima. Llevamos más de 50 años de historia de la píldora y no se ha podido cambiar el comportamiento de las mujeres para que la tomen de una manera adecuada. Y en cuanto a los preservativos, pasa igual. La pareja lo utiliza mal. Es una constante desde siempre”.

Entre los objetivos del estudio figuraban los de conocer la situación anticonceptiva inmediatamente anterior al embarazo no deseado y la previsión de uso de métodos después de la interrupción. Los resultados revelan que la edad media de la mujer que acude a abortar ronda los 28 años, que algo más del 30% no había utilizado ningún anticonceptivo en el tiempo previo a producirse el embarazo; un 40% habían usado preservativo, un 10% la píldora y el 20% otros métodos (mayoritariamente naturales y coito interrumpido).

José Luis Doval, jefe del servicio de Ginecología del Hospital de Orense, reconoce que resulta complicado bajar de estas tasas debido a que el método más empleado es el preservativo y cualquier sistema relacionado con el mismo momento del acto sexual tiene una tasas de fracaso más altas. “Se emplea mal, a destiempo. Existe la falsa creencia de que sólo hay que ponerlo en el momento de la eyaculación...”.

Peso de la inmigración

Doval señala que las tasas de abortividad que se dan en España no son como para sentir que “las cosas se están haciendo mal”, pero es preciso concienciarse de que los riesgos aumentan porque el mal uso de un preservativo puede conllevar más problemas que los de un embarazo no deseado, como las enfermedades de transmisión sexual.

Del total de mujeres que se sometieron a un aborto, el 44% había nacido en el extranjero. Un porcentaje que no se corresponde con el peso real de la inmigración en España, que ronda el 14%. “Eso tiene que ver con cuestiones culturales, con más problemas de acceso a los sistemas anticonceptivos. En muchos casos existe un desconocimiento de los medios a emplear”, subraya Iñaki Lete. Y también guarda relación con ciertos patrones culturales. “Hay algunos países del Este de Europa donde el aborto en si mismo es el método anticonceptivo. Por mi consulta, ha pasado mujeres con siete u ocho abortos”.

Otro dato abrumador es que la mayoría de los abortos se siguen realizando en las clínicas privadas. Según Lete, es por una cuestión puramente práctica más que por algo relacionado con la objeción de conciencia. “En la red pública exigiría montar un dispositivo que sale mucho más caro que concertar con la privada. Es una cuestión de organización. La confidencialidad está garantizada en un sitio y en otro. El circuito es completamente anónimo”.

Reto en las consultas

Los datos del estudio suponen un reto para los servicios de Ginecología, que ponen encima de la mesa algunas soluciones. Por ejemplo, Lete apunta el uso del “doble método”, que consiste en emplear para protegerte de infecciones y después otro método específico para evitar el embarazo. En la actualidad, el 2,5% de las mujeres en edad fértil usan este sistema. “Es un porcentaje bajo porque el sistema resulta algo más caro. Pero es una barrera eficaz”.

Doval y Lete insisten en que hace falta más cultura a nivel educativo. “Las jóvenes no vienen a las consultas, hay más barreras para la accesibilidad. Y es un colectivo en riesgo. En cuanto a las mujeres y parejas que no usan nada, estamos poniendo en marcha una campaña para que inmediatamente después del aborto se pueda colocar un método anticonceptivo de larga duración.

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