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Oña deja la Alcaldía de Fuengirola tras casi 23 años para dedicarse al Parlamento

Oña

José Carlos Villanueva

No ha habido sorpresas con respecto a lo que se había convertido en un secreto a voces. Esperanza Oña ha anunciado este lunes que deja la Alcaldía de Fuengirola (Málaga), tras casi 23 años como regidora, para centrarse en su cargo como vicepresidenta del Parlamento de Andalucía. Acata así la sentencia del Constitucional que obliga a los alcaldes andaluces que sean parlamentarios a elegir entre los dos cargos que ostentan.

Oña, que ha calificado la ley que le obliga a dejar su cargo municipal como “sectaria”, se ha despedido a lo grande durante una multitudinaria rueda de prensa celebrada en la sede provincial del PP y no en en el Consistorio fuengiroleño. Ha estado arropada en todo momento por el presidente de los populares malagueños, Elías Bendodo, quien le ha precedido en el uso de la palabra.

De hecho, Oña, que ha asegurado que su decisión “no ha sido fácil” pero que está “consensuada” con las direcciones del PP de Málaga y Andalucía, ha aprovechado para hacer política regional, un ámbito donde se siente realmente cómoda: “Andalucía tiene un Gobierno instalado en la corrupción desde hace 15 años”, ha denunciado.

La jugada política le ha salido redonda a Oña y no puede ser más exitosa para sus intereses, ya que, por un lado, logra quedarse en el Parlamento, a la espera de nuevos tiempos y con un inmejorable foco mediático y nivel de conocimiento. Paralelamente, deja como sustituta en la Alcaldía a su mano derecha desde hace 23 años, Ana Mula, sempiterna teniente de alcalde.

Así pues, la que fue cabeza de lista por Málaga en las últimas elecciones autonómicas gana el pulso a Elías Bendodo, no sólo en cuanto a quedarse en la Cámara autonómica sino en lograr que Mula sea la alcaldesa, en lugar de la preferida del también presidente de la Diputación, Ana Carmen Mata, edil de Fuengirola y vicepresidenta tercera del ente supramunicipal dirigido por Bendodo.

Una larga trayectoria

El líder del PP malagueño ha sido el primero en anunciar la decisión de Oña, pero no se ha referido a que dejaba la Alcaldía de Fuengirola sino a que “va a mantener su defensa de la provincia de Málaga desde el Parlamento”. Tal y como ella misma ha recordado, Oña llegó a la Alcaldía en 1991 como lista más votada, sin mayoría absoluta. Se convirtió en regidora pero fue apartada del cargo durante la legislatura entre 1991 y 1995 a raíz de una moción de censura.

Ante los periodistas ha reconocido este lunes que aquella escaramuza política que acabó con su mandato abruptamente “me vino bien”. De hecho, a partir de 1995 encadenaría sucesivas mayorías absolutas en la localidad costasoleña, reduciendo el papel del PSOE a un partido testimonial en el municipio, sumido en innumerables guerras internas.

Uno de los logros de los que Esperanza Oña se siente más orgullosa, aunque no lo ha mencionado en su comparecencia de despedida, es de las notas que obtiene el Consistorio fuengiroleño en los informes de Transparencia Internacional. En el caso concreto de la adjudicación de contratos y servicios municipales, obtuvo una nota de 100 puntos sobre 100 posibles.

Otros alcaldes y alcaldesas del PP en la Costa del Sol no pueden decir lo mismo y han sido sometidos a las comparaciones frente al espejo de Oña. El Ayuntamiento de Marbella, gobernado por Ángeles Muñoz, también del PP, suspende estrepitosamente en dicha asignatura con un 25 sobre 100.

Los números hablan por sí solos y han sido siempre el aval de la gestión de Oña para legitimarse en las urnas, pero sobre todo en su propio partido, en una carrera no exenta de obstáculos y zancadillas.

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