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CV Opinión cintillo

Por los solares de València

20 de mayo de 2025 11:00 h

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Imatge CHJ

La asociación de vecinos y comerciantes Amics del Carmen lleva tiempo exigiendo una acción decidida para que los muchos solares que existen en Ciutat Vella dejen de ser espacios vacíos y se les dé un uso residencial. La iniciativa que lleva a cabo Amics del Carmen llamada “Construint Ciutat Vella” pasa, en primer lugar, por incorporar al Registre Municipal de Solars i Edificis a Rehabilitar (RMSER) todos los solares que cumplan los requisitos (que son muchos), para que a partir de ese momento se inicien los plazos administrativos y poder actuar en ellos. La segunda fase será hacer un seguimiento de su incorporación y en este caso solicitar la intervención pública y/o privada. Es decir, una iniciativa de largo aliento.

En 1991 presenté una ponencia en el XII Congreso de Geografía titulada “El futuro incierto de un centro histórico”, en la que se añadía un plano del barrio del Carmen. En él se grafiaban los solares existentes en ese momento. La coincidencia de aquel plano con el que ha presentado Amics del Carmen, treinta y cuatro años después, es muy evidente.

Aquella ponencia la introducía con dos afirmaciones. Una, recogida del libro “Bolonia. Política y metodología de la restauración de centros históricos”, de Pier Luigi Cervellati y Roberto Scannavini: (...) que decía “El centro histórico queda considerado, además de como un bien inalienable, como un notable patrimonio económico-edificado que no se puede desperdiciar absurdamente, ni abandonar, ni dejar en manos de la especulación, sino que, por el contrario, debe ser conservado y recuperado para la residencia social y, de este modo, sustraído a las transformaciones estructurales y funcionales que tienen lugar espontáneamente.”

La segunda afirmación la hizo (lamentablemente) Miguel Albuixech, por entonces concejal Delegado de Urbanismo de la Ciudad de València, recogida por el diario El País el 2 de diciembre de 1990 que afirmaba taxativamente: “El Barrio de El Carme (...) no tiene valor cultural, ni histórico, ni nada.” Esta afirmación contrasta con el hecho de que Ciutat Vella fue declarado en 1978 como conjunto de interés histórico-artístico por el Ministerio de Cultura, y de que en 1984 se aprobó el primer Plan Especial de Protección de los barrios de Ciutat Vella. Dicho plan, pese a conseguir desacelerar el ritmo de derribos existente, no consiguió la necesaria regeneración urbana. Tampoco lo hizo el Plan General de Ordenación Urbana de Valencia de 1988, que calificó Ciutat Vella como conjunto histórico protegido ‘CHP-1’ y permitió aprobar en 1991 el Plan Especial de Reforma Interior de cada barrio de Ciutat Vella. Dudo que ahora dijera lo mismo pero tristemente al año siguiente, la derecha ocupaba la alcaldía, con todo lo que eso supuso.

La aprobación en 2020 del Plan Especial de Protección (PEP) de Ciutat Vella buscando refundir en un único instrumento urbanístico y patrimonial la normativa de todos los planeamientos vigentes y acabar así con la acumulación de documentos, heterogeneidades, modificaciones y contradicciones parece que llegó demasiado tarde porque actualmente la superficie abandonada es la misma que veinte años antes.

Lo que sí es seguro es que muchos de los solares realmente existentes están abandonados por la administración, a pesar de que la superficie total permitiría la construcción de viviendas y otros servicios necesarios para València. En total, la superficie actual de solares en Ciutat Vella es de 42.405 m². Que cada cual haga sus equivalencias con campos de fútbol o piscinas olímpicas, pero en términos de uso, esta superficie podría suponer, tirando por lo bajo e incluso despreciando las pequeñas parcelas no aprovechables, unas cuantas miles de viviendas de 90 m² en zona urbana consolidada. Actualmente, en el RMSER solo hay incorporados 51 solares con una superficie de 7.585,94 m², es decir, apenas el 18% del total; la mayoría de ellos, bien individualmente bien agregados, son directamente aprovechables. No existen, por tanto, motivos para que lleven décadas abandonados a su suerte.

El trabajo presentado en 2024 por los arquitectos y urbanistas Teresa Revert y Carlos Silvestre recoge la distribución de solares con una irregularidad en función de la dinámica social previa que ha tenido cada uno de los cinco barrios que conforman Ciutat Vella. Dice ese trabajo de entonces: “En El Carmen, se registran 98 solares, que abarcan 18.153 m², lo que indica una concentración significativa de espacios desocupados en esta área, junto a Velluters, que presenta 62 solares, con una superficie total de 12.219 m². Por su parte, Seu-Xerea cuenta con 52 solares, ocupando 6.753 m², una superficie notablemente inferior y similar a El Mercat, que presenta 49 solares que abarcan 4.718 m². Finalmente, Sant Francesc cuenta con sólo 4 solares que totalizan 562 m², de los cuales 2 se encuentran en construcción. De estos datos, se observa un patrón desigual de distribución de los solares vacíos, en el que destaca una mayor presencia de suelo vacante en los barrios del noroeste. El Carmen y Velluters acumulan más de tres cuartas partes del total frente a Sant Francesc, el único distrito cuyo uso dominante no es el residencial y el que menos solares vacíos integra.”

En todo caso, lo que demuestra la existencia de estos solares es la desidia administrativa, cuando no la dejación de funciones o la renuncia a ejercer las competencias propias, del ayuntamiento y de otras administraciones (como, por ejemplo, la Universitat de València, que en lugar de construir su campus en Taronjers podría haber aprovechado esos espacios) para actuar en ellos. El trabajo presentado por el grupo de arquitectos y lanzado por Amics del Carmen es una tarea que, en realidad, corresponde a las administraciones. No valen excusas ni subterfugios para no actuar. No vale decir que no se conocen (basta utilizar Google Maps o imágenes más sofisticadas), no vale decir que existe previsión de actuaciones de los propietarios de solares porque periódicamente presentan proyectos que caducan, no vale decir que no se conocen sus propietarios cuando esos espacios llevan décadas y la ley permite actuar sobre ellos porque se han convertido en bienes mostrencos. Nada de eso vale para seguir dejando 42.000 m², en el mejor de los casos, como refugio de gatos.

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