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Punto y seguido

Susana Díaz afirma que Andalucía cerrará 2013 con un déficit que estará "bastante cerca" del objetivo fijado para CCAA

Lucrecia Hevia

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Gana Andalucía. Entre Madrid y Andalucía, en la balanza que manejaba Susana Díaz, ha pesado más la segunda. Pero esta decisión no parece ni mucho menos un punto y final; ni siquiera un punto y aparte; sino el inicio de los movimientos de la federación más poderosa del Partido Socialista en España (la “columna vertebral del partido”, en palabras de la presidenta) para hacerse escuchar en el proceso de renovación que afronta su dirección. Porque aunque Díaz no haya dado hoy el paso, el futuro inmediato del PSOE va a depender en gran medida de los desgnios del “santoral” andaluz: de las decisiones que se tomen en San Vicente (sede del PSOE-A) y en San Telmo (sede de la Junta de Andalucía), y de su capacidad para influir en todos los procesos que se avecinan.

La decisión de Susana Díaz no parece cómoda pero sí prudente y, a juzgar por el tiempo que ha dejado pasar para pronunciarse, meditada y calculada. No es cómodo gestionar la crítica de que se queda en la retaguardia para evitar el enfrentamiento por liderar con más de un general (un Madina, por ejemplo). No es cómodo renunciar a la posibilidad personal de optar a la presidencia del país. No es cómodo haber sido apoyada (incluso “reclamada”) por una mayoría pero no suficiente (y sobre todo, con unos coroneles que no han demostrado ser muy diestros en el campo de batalla: véanse los resultados de las Europeas en las que el PSOE ha perdido en todas las comunidades; todas, menos Extremadura, Asturias y Andalucía).

Pero sí es cierto que cuando uno de los generales es el más aclamado, uno de los mejores modos de afianzar su autoridad es quedarse en su batallón ganador y dejar la dirección a otro, sabiendo que sin sus soldados el o la que llegue no tiene muchas opciones de ganar la guerra.

Además, sin ser ninguna de las decisiones perfecta, en Andalucía iba a resultar muy difícil de explicar su paso inmediato a Madrid. ¿Cómo le explicas a tus votantes que eliges Madrid a costa de Andalucía, cuando llevas insistiendo meses y meses en que es tu prioridad? ¿Cómo explicas que te pones en primera línea nacional sin haber sido votada nunca como cabeza de lista y no te ha dado tiempo a ponerte en primera línea regional? ¿Cómo convences de que se tiene que abrir un nuevo Congreso extraordinario en el partido andaluz justo en el momento en el que parecía empezar a remontar después de importantes batacazos electorales? ¿Cómo gestionar el relevo sin elecciones de otro presidente (el cuarto en cinco años) en una región con problemas aún sin solucionar como el 36% de paro?

Y sobre todo, hubiera sido un salto con pocas certezas: la victoria en unas primarias era casi cantada, pero siempre queda la incertidumbre si hay más candidatos. ¿Quién asegura que el llamado “efecto Susana” iba a funcionar de la misma manera en toda España sin el poder que le otorga ser la presidenta de Andalucía, sin un PSOE–A sólido, sino como la jefa de una oposición herida? ¿Quién dice que el desolador panorama del PSOE en España se iba a solucionar con la llegada de Susana Díaz y no arrastrarla a ella y a los socialistas andaluces en la caída?

Con su retirada de la carrera acaba de ganar credibilidad entre muchos votantes socialistas; ha desmontado uno de los pocos argumentos que está manejando el descabezado PP andaluz para desautorizarla sobre su flirteo con Madrid y su exceso de ambición; ha afianzado su discurso de “mujer de palabra” y “responsable”. Su panorama en la comunidad autónoma que gobierna mejora y en la parrilla de salida queda mucho mejor ubicada. Pero si, como dice, va a agotar la legislatura, no lo va a tener fácil dado el animado movimiento en el ala izquierda de la ciudadanía y la pérdida de votos, pese a haber ganado en las europeas. Y no parece que en su tarea regional vaya a recibir mucho apoyo del PSOE nacional, porque no están en esa clave.

El PSOE nacional tiene que hacer algo más que examen de conciencia. ¿El único cambio reclamable en el partido socialista es el del cambio de líder? ¿Eso lo va a solucionar todo? ¿Los barones qué son? ¿Líderes en decadencia? ¿No habría que hablar de renovación en un sentido más amplio?

Lo que parece claro es que a la “guerra” política no se va a poder ir sin el respaldo de Díaz y de los socialistas andaluces, cerrando filas ya con su presidenta y soltando aire después de haber contenido la respiración. Ahora le queda a Díaz nada menos que ganar unas elecciones y demostrar que su “efecto” se traduce en votos (más allá de las europeas). Que la recuperación es real, física, como las papeletas. Y al PSOE, arreglar sus filas, no vaya a ser que en plena batalla electoral y democrática, el regimiento no sobreviva y se quede el batallón Andalucía en solitario.

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