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Prado Esteban: “El poder enfrenta a hombres y mujeres para crear una criatura que sólo trabaja y consume”

Miguel A. Ortega Lucas

La madrileña Prado Esteban Diezma, educadora, investigadora autodidacta, es una persona difícilmente etiquetable; precisamente porque huye de las etiquetas como de la gripe. Con la única consigna de la duda, de un pensamiento crítico alérgico a cualquier consigna y en constante desafío con el status quo, sin miedo a enfrentar poderosas corrientes de pensamiento, no oculta sin embargo sus vinculaciones libertarias. Tampoco su “compromiso con una revolución integral” que aglutine a mujeres y hombres en un horizonte común.

Es lo que ella misma establece en la solapa del libro, escrito junto al historiador Félix Rodrigo Mora, que presentó en Granada el pasado mes de marzo, en el marco de las I Jornadas Mujer Despierta. Cómo ser mujer y no morir (ni matar) en el intento. Celebradas precisamente en la Universidad, pero con el principal objetivo de compartir vivencias y puntos de vista con los que “pensar la situación de la mujer más allá de los tópicos”.

Feminicidio o auto-construcción de la mujer: ¿Por qué ese título?

Se refiere a que tenemos que construir algo nuevo, a que necesitamos una feminidad lo suficientemente poliédrica que recupere toda la amplitud de ese término. Su base es la pregunta; vivimos en una sociedad que no se hace preguntas, porque las grandes posturas teóricas ya lo contestan todo. Pero había corrientes subterráneas de la sociedad que demandaban explicaciones sobre algunas cosas que no encajan. De ahí nació un proceso de investigación muy largo que pretende entender el presente a través de la historia (Recuperando la historia es el subtítulo).

Para entender, ¿por ejemplo?

Por ejemplo para entender lo que es el patriarcado. Que es una construcción ideológica con toda la forma del mito: atemporal, perfectamente acabada… cuando de lo que hablamos hoy es de algo que viene directamente del Estado. Es el código civil de 1889 el que establece por primera vez en España la inferioridad de la mujer respecto al varón, el que dicta que ella debe obedecerle, y que él debe protegerla. Es decir, llega el Estado ‘liberal’ a obligar a la gente a hacer cosas que nadie le había pedido. Ratificando, por cierto, otras obligaciones monstruosas para los hombres, como ir a la guerra y morir por millones. Esto es algo que no casa con la idea de patriarcado al que estamos acostumbradospatriarcado , se contradice; porque nos siguen vendiendo que es algo que viene intrínsecamente del pueblo, cuando no es así: viene de arriba. En el siglo XIX las mujeres todavía participaban activamente en las revueltas, en la calle (el motín de Esquilache es un ejemplo entre muchos), porque consideraban que lo que sucedía en la comunidad concernía a toda la comunidad. Hoy están consiguiendo que las mujeres sólo luchemos por los problemas supuestamente nuestros en exclusiva: una cosa estupenda para el sistema, porque mientras estemos solos, y enfrentados, aquél hará lo que le dé la gana.

Y al poder le interesa esa división.

Las clases en el poder han tenido desde el siglo XIX un objetivo muy claro: ampliar las funciones del Estado para sustituir el ámbito propio del pueblo. En esa estrategia, el enfrentar a las mujeres con los hombres es fundamental. Destruir las células de convivencia básicas con el fin de crear una nueva sociedad, con una nueva criatura que es ésta de hoy: un animal laborans que sólo trabaja y consume, con cada vez menos vida sexual y colectiva –sin vida en ningún sentido–. Hoy en día, por ejemplo, el Título Preliminar de la ley de Violencia de Género establece que cualquier relación heterosexual es una relación de dominación y sumisión, de “poder de los hombres sobre las mujeres”; o sea, que cualquier mujer que se relacione con un hombre es tonta, porque elige la desigualdad. Sin embargo la misma ley no contempla como violencia la que pueda ejercer, por ejemplo, un empresario contra sus trabajadoras; se limita estrictamente a las relaciones afectivas. El sistema otorga privilegios a las mujeres sólo cuando le interesa, porque sigue siendo tu jefe quien te da permiso para ser madre... Creo que ya está bien de vivir como si los problemas de las mujeres y de los hombres comunes no tuvieran una conexión absolutamente íntima. Nos han recluido en esa situación sin salida de dedicarnos a lo nuestro, y en soledad no hay solución para nadie.

¿Quiere decir que se trataría, a la postre, de una lucha de arriba contra abajo? Quizás acabó deglutiendo el sistema ciertas reivindicaciones, hasta viciarlas…arribaabajo

Es que la figura del ama de casa (entendida como la mujer que sólo se dedica a las cosas de la casa, con una frontera entre lo doméstico y lo no doméstico) la crean en el siglo XIX, no los hombres del pueblo, sino los capitostes y algunas señoronas como Pilar de Sinué, que escribieron catecismos para la nueva criatura doméstica. Y la visión misógina de la mujer, aquello de la inferioridad mental de la mujer, se fraguó en las universidades (…que es, por cierto, donde ahora se está creando el modelo sexista contrario: hace poco vi un libro que se llamaba La inferioridad mental del hombre, y dije ¡Eureka, ya tenemos el ciclo cerrado!...). Cuando se dice que el machismo viene de la tradición, me digo: entonces, los jóvenes tendrían que haberlo superado Y no: el maltrato está creciendo. Precisamente en las generaciones que más han sido educadas por las instituciones que dicen salvarnos del machismo. O sea, que algo no cuadra. O sí; porque si a los chavales de 15 años les dicen que a las mujeres nos tiene que proteger todo el tiempo la policía, es porque somos inferiores, débiles… Hay que considerar estas cosas seriamente. Y también el problema de la violencia en toda su complejidad, porque hay unos datos…

¿…?

En The Lancet, que es la revista médica más prestigiosa del mundo, se ha dicho que la disfunción sexual masculina será el gran problema de salud del siglo XXI… ¿Cuánta frustración, cuánto miedo hay en los hombres para que hayamos llegado a una situación en que algo tan natural deje de serlo…? Esto es un problema social que tiene que ver con el gran caos de la politización de las relaciones y de la vida erótica, cuando la sexualidad es algo absolutamente personal; es absurdo que haya pautas, porque no hay una igual que otra, y cada cual tiene que descubrirla por sí mismo. Pero ahora toda acción sexual tiene que ser políticamente correcta, con un sistema dedicado a adoctrinar desde todos los ámbitos, con lo que estamos siempre recibiendo consignas.

Como en las distopías que auguran una sexualidad cada vez más inhóspita…

…Más mecanizada. Creo que tanto las mujeres como los hombres empezamos a estar mutilados (que ahora mismo la primera causa de muerte de mujeres entre 30 y 34 años sea el suicidio, según datos de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), indica que algo muy grave está pasando); nos están volviendo planos, superficiales, incapaces de mantener una identidad compleja. Creo que quieren que seamos nada sexualmente, ni mujeres ni hombres, para que nuestra energía no se pierda en esos actos vitales y poder llegar a ser perfectos animales de trabajo. Las mujeres tenemos que ser mujeres con toda nuestra naturaleza, y la feminidad es lo que hagamos con ella; no puede ser algo que nos venga impuesto sino algo que responda a nuestras necesidades del aquí y el ahora. Y todos, mujeres y hombres, debemos sentirnos concernidos por los problemas del otro sexo… Lo que digo es que ahora vivimos en un momento en que los sujetos estamos siendo dirigidos desde arriba, y mientras sigamos divididos no habrá salida.

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