La colección de la Biblioteca Menéndez Pelayo se tasó sin acceder a los ejemplares y con obstáculos para obtener información
Sin acceder a la colección y con datos incompletos. Así tuvo que realizar la Biblioteca Nacional de España (BNE) el trabajo para valorar en 77 millones de euros la colección de manuscritos y pliegos de Menéndez Pelayo, recurriendo a catálogos de la propia institución, repertorios bibliográficos y los precios del mercado obtenidos entre libreros y casas de subastas para estimar una valoración económica estimada.
La tasación fue encargada por la entonces concejala de Cultura en 2018, Miriam Díaz (PP), para que sirviera de referencia para la contratación de un seguro. El fondo bibliográfico de la Biblioteca Menéndez Pelayo iba a salir de su sede tradicional, que en aquel entonces iba a ser rehabilitada, y por lo tanto se necesitaba un seguro de dos años mientras los libros y documentos estuvieran fuera.
El depósito temporal de los 42.258 volúmenes de la colección en el Archivo Histórico Provincial se produjo en 2019, una proceso que desarrolló una empresa especializada, TSA, que a su vez hizo un diagnóstico negativo sobre el estado de la colección. Fue este diagnóstico, ratificado por la actual técnica al frente de la Biblioteca, Paz Delgado, lo que ha provocado que políticamente se demanden intervenciones o, incluso, la convocatoria de una comisión de investigación como ha hecho el PRC de Santander.
La tasación de la Biblioteca Nacional se hizo a distancia, sin tener acceso directo a los ejemplares, y con dificultades de la propia Biblioteca Menéndez Pelayo a la hora de no facilitar todos los datos necesarios. Por lo tanto, BNE realizó una valoración “aproximativa” de los volúmenes, sin poder comprobar su estado real y estimar su valoración cultural y su tasación comparándolos con ejemplares equivalentes incluidos en repertorios bibliográficos de impresos y manuscritos. La tasación final fue de 77.124.405 euros.
También la Biblioteca Nacional tomó como referencia precios de mercado de libros semejantes a los depositados en la calle Gravina en subastas y comercios de libro antiguo. Este precio de mercado siempre será alto dado que son ejemplares irrecuperables en los casos más significativos. En todo caso, la Biblioteca, dado que hizo la tasación “sin ver las obras”, no descarta un valor superior o inferior.
Entre los ejemplares más destacados de la colección destaca la 'Crónica Troyana', el 'Arte Cisoria', el autógrafo de la 'Virtud militante', de Quevedo; 'Los melindres de Belisa', de Lope de Vega; el 'Yosifón', en romance; las 'Enéades', de Plotino; los 'Comentarios de Santi Tomás de Aquino a Aristóteles'; y el 'Cordial de las cuatro cosas primeras o las Antigüedades romanas', de Dionisio de Halicarnaso, entre otros.
Dificultades de tasación
“Ante la información incompleta proporcionada por la Biblioteca Menéndez Pelayo”, los tasadores tuvieron que buscar alternativas para encontrar una referencia de precio. Se consultó el catálogo de la librería Gabriel Sánchez, de Madrid, que fue el principal proveedor de Marcelino Menéndez Pelayo de fondos bibliográficos para su biblioteca. También se consultaron catálogos conmemorativos, las cartas del polígrafo y otras fuentes alternativas.
La primera dificultad en la valoración fue solventar la discrepancia entre el número total de ejemplares real con el que constaba en la documentación parcial remitida por la Menéndez Pelayo. La segunda dificultad fue que la información atribuida es incompleta, sin constar la fecha, dato fundamental para la valoración. Reclamadas las fechas, la referencia más aproximada que se remitió al tasador fue la del siglo.
En el caso de autógrafos y manuscritos más antiguos se requería además conocer las características físicas de los documentos, para lo cual se tuvo que consultar la información ya contemplada en catálogos impresos de manuscritos.
Otro tanto ocurrió con los legados, donde se encuentran los manuscritos de las obras y el epistolario del propio Menéndez Pelayo, y cuyo valor se tuvo que deducir de catálogos impresos. Los tasadores no pudieron acceder al catálogo automatizado, ya que “el enlace que tiene la página web de la Institución no estaba disponible”.
Para la tasación de las obras, se han seguido procedimientos de valoración media o informaciones externas. Así, se tomaron los manuscritos de los siglos XIV, XV y XVI, los incunables, los postincunables y los impresos de los siglos XVI y XVIII y se ordenaron en grupos lo más homogéneos posibles por tipología y fecha. En cada grupo, se eliminó del cálculo el libro más caro y de los menos valiosos se realizaron catas al azar, calculándose una media de los precios. Dicha media fue la aplicada para calcular el valor del resto de las obras.
Aunque más recientes, la tasación de ejemplares relativamente recientes fue más complicada porque no se partía de una tabla con precios. Así que hubo de obtenerse la información en el mercado y otras fuentes. Lo dicen los propios especialistas de la Biblioteca Nacional en un informe consultado por elDiario.es: “Para los impresos de los siglos XVII, XIX y XX no hemos contado con ninguna información de las obras, solo el número de documentos a valorar. Ni tan siquiera se ha conocido el número concreto de los impresos que corresponden a cada siglo en el caso de los siglos XIX y XX, pues solo se ha proporcionado el número global de títulos correspondientes a estos siglos (35.260). Para la valoración de estos materiales se ha tomado como referencia un valor medio, a partir de los precios de mercado actuales, aparecidos en subastas y en el comercio de libro antiguo para este tipo de materiales”.
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