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Escena Miriñaque, el “pequeño” proyecto de teatro santanderino que terminó 'conquistando' el mundo

Parte del equipo de Escena Miriñaque.

Blanca Sáinz

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Dos décadas pueden sonar a poco, a mucho, o a nada, pero en el caso de Escena Miriñaque suenan a todo. Y es que hace 20 años, cuatro apasionados de las artes arrancaron un proyecto que no sabían hacia dónde les llevaría, pero del que estaban completamente seguros. “Era un momento con un panorama teatral muy desértico y ávido de cultura renovadora”, relata una de sus fundadoras, la profesora, codirectora y actriz Noelia Fernández, para poner en contexto.

Ella, junto a Joaquín Solanas, Esther Velategui y María José García, abrieron su “pequeño local” de la calle Sevilla, en Santander, para probar suerte tras salir del Palacio de Festivales: “Éramos un grupo que acabábamos de terminar de formarnos, y tanto profesores como alumnos supimos juntarnos para crear lo que fue Miriñaque Teatro. La sorpresa nos la llevamos cuando el primer año conseguimos 80 alumnos”, explica Fernández con nostalgia. Ahí arrancaron con una de las armas que tenían en su poder: la innovación. Y les salió bien.

“Hicimos montajes que afectaban a la juventud, con temas como el sida o la anorexia, y recorrimos toda la comunidad para mostrar lo que hacíamos... Teníamos muchas ganas de pasarlo bien y Cantabria tenía ganas de nuevas generaciones que se atreviesen a romper el hielo en la cultura”, revela la codirectora de la compañía.

Solo tres años más tarde, en pleno 2004 y siguiendo con sus aspiraciones renovadoras, decidieron refundarse como Escena Miriñaque y añadir a su compañía y escuela, un centro de exhibición al que después seguiría la creación de la sala a la que llamarían 'La Miriñaque'. “A partir de 2006 nos orientamos hacia la creación y divulgación del teatro contemporáneo, la investigación de nuevos lenguajes escénicos y el mestizaje de diferentes vanguardias, y eso es un poco por lo que se nos conoce hoy”, indica Fernández.

Desde entonces, tal y como revela la fundadora, han viajado por todas las comunidades autónomas de España, han cruzado el charco en varias ocasiones y han actuado en decenas de países. No obstante, cuando la pandemia llegó hace algo más de un año, lo pasaron especialmente mal por tratarse de un sector “tan vulnerable”. “En la cultura siempre estamos en la cuerda floja y dependemos de subvenciones, pero hemos sido afortunadas por poder seguir haciendo arte en vivo y por poder adaptarnos a la situación”, señala.

Pese a eso, destaca que el fin de Escena Miriñaque es el de demostrar que todo el mundo puede acceder al teatro: “Este tipo de cultura que se dirige a un sector de la población tan específico y que tiene un coste tan elevado no produce un rendimiento económico como para considerarlo industria, pero sigue siendo necesario democratizarlo”.

Pero si hay algo por lo que es reconocible esta compañía de teatro santanderina es por su atención al público más pequeño y, sobre todo, a la primera infancia, a la que se refieren como “un sector muy olvidado”. Ellos, que llevan años acudiendo a colegios e institutos para desarrollar proyectos, insisten en que la pandemia ha dificultado el acceso de todo el mundo a la cultura, ya que, por ejemplo los menores, han comenzado a depender únicamente de que sus padres “quieran y puedan” llevarles. “Aquellos niños y niñas que vayan al teatro el día de mañana seguramente serán consumidores de cultura, y aquel que desconoce, será más complicado de enganchar de adulto”, asevera.

Por el momento, el equipo de Escena Miriñaque mira con optimismo el futuro pese a preferir vivir día a día, “algo que nos ha enseñado la pandemia”, aunque el 2021, el año de su aniversario, les está trayendo muy buenas nuevas: “Tenemos tres producciones nuevas y en formatos muy diferentes: acabamos de estrenar en el Palacio de Festivales 'Del otro lado', una obra dirigida por Blanca del Barrio, luego haremos un cuento narrativo con puesta en escena llamado 'Por las buenas y por las malas', y después vamos a desarrollar una coproducción en Uruguay con una subvención que nos concedieron de Iberoescena”, cuenta entusiasmada.

Así que parece que a esta compañía que se tuvo que trasladar de la calle Sevilla a Isaac Peral por necesidad de más espacio, le queda un largo camino en la escena cántabra. “Porque mientras podamos seguir adelante, aquí estaremos”, concluye Noelia Fernández.

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