Alberto hace bueno a Pedro
Isabel cree que España es Madrid; Alberto, que se parece más a Galicia. Felipe sostenía la similitud de España con Andalucía. Carlos no piensa. Otros y otras lideresas buscan su espacio evidenciando la falta de proyecto en el PP. Esto es lo que percibe buena parte de la población. Otra parte se ve atraída por las bravuconadas, pero hasta de esto se cansa la gente en un momento dado.
El contexto entre ideológico y territorial que domina el debate en España dificulta que políticos de origen catalán o vasco —quienes probablemente impulsarían un proyecto federal— alcancen la presidencia del Gobierno. Pero en las elecciones es relevante, cuando no determinante, que un candidato a gobernante tenga esa visión federalizante, y considerando las limitaciones que presenta Alberto en este asunto, esta batalla política la tiene perdida de antemano.
En ese pensamiento de fondo de los votantes periféricos, menos influidos por la irrupción de Alberto que, aun siendo de “provincias”, se ve marcado por la visión centralista de Isabel que, en lugar de añadir fortalezas, le resta, anulando su liderazgo. Tanto es así que cuando era presidente de Galicia, esta era una nación sin estado como Euskadi y Cataluña, pero al llegar a Madrid …“de eso ya tal” al estilo de M. Rajoy. Con esta contradicción Alberto queda anulado. Y esta anulación va más allá de la estrategia de estar dando de comer al monstruo de VOX aunque una y otra se alimentan. Sus declaraciones, manifestaciones y continuas contradicciones hacen que la parsimonia de Pedro sea percibida como un valor. Y la insistencia de Alberto en aproximarse al monstruo aún le da más alas a Pedro.
El potencial con el que los medios de comunicación le coronaron demasiado pronto como alternativa, desde el primer minuto, se desinfló enseguida. Entró arrollando y se marchará marchitado por propios y extraños para entrar en un consejo de administración de cualquier consultora o empresa multinacional siguiendo los pasos de su predecesor. Marchitez que se acelerará si no obtiene unos resultados electorales que le permitan aceptar ser presidente del gobierno, dado que ahora no ha querido.
La estrategia del PP crea una paradoja: incluso aquellos que no comulgamos con muchas de las decisiones mediocres que ha tomado Pedro – mediocre porque a menudo se queda a medias –, encontramos en la actitud de Alberto una razón para aglutinarnos en torno al voto para Pedro. Alberto ha convertido a Pedro en el “pal de paller”, la columna central, el muro de carga en torno al cual pivota toda la realidad política. Incluso en el caso de los asuntos que no marchan bien como la vivienda, listas de espera sanitarias, falta de profesores, retrasos en las ayudas a la dependencia y otros ámbitos que son competencias autonómicas, Alberto apela a Pedro como solucionador. Así, otra vez, Pedro es el muro de carga, otra vez señala los hombros de Pedro elevándolo a estadista relevante. Además, al poner en la balanza lo que hay y lo que podría traer Alberto, su propia estrategia se convierte en la mejor baza electoral para que Pedro continúe, con todas las dificultades de composición gubernamental que haya, pero que continúe. Es la materialización de aquel principio de que “que hablen de mí, aunque sea mal”.
Sin creerme a ciegas el 35% de intención de voto a favor del PSOE que reflejan los sondeos del CIS, lo cierto es que la estrategia de Alberto – o la ausencia de ella, basada en la bronca y el insulto, en señalar a Pedro, y por esa visión de que España es Madrid o sea “Mi España es como Isabel”- provoca un efecto contrario al que pretende. Visto en la distancia, que es como lo ven la mayoría de españoles de provincias, Pedro y su estilo salen reforzados, especialmente entre aquellos votantes que conocen al PSOE de lejos, a través de las noticias y de las broncas que incita Alberto. Incluso para quienes conocemos al PSOE de cerca y somos conscientes de que en las distancias cortas ese partido pierde mucho, por sus dirigentes, sus candidatos potenciales y sus intimidades, la cuestión se plantea en otros términos: si Pedro se ha convertido en el enemigo a batir para Alberto y para su socio, ¿Cuál es el voto táctico para impedir que Alberto nos devuelva a las cavernas, acompañado de Isabel y al grito de “Santiago y cierra, España”?. Esa es la decisión que tendrá que tomar el votante llegado el momento.
Y ese será un momento en que como un boomerang muchas campañas judiciales y mediáticas se volverán en contra de sus promotores o defensores, aunque solo sea por cansancio, ante la imposibilidad de entender qué se pretende y ante la dificultad de sostener racionalmente lo que hacen todos los Peinados que en el mundo judicial existen. Un momento que queda marcado por la indignidad de Mazón. Un momento y un boomerang que alcanzará también a todas las izquierdas aunque eso es otra historia.
PD: Este artículo se redactó antes de la comparecencia de Pedro Sánchez en la controvertida comisión de investigación del Senado. El resultado final, lejos de cumplir con las expectativas que el Partido Popular había generado, ha terminado por confirmar plenamente todas las afirmaciones que aquí se defienden.
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