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Andalucía a golpe de 8M: del negacionismo de Vox al feminismo institucional del presidente Moreno

El presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, durante su discurso oficial el pasado 28 de febrero.

Daniel Cela

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El pasado 28 de febrero, Día de Andalucía, el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, pronunció ante cientos de personas en el Teatro de la Maestranza de Sevilla el último discurso oficial de un 28F de esta legislatura. Una palabra sobresalía por encima del resto, porque no había sido pronunciada en ningún discurso institucional de Moreno en tres años de mandato: “El 28F se escribe también con F de Feminismo. Las mujeres andaluzas son imprescindibles para construir la sociedad próspera, inclusiva y moderna que deseamos y deben ocupar, cada vez más, el espacio público y ser visibles como referentes de la mejor Andalucía”.

La F de Feminismo, impresa en los carteles oficiales de la Junta de Andalucía por el 28F, podía verse en las mamparas de las paradas de autobús, en las estaciones de tren, en los tranvías, en los aeropuertos... “Esa F de Andalucía feminista ha costado mucho y vale mucho”, admitía la consejera de Igualdad, Rocío Ruiz, en una reciente entrevista con este periódico.

Hasta llegar a ese momento clave en que el presidente Moreno incluye el feminismo como seña de identidad de la Andalucía que gobierna desde hace más de tres años, la legislatura ha hecho un viaje largo y aparatoso. La oposición de izquierdas y algunos colectivos feministas significados acusan al primer Gobierno andaluz de centro derechas de haberse “plegado” a las imposiciones de Vox, un partido que niega la violencia machista y la desigualdad de género. Denuncian que se ha roto el consenso social sobre un asunto de Estado. PP y Ciudadanos lo niegan rotundamente, se rebelan contra “el monopolio de la izquierda con la bandera de la igualdad”, y sostienen que “no se ha dado un paso atrás en esta materia”.

El 15 de enero de 2019, durante el discurso de investidura de Moreno, cientos de andaluces convocados por varias asociaciones feministas se concentraban a las puertas del Parlamento andaluz protestando contra un nuevo Gobierno autonómico que aún no se había constituido, pero que iba a erigirse sobre el apoyo de un partido ultraderechista que reclamaba la derogación de las leyes de igualdad entre hombres y mujeres y de lucha contra la violencia machista.

María del Mar Zamora, vicepresidenta de la asociación para la Defensa de la Imagen Pública de la Mujer, se lamentó entonces de que los derechos de las mujeres “hayan sido los primeros que se han puesto encima de la mesa para negociar” la investidura de Moreno, el primer presidente de centro derechas de Andalucía tras 37 años del PSOE en el poder. Vox había logrado casi 400.000 votos en las andaluzas e irrumpió en su primer parlamento autonómico con 12 diputados. Su primer documento político -la lista de exigencias al PP andaluz a cambio de su apoyo para investir a Moreno- incluía la supresión de leyes de igualdad, la eliminación del Instituto Andaluz de la Mujer, la minoración del presupuesto de lucha contra las agresiones machistas y la “deportación de 52.000 inmigrantes ilegales”.

El negacionismo de Vox

La dirección nacional envió a su secretario general, Javier Ortega Smith, a negociar la investidura de Moreno con el PP. La dirección nacional popular envió al suyo, el hoy dimitido Teodoro García Egea. En el “documento de exigencias” que la extrema derecha entregó al PP aparecía, en cabeza, la derogación de las leyes andaluzas de igualdad de género y lucha contra la violencia machista, que habían sido aprobadas en el mandato anterior por unanimidad de la Cámara. Los populares se negaron a cruzar esa línea y finalmente estas exigencias no aparecieron en el pacto que firmaron con sus socios de extrema derecha, y que posibilitó el primer Gobierno andaluz no socialista en cuatro décadas.

Vox no logró desmontar el cuerpo legal de protección a las mujeres maltratadas ni la normativa que combate la brecha salarial de género y que introduce cláusulas sociales en los contratos públicos para garantizar mayor equidad. Pero abrió una guerra cultural negacionista que ha sido una constante a lo largo de la legislatura. Los colectivos feministas que se manifestaron de forma preventiva aquel 15 de enero de 2019 ante el Parlamento auguraron un escenario de retroceso de derechos de la mujer y de ruptura del consenso político en materia de igualdad.

En algunos casos, ese vaticinio no se ha cumplido, en otros sí. La legislatura se cerrará sin que el Parlamento andaluz haya aprobado una declaración institucional de condena contra la violencia machista, que se ha saldado con 29 mujeres asesinadas dede enero de 2019, porque el partido de Santiago Abascal impide una unanimidad necesaria que no se ha dado en tres años.

En la negociación inicial entre PP y Vox, Zamora percibió “un clima de confusión que persigue mezclar la violencia doméstica con la violencia de género cuando no es lo mismo, implantar una red argumental machista con argumentos y datos falsos sobre los asesinatos y denuncias de mujeres y romper el pacto político y social de protección a las víctimas”. A lo largo de la legislatura, el presidente Moreno ha hablado indistintamente de “violencia machista” o “violencia de género” y de “violencia doméstica” o “violencia intrafamiliar”, según el momento de mayor o menor distensión con sus socios de Vox.

El Gobierno andaluz alterna el término “violencia de género” y “violencia doméstica” en sus iniciativas legislativas, según el departamento que las desarrolle. La Consejería de Igualdad, en el disparadero de los ataques de Vox desde que empezó el mandato, habla de violencia machista, pero legisla sobre violencia doméstica. La Consejería de Hacienda también utiliza el término “violencia doméstica” -admitido en el Convenio de Estambul- porque considera que engloba un espectro mayor del problema: “todo tipo de violencias”, dicen en la Junta, una expresión que usa Vox para negar que exista un componente específico de género en estas agresiones.

Llamadas a la violencia intrafamiliar

El 16 de octubre de 2020, el Gobierno andaluz puso en marcha el teléfono de violencia intrafamiliar, una exigencia de Vox comprometida por escrito por el PP. El partido de Abascal logró que la Junta asumiese como propio el término “intrafamiliar”, que la ultraderecha usa en sustitución de “violencia de género”. El Ejecutivo de Moreno aceptó gastar recursos públicos en este nuevo servicio, que solapaba con otros teléfonos de ayuda -al menor, a los mayores, a las mujeres maltratadas-, para contentar a sus socios.

La explicación oficial es que este tipo de violencia -se puso el acento en mayores agredidos por sus hijos- necesitaba una respuesta específica, pero un año después de entrar en vigor el teléfono de violencia intrafamiliar registraba una actividad residual (dos llamadas diarias). Las llamadas por violencia filioparental eran las menos: más del 60% de los usuarios eran derivados a otros servicios ya existentes -Atención a Personas Mayores; Atención a al Infancia y la Adolescencia; el teléfono de discapacidad y la Atención a Mujeres Maltratadas.

En enero de 2019, durante una entrevista en La Sexta, el presidente Moreno definió el feminismo como “la lucha y la defensa de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres”. La periodista le preguntó si él mismo se consideraba feminista, y el dirigente popular vaciló: “Soy feminista dependiendo de lo que se interprete por feminismo”. En noviembre del año pasado, Vox consumó su ruptura estratégica con el Gobierno andaluz, presentando una enmienda a la totalidad contra el Presupuesto de 2022, que terminó tumbando el Parlamento. Desde entonces, Moreno se acomodó en una posición de desmarque de sus antiguos socios y empezó a subrayar todo lo que les distingue de ellos, con especial énfasis en políticas de igualdad de género.

“Las desigualdades, los techos de cristal y la violencia que sufren las mujeres son un problema de toda la sociedad y exige el firme compromiso colectivo de erradicarlo. Es tarea de todos, mujeres y hombres, avanzar en Igualdad. Los logros alcanzados no pueden ocultar que queda mucho por andar”, dijo durante su discurso oficial en el último 28F.

Feminista, depende

Moreno siempre ha pisado firme al hablar y condenar la violencia de género, pero hasta este año, se ha cuidado mucho de usar el término “feminismo”, al que atribuye un “sesgo ideológico” instrumentalizado y acaparado por la izquierda. Es la primera vez que el presidente andaluz institucionaliza la idea del feminismo, además bajo el foco público del Día de Andalucía, y en las postrimerías de unas elecciones aún por convocar. Claro que en ese mismo acto, el Consejo Andaluz de Participación de las Mujeres, órgano adscrito a la Consejería de Igualdad, afeó a Moreno no haber nombrado a ninguna Hija Predilecta de Andalucía durante sus cuatro años de gobierno.

En su primer discurso del 28F, en febrero de 2019, apenas un mes después de ser investido presidente, Moreno trató de acallar las críticas que le arreciaban por su pacto con Vox apelando directamente a la lucha contra la “violencia machista”. “El esfuerzo de cada uno de nosotros debe estar, no sólo en no ceder en nada de lo ya logrado” [dijo en referencia a las leyes andaluzas de igualdad], “sino en seguir avanzando para conseguir la igualdad completa, real y efectiva entre hombres y mujeres. Y acabar definitivamente con la lacra de la violencia machista en Andalucía, en España y en el mundo. No pararemos hasta conseguirlo”, sentenció.

En el acto del 28F de 2020, Moreno volvió a mencionar la “batalla” contra la violencia machista, reconocida en la Medalla de Andalucía a Ana Bella Estévez y su fundación Ana Bella Red de Mujeres Supervivientes, “ejemplo de cómo el asociacionismo puede mejorar el mundo, en este caso en el ámbito de uno de los problemas más graves que padece nuestra sociedad, la violencia de género”.

Los partidos de izquierdas en la oposición se han pasado la legislatura acusando al Gobierno de Moreno de ceder terreno de los derechos de las mujeres para conservar el apoyo de sus socios de Vox. Sólo en la recta final del mandato, ya con la mente puesta en el adelanto electoral, el presidente “ha descubierto qué es el feminismo”, dicen en el PSOE. “El Gobierno de Moreno Bonilla ha vilipendiado a las asociaciones y colectivos de mujeres y los ha sometido a asfixia económica, recortando la financiación a los puntos de atención a la mujer”, ha subrayado este lunes el líder socialista, Juan Espadas.

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