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“¿Cómo se integran los jóvenes que no beben?”

María Teresa Laespada, directora del Instituto Deusto de Drogodependencias.

Eduardo Azumendi

Para Teresa Laespada, directora del Instituto Deusto de Drogodependencias, la mayoría de los jóvenes y adolescentes bebe por experimentación e iniciación, porque forma parte del rito social para dar el salto de la adolescencia a la juventud. El número de jóvenes que beben hasta emborracharse va en aumento, pero el entorno social se muestra permisivo con el consumo de alcohol. “Lo que pasa es que muchos padres no cogen el timón sobre lo que está ocurriendo porque no tienen la percepción de que sus hijos beben en exceso. Beber es un vehículo de socialización”. Laespada, quien ha exigido en el Parlamento tolerancia cero hacia el consumo de bebidas alcohólicas por parte de los menores, ha puesto al descubierto una problemática asociada al consumo: la de los jóvenes abstemios que rechazan el alcohol y que tienen dificultades para integrarse.

¿El alcohol es el instrumento de socialización por excelencia en Euskadi?

Así es. Ahí es donde radica el peligro, el riesgo y la razón por la que los jóvenes abusan del alcohol. El hecho de que toda la sociedad haya asumido con total normalidad que los menores van a beber porque es un rito de iniciación del paso de la adolescencia a la juventud hace que hablar de prevención parezca algo propio de los conservadores.

¿Pero cómo puede parecer conservador exigir tolerancia cero al consumo de alcohol de los jóvenes si así lo determina la ley?

Lo que no puede valer es la hipocresía social y tener una legislación de adorno. La tolerancia tiene que ser cero porque estamos hablando de menores. En el fenómeno del alcoholismo juvenil existen varios aspectos a tener en cuenta y uno de los que empiezan a preocupar es qué pasa con los que no beben, cómo se integran si ya se da por hecho de que el alcohol socializa.

¿Y cómo lo hacen?

Pues tienen muchas dificultades. De hecho, hay muchos psicólogos que han empezado a trabajar con los adolescentes que han decidido no beber. Pasan un momento de quiebra importante entre los 14 y 16 años, que es cuando la mayoría empieza a beber. El adolescente que es abstemio tiene dos salidas. Por una parte, seguir con la cuadrilla y cuidar de los borrachos, lo cual no les gusta nada, y, además, tiene que soportar la presión para que beba con frases del tipo 'Eres un pringado, un cobarde'. Insultos, bromas y chanzas que tienen que ver con el sentirse más pequeño. Tienen que soportar esa presión social por no beber. A veces son capaces de salir y de mantener la estructura de amigos sin beber, pero acaban convirtiéndose en los raritos. Hay que tener mucha fuerza para aguantar eso. Pero cuando no se tiene esa fortaleza, normalmente ocurre que pasan unos años que se quedan solos en casa hasta que dan con el grupo que tiene su mismo comportamiento. Y eso puede ser hacia los 17 o 18 años. De manera que forman un grupo de amigos 'frikis'. Tienen que reorganizar sus relaciones.

Es el mundo al revés, los que no beben sorpotando la presión de la sociedad que les obliga a beber.

Pues sí. Reorganizan sus salidas de acuerdo al grupo que no bebe.

Estamos en una sociedad en la que desde muy niño es habitual hacer vida en los bares.

En muchos sitios se ha convertido en el centro de reunión social, hasta el punto de que he visto calles donde hay hileras de cochecitos de niños aparcados en las calles y los padres dentro del bar. El niño ve que sun sistema de socialización de sus padres pasa por beber alcohol con los amigos, tener un vaso de vino o una copa en las manos. Es difícil justificar que un adolescente no lo haga cuando ve que es habitual en los adultos.

¿Sería partidaria de prohibir la entrada de los menores en los bares?

No. Se podría organizar un importante follón social en este momento. Soy partidaria de los procesos de concienciación. Hay que elevar el nivel de intolerancia frente al alcohol, pero por parte de los adultos. Hay que explicar a los padres que no deben ir a beber a los bares con sus hijos. La prohibición tendría consecuencias negativas.

¿Ha llegado el momento de revisar los planes y las campañas de prevención del consumo de alcohol en los jóvenes y poner el objetivo en los adultos?

Hay que darle una vuelta a esas campañas. Hay que sentarse y pararse a pensar en los planes que se están elaborando y cuál es su eficacia. Hay que ser valientes para focalizar sobre los colectivos más vulnerables; mantener una pequeña estructura de prevención universal en las aulas escolares e innovar hacia la población adulta.

Las chicas es uno de los colectivos vulnerables.

Una mujer por el hecho de ser mujer no puede beber la misma cantidad que los chicos, por una cuestión de constitución. Si están bebiendo, tienen que bajarse dos estaciones antes.

¿Por que los jóvenes vascos beben más que los del resto de España?

La implantación del consumo de alcohol en Euskadi es muy grande, mayor que en otras zonas. La graduación alcohólica en el País Vasco es mayor. Y tiene mucho que ver con el mundo de relaciones que se desarrolla entre los jóvenes. Tiene que ver con razones culturales.

Unos padres con un hijo o una hija de 16 años, ¿cómo pueden tratar el tema del consumo de alcohol?

Que se lo tomen con tranquilidad. La inmensa mayoría de los jóvenes va a realizar consumos experimentales y luego regulará el consumo. No es lo mismo un joven que acumula factores de riesgo, como familia desestructurada, fracaso escolar, a un adolescente que bebe porque quiere integrarse con un grupo de amigos y que autogestionará ese consumo. La inmensa mayoría de las veces se trata de consumos moderados. En educación, a veces las coas resultan más sencillas de lo que creemos. Un adolescente necesita, por encima de todo, sentir que sus padres le dan seguridad. Y vivimos un momento donde los padres están desnortados y pueden transmirtir poca seguridad a sus hijos. lo que hay que hacer es darles cariño y que sientan a sus padres cercanos.

¿Los chavales beben porque les gusta?

Beben por el riesgo. El alcohol como tal no les gusta, lo que les gusta son las consecuencias que tiene, coger el punto y ser graciosos. Sobre todo cuando tienen la clave de coger la chispa sin llegar a emborracharse.

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