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Las mujeres rurales que cambiaron su mundo: desde la librera del pueblo hasta la agricultora que se lanzó a estudiar la huella de carbono que dejaban sus patatas

Imagen aérea de los Valles Pasiegos, una de las zonas más rurales de Cantabria.

Blanca Sáinz

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Que vivir en el entorno rural supone ciertas desventajas frente a la vida urbana es una evidencia: peores comunicaciones, menos ocio y sobre todo una tendencia generalizada hacia el éxodo a las ciudades, ya sea por cuestiones académicas en la juventud o posteriormente por trabajo. Sin embargo, dentro de esta desigualdad que siguen sufriendo mucho pueblos hay una parte de la población que lo padece especialmente: las mujeres. Y la razón es sencilla: los cuidados a su familia siguen teniendo un gran peso en la vida diaria.

Con motivo del Día Internacional de la Mujer Rural, la Consejería de Igualdad del Gobierno de Cantabria ha organizado el programa 'Mujeres valientes', donde varias mujeres del mundo rural cuentan cómo lograron romper barreras, vencer los estereotipos y envalentonarse ante un entorno donde es aún más complicado abrirse hueco. Así, conocemos de primera mano las historias que demuestran que en los pueblos hay vida más allá de la ganadería y de la tranquilidad con la que siempre se les vincula.

De dejar su trabajo para cuidar a sus hijos a montar la librería del pueblo

Pilar Sobrao es filóloga y, aunque se dedicaba a la docencia, su vida tomó un rumbo diferente cuando tuvo a su primer hijo y decidió dejar de trabajar. Pero es que después de ese hijo vinieron otros dos, y aunque su vida se complicaba al ayudar también a su marido con su nueva empresa, de repente se dio cuenta de que tenía una espinita clavada: la de montar su propia librería.

Y lo hizo en el local que tenía su marido en Gajano, un pueblo cercano al suyo y dentro de su municipio, Marina de Cudeyo. “Poco a poco le fui quitando sitio en la oficina y fui haciendo de ella lo que es ahora, mi librería y mi sueño”, cuenta serena. Sin embargo, sí que admite que sigue viendo “necesario” hablar de las mujeres del mundo rural “para rendir un homenaje a aquellas que nos abrieron el camino y nos hicieron la vida mucho más fácil a las mujeres de ahora”.

Sobre la posibilidad de dejarse llevar por la corriente y acabar llevando su librería a la ciudad, Pilar Sobrao confiesa que “nunca” cerraría su negocio actual. “Aquí sé los nombres y los apellidos de mis clientes y siempre me he sentido muy apoyada por ellos”, revela. Y concluye la entrevista admitiendo que se siente “muy orgullosa de ser la librera de mi pueblo”.

Agricultora, contable, ama de casa y preocupada por el medio ambiente

Mercedes López lleva 40 años trabajando con las patatas, y no es de extrañar puesto que su pueblo, Valderredible, cultiva estos tubérculos de forma extraordinaria. Pese a que reconoce que entró en este mundo por su marido, también admite que desde que él se fue a trabajar a otra empresa familiar, ella lleva la voz cantante en su negocio: “Todavía hay gente de la ciudad que cree que somos tercermundistas, y yo he dependido toda mi vida de mí misma. Todo lo que tengo me lo he ganado luchando mucho”, indica.

Y precisamente siguiendo esa línea de mujer decidida, Mercedes se lanzó en 2011 a conseguir el sello de la Huella de Carbono, algo que le supuso mucho trabajo pero que le compensó por su gran respeto al medio ambiente. “Fui la primera mujer de Cantabria a la que se lo otorgaron en las patatas y la gente de mi entorno ni sabía lo que era la huella de carbono, lo aprendieron conmigo y estoy orgullosa”, explica.

No obstante, cuando preguntas a Mercedes sobre cuál es su perfil, su respuesta deja entrever su humor: “Soy multiusos”. ¿La razón? Se encarga de su casa, se declara agricultora y además lleva todo el papeleo que conlleva la empresa, “¡y todavía me queda tiempo para hacer cosas!”, exclama entusiasta mientras reconoce que es capaz de hacer “tres cosas a la vez”.

Directora de la Mujer del Gobierno y 'de pueblo'

Como directora general de la Mujer del Gobierno de Cantabria, Consuelo Gutiérrez conoce la situación que atraviesan las féminas en cada uno de los contextos que presenta la comunidad. Pero lo cierto es que sabe especialmente bien lo que ocurre en el mundo rural porque ella misma vivió en un pueblo (Viveda, en el municipio de Santillana del Mar) hasta que se fue a estudiar a la Universidad en Salamanca.

“Procedo del entorno rural, pero de un entorno donde tuve igualdad de oportunidades, y si yo pude acceder al puesto en el que estoy hoy es porque pude acceder al sistema educativo... Aún recuerdo que en mi colegio había niñas que tenían que quedarse internas porque vivían en Liébana y no podían coger el autobús todos los días, y el tema de la movilidad sigue sin estar resuelto del todo”, señala.

Sobre la brecha que indica que las mujeres sufren más en el medio rural que en el urbano, Gutiérrez aclara que esto existe “en todos los entornos”, aunque tanto los estereotipos como los roles “suelen estar más asentados” en los pueblos. “La incorporación al empleo de una mujer probablemente será parecida a la de la ciudad, pero la participación en lugares de toma de decisión en el medio rural sigue estando más reservada a los hombres”, asevera.

Asimismo, indica que estos actos de conmemoración que se han llevado a cabo tratan de visibilizar a esas mujeres rurales que son tan diferentes entre sí “pero que siempre han formado parte del sostenimiento territorial y han sido esa base sobre la que se han desarrollado el resto de las actividades vitales de las personas que allí residen”.

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