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La Fiscalía pide siete años de prisión para un hombre acusado de violar a una amiga con sumisión química

El acusado, en el banquillo de la sección 21ª de la Audiencia de Barcelona

Oriol Solé Altimira

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“Jajaja, después te gustó”. Este fue el whatsapp con el que Daniel M. contestó a la pregunta de V. sobre si la había violado. La joven no se acordaba de nada. Perdió la consciencia tras tomarse una copa en una discoteca de Barcelona el 7 de marzo de 2020. Al despertar supo que la habían violado y que era una víctima de sumisión química.

El juicio se ha celebrado este martes en la Audiencia de Barcelona a pocos días de que entre en vigor la nueva ley de libertad sexual, que unifica los delitos de abuso y agresión sexual e incluye una agravante para casos en el que el violador emplee sumisión química para atentar contra la víctima.

Si ahora los abusos se castigan con entre cuatro y diez años de cárcel y la agresión entre seis y doce, el nuevo delito está penado con entre cuatro y doce años.

Como los hechos ocurrieron en 2020, la Fiscalía no puede legalmente aplicar la nueva ley del 'solo sí es sí' y pide condenar al acusado a siete años de prisión por abusos sexuales. Misma pena reclama la acusación particular de la víctima. Al someterla a la sumisión química que anuló su voluntad, no existió la violencia o intimidación necesarias para acusar por agresión sexual.

El caso juzgado en Barcelona es un ejemplo práctico de lo revelado por un estudio del Ministerio de Justicia, que detalló que el 80% de las causas por sumisión química registradas en España provenían de entornos cercanos a la víctima. Daniel M. y la víctima eran amigos, y ambos han reconocido haber mantenido relaciones sexuales consentidas antes de los hechos.

Se trata de agresiones difíciles de probar debido a que los restos de las sustancias desaparecen rápidamente del cuerpo, y aunque haya un resultado analítico negativo no es descartable que se hayan producido. El alcohol está presente en un 80% de los delitos de sumisión química, y el 20% restante corresponde a distintas drogas.

El acusado ha mantenido que las relaciones fueron consentidas y en su casa, y ha incidido en que antes de entrar en la discoteca ambos estuvieron bebiendo. “Estaba feliz, alegre, contenta como siempre”, ha alegado Daniel M. La tesis de la defensa es que la víctima le propuso salir de fiesta porque había terminado la relación con su novio.

La víctima en cambio ha relatado que después de beber una copa en la discoteca tiene un vacío hasta despertar en el coche del acusado ya por la mañana. Pasaron a recoger a la entonces pareja de Daniel M. y la dejaron en casa. Allí V. vio que la habían violado. Y escribió por whatsapp al acusado para saber qué había pasado.

Los mensajes, que ha leído la fiscal Cristina Dexeus durante la vista, son la clave del caso, ya que a la víctima no se le realizó análisis alguno para detectar posibles sustancias químicas. Al haber referido que bebió alcohol, no se consideraron necesarias más pruebas, según ha declarado la médico que la atendió en Urgencias. Otro perito sí ha explicado que la víctima presentaba una lesión compatible con un abuso sexual.

En un primer mensaje, el acusado admitió a la víctima que no se puso preservativo. La víctima le requirió varias veces para saber qué le había hecho ya que se encontraba muy adolorida. Y a la pregunta directa de si la violó, Daniel M. escribió: “Jajaja, después te gustó”. El juicio ha quedado visto para sentencia.

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