“Hablar de clientes en vez de puteros es despolitizar la prostitución”
Lo personal es político. Amelia Tiganus (1984, Galati, Rumanía) ha hecho suyo este lema feminista. La activista trazó este jueves en la Facultad de Ciencias Sociales de Cuenca, en el marco de las jornadas 'Democracia y prostitución: un binomio irreconciliable', un alegato contra “el sistema prostitucional” haciendo un repaso por su propia experiencia como superviviente tras haber reconstruido su vida después de haber sido explotada sexualmente en España durante cinco años, desde los 18 hasta los 23, elevando así su caso personal a “tema político y social”.
Tiganus fue una de las ponentes que participaron en las jornadas, dirigidas por Patricia Espejo Megías, vicedecana de la Facultad de Ciencias Sociales de Cuenca, quien explicaba que el objetivo de esta iniciativa era ofrecer un espacio de reflexión y debate sobre una problemática que supone la “cosificación de las mujeres y niñas, cada vez más jóvenes, y que nos impide avanzar como sociedad”.
“¿Cuál debe ser la postura de un Estado que se defina como social y de derecho?”, se preguntaba Espejo. El propio nombre de las jornadas era ya toda una declaración de intenciones, apostando claramente por la abolición. La vicedecana recuerda que hace unos meses se celebró en el campus de Cuenca otro foro sobre prostitución pero “con un enfoque totalmente contrario”, en el plano de la regulación. “Yo quería dar otra visión e incluir también a personas que han sido víctimas”, cuenta.
Es el caso de Amelia Tiganus, quien, cuando tenía 13 años, sufrió una violación múltiple en su país y, encima, acabó marginada por ello. Después, a los 17, fue vendida a un proxeneta español. “Es un sistema criminal. Te conviertes en objeto. Eres penetrada cada día por todos sitios por desconocidos. Es la deshumanización total”, dice rememorando esa negra época.
Pero ahora ya no cuenta su dura historia como víctima sino como superviviente y busca que su testimonio sirva para ayudar a otras mujeres y para concienciar. Actualmente reside en Euskadi, forma parte del Movimiento Abolicionista del País Vasco y en los últimos cuatro años ha impartido más de 300 conferencias, charlas y talleres de sensibilización y prevención de la prostitución y la violencia sexual. Ha recibido numerosos premios, entre ellos el Reconocimiento mostrado por lograr una sociedad libre de violencia contra las mujeres entregado por el Ministerio de Igualdad.
Tanto Tiganus como Espejo dejan claro que su postura abolicionista no va contra las mujeres en situación de prostitución sino contra el sistema. Al revés, ellas y las que están en riesgo de caer se encuentran en una situación de vulnerabilidad extrema por lo que la activista recalca que hay que apoyarlas.
El foco en los hombres
Por ello, considera que hay que poner el foco en los hombres: en los proxenetas, a los que se vende alegremente como unos empresarios más; y en “los puteros, que han estado invisibilizados hasta ahora”.
A la pregunta de si hay un perfil de cliente, corrige rápido: “Yo no los llamo así. Esto no es como comprar pan. Hablar de clientes en lugar de puteros es despolitizar el tema de la prostitución”, matiza rotunda.
Tiganus detalla que, según los estudios, cuatro de cada diez hombres consumen prostitución. “Aunque yo creo que son más”, lamenta. “No hay perfil. Puede ser cualquier hombre. De cualquier edad, clase social, formación... También dicen que a veces solo hacemos de psicólogas con ellos. Si no podemos ni con nuestras vidas...”, recalca. No obstante, los clasifica en tres tipos aunque aclara que “no hay ninguno bueno”. “Está el putero majo, que busca una perfomance romántica, que te hagas pasar por su novia. Pero el cariño no se compra. Esto te impide disociarte del hecho, que es como se sobrevive en la prostitución. A la larga, la disociación te trae consecuencias psicológicas pero en el momento te permite no sufrir”, asegura.
En segundo lugar sitúa al “putero macho”, que consume pornografía y busca a una mujer disponible para todo; y, por último, habla del peor, el “sádico”, que siente placer al humillar.
Tiganus también arremete contra el término de trabajo sexual, negando que sea una ocupación laboral más. Y pone el acento en el proceso que hace que “una mujer se convierta en puta”, apuntando que “el empobrecimiento y el abandono social e institucional” están detrás de ese tortuoso camino. Por ello, reclama que se ayude a las mujeres en una situación tan dramática cuyo “siguiente paso puede ser acabar en la prostitución”. “Ser emigrada, racializada, con falta de apoyos, es estar en extrema vulnerabilidad”, indica, añadiendo que en esas condiciones es difícil hablar de que alguien elija libremente este ‘oficio’.
“No podemos hablar de igualdad entre hombres y mujeres, ni de justicia social, ni de la sociedad del buen trato mientras exista una sola mujer en el mundo explotada sexualmente”, hace hincapié.
Autonomía y restauración
Para ayudar a las mujeres a salir de la prostitución, señala que las medidas deben encaminarse hacia la autonomía y la restauración. Para el primer punto, habla de una renta básica. “Dirán que no hay dinero mientras la prostitución mueve cada día cinco millones de euros en nuestro país”, critica. En cuanto a la segunda cuestión, apuesta por terapia y un acompañamiento psicosocial para que estas personas puedan sanar su gran herida.
En este punto, la vicedecana de la facultad recuerda que España es el mayor consumidor de prostitución de Europa y hay “hombres de poder y políticos” entre los clientes, lo que complica que se legisle hacia la abolición. No obstante, se muestra esperanzada con la ley contra la trata en la que trabaja el Ejecutivo nacional.
Espejo subraya la importancia de lanzar la mirada hacia los hombres, por lo que destaca la presencia en las jornadas de Agustín García Alfaro, especialista en género y masculinidades, que centró su ponencia en cómo erradicar la demanda.
Porque para Espejo, la prostitución se asienta sobre tres patas: la trata, la pornografía y el consumo. Sin demanda, el sistema prostitucional se derrumbaría.
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