Preguntas españolas tras las elecciones catalanas

Las elecciones catalanas del pasado domingo no se disputaban sólo en clave catalana. También lo hacían en clave estatal, española.

A efectos internos, de Catalunya, la cita electoral del 14F ha dejado abiertas tres vías posibles. O gobierno de fuerzas independentistas liderado por ERC -con la inclusión o no de En Comú Podem (ECP), que no se alinea en el independentismo pero sí en la autodeterminación-. O tripartito de izquierdas con PSC -ganador en votos y coganador en escaños-, ERC y ECP. O bloqueo por falta de acuerdos en las dos vías anteriores y repetición electoral en algunas semanas o pocos meses. El primero parece el más probable de los caminos, dadas las prisas que en la noche electoral y este mismo lunes han mostrado por señalarlo tanto el líder real de Esquerra, Oriol Junqueras, como el cabeza de lista y candidato a president, Pere Aragonès.

A efectos estatales, del conjunto de España, las elecciones del 14F van a impactar en el mapa resultante y en el futuro de las diferentes formaciones, y dejan en el aire muchas incertidumbre y unas cuantas preguntas. Por ejemplo estas:

El Gobierno de coalición de PSOE con Unidas Podemos, que tiene a ERC como su principal y más frecuente socio parlamentario, ¿es hoy más estable o menos estable? El carácter del nuevo Govern catalán -independentista o tripartito de izquierdas- ¿influirá en la estrategia del Gobierno central respecto al problema catalán? ¿Será Catalunya un nuevo frente de debate y discordia entre PSOE y Unidas Podemos o entre el presidente Pedro Sánchez y su vicepresidente segundo Pablo Iglesias? ¿Le dará Sánchez a su exministro Salvador Illa alguna baza nueva para ayudarlo a convencer a ERC de la necesidad de un tripartito de izquierdas?

El liderazgo de Pablo Casado en el Partido Popular, que en marzo va a cumplir mil días y ha cosechado seis derrotas electorales, ¿está ahora en serio riesgo? ¿Algún barón territorial va a desatar las hostilidades contra Casado a corto o medio plazo? Si el efecto Bárcenas ha contribuido tanto en el fracaso electoral del PP como la dirección del partido dice, ¿aprovechará Casado la derrota para romper del todo y con contundencia con sus antecesores en el liderazgo, refundar la formación e impedir así que le vengan en los próximos meses y años más facturas reputacionales de Bárcenas o de Gürtel 2 o de Kitchen o de Púnica o de...? 

¿Le queda alguna capacidad a Ciudadanos de sobrevivir como partido autónomo o este del domingo pasado en Catalunya ha sido el toque de campana funeral definitivo? ¿Tendrá aún Inés Arrimadas la posibilidad de resituar a su formación en el papel de bisagra que pacta a un lado o a otro? ¿Alguno de los Gobiernos autonómicos o municipales en los que Ciudadanos participa con el PP -apoyados o no por Vox- entrará en crisis porque los naranjas quieran desmarcarse antes de que acabe el mandato y jugar de nuevo esa carta de partido bisagra?

El éxito de Vox en Catalunya, poniéndose muy por delante tanto de PP como de Ciudadanos, ¿es flor de un día y posible sólo ahí, por las especiales circunstancias de la política catalana, o tiene posibilidades la formación de Santiago Abascal de repetirlo en algunas de las citas del próximo ciclo electoral: andaluzas de finales de 2022; municipales y autonómicas de 2023, generales de cuando toquen...? Y aún otra pregunta: ¿analizarán algún día PP y Ciudadanos si en su fracaso del pasado domingo y en el sorpaso de Vox a ambos tienen alguna culpa la foto de la plaza de Colón de hace ahora dos años, los pactos que ambos hicieron con la formación de extrema derecha para hacerse con el poder en algunos gobiernos autonómicos y locales tras las urnas de mayo de 2019 y las concesiones que le han hecho desde entonces para mantenerlo? Al legitimar a Vox con sus pactos, ¿no estaban invitando tanto PP como Ciudadanos a una parte de sus votantes a que apostaran algún día por el original puro y duro, y no por la copia?

“No caben tres marcas en el centro derecha”, decía este lunes José Luis Martínez Almeida, alcalde de Madrid y portavoz nacional del PP, y reivindicaba para su partido “la responsabilidad” del proceso de liderar la unificación de la oferta. Tras el 14F, quizás Vox reclame para sí ese liderazgo. ¿A qué precio? ¿Con qué consecuencias en las instituciones que gobiernan juntos y en las que son oposición? Al impacto del 14F en el mapa de la derecha aún le quedan algunas sacudidas.