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Bullying innmobiliario: Vecinos forzados a marcharse

Edificio de la Calle Buenos Aires, número 31, reconvertido en bloque de apartamentos turísticos

Laura Martínez

Valencia —

Ya ha ido sucediendo en Madrid y en Barcelona y así lo han ido denunciando sus vecinos. La compra de edificios antiguos por parte de grupos inmobiliarios o fondos buitres es una constante en las ciudades en las que el turismo es un gran aporte económico. Estas empresas se adueñan de bloques de viviendas, las rehabilitan y después, bien las vuelven a vender a particulares, bien las alquilan para uso vacacional. Por el camino, se cobran un factor importante: a las personas que residen en ellas. 

El último caso más sangrante se ha dado en el madrileño barrio de Lavapies. Ha sido también el ejemplo de los movimientos de vecinos en lucha. Con lemas como “Vecina, despierta, especulan en tu puerta” o “El barrio para quien lo habita”, se han organizado para pedir auxilio ante el intento del fondo buitre Inversión en Proindivisos S. L. que los quiere desalojar. Mensajes como #Argumosa11SeQueda y #Nonosvamos han llenado las redes sociales durante semanas en apoyo a la oposición vecinal.

En Valencia, no tardaremos en ver estas pancartas. Según denuncia el Espai Veïnal del Cabanyal, la empresa Barcelona Ocean View, parte del Grupo Vértice, está presionando a las vecinas del bloque de viviendas Vicent Brull 88 para que las abandonen. La mercantil adquirió el inmueble el pasado mayo y empezó su estrategia, como suelen hacer en estos casos: una visita personal a cada inquilina para anunciarles quienes eran sus nuevos dueños. Además, les advirtieron que no pensaban renovar el alquiler, más que a las vecinas de renta antigua, una figura más protegida. Las vecinas se han agrupado en un colectivo, Afectadas del Bloque Vicent Brull, y han comenzado a denunciar el riesgo de expulsión de los hogares en los que llevan toda la vida.

El grupo Vértice se promociona como rehabilitadora de edificios, reformando los interiores, las fachadas, quitando las estructuras de microcemento y añadiendo infraestructuras como ascensores. La semana que viene presentarán el proyecto de rehabilitación del bloque del Cabanyal, tal como cuenta Antonio Sesé, exdirector general del grupo a eldiario.es. Sesé niega las acusaciones de acoso de los vecinos y les invita a ponerse en contacto con él si se han sentido así por parte de algún trabajador. El responsable comenta que la intención es rehabilitar pisos en muy mal estado para después venderlos a particulares o a empresas del grupo. Marcharse, dice “es voluntario. Nosotros hacemos negocios, pero somos personas”, señala para explicar que “no obligamos a nadie a que deje su vivienda”. Durante el plazo para obtener los permisos, se excusa en que muchos contratos de alquiler vencen y reconoce que no dan opción a prolongarlos, pero sí a comprar la vivienda. Añade también que si algún vecino “molesto con las obras” opta por irse antes de que acabe el contrato, le proponen una indemnización de unos 1.500 euros para que busque otro piso. “Nos quieren poner la etiqueta y nosotros no desahuciamos a nadie”, se defiende el empresario.

Su último movimiento en la ciudad, al margen del edificio del Cabanyal, ha sido el 4 de la calle Fray Pedro Vives, en el barrio de La Saïdia, en un bloque de 27 viviendas, que puso a los vecinos en alerta. Según denunció el colectivo Entre Barris el pasado febrero, la empresa envió una carta a los vecinos avisando de que no les renovarían los contratos de alquiler. La misiva se saldará, temen, con la expulsión de 50 vecinos de sus hogares. Además, según el mismo colectivo, la presencia de estos grupos inmobiliarios ha disparado los alquileres hasta los 600 y 900 euros mensuales, cuando hace pocos años rondaban los 300 por vivienda en La Saïdia. 

Los colectivos vecinales denuncian que la empresa pertenece a un fondo de inversión, aunque Sesé niega el vínculo. Sí explica que el nuevo director general, Daniel Cruz, viene de la banca privada y “ha aportado sponsors y algunos fondos” al grupo. 

Según apuntan desde el sector, muchos empresarios que abandonaron Valencia con la crisis están retornando a la ciudad para centrarse en el ámbito residencial. Constructores como los hermanos Alcaraz, que han duplicado sus sociedades bajo Alibuilding o Armiñana con la creación de la promotora Atikkos. Algo se mueve en el sector inmobiliario y está teniendo repercusión en el turístico. Según los datos de las plataformas de alquiler, los pisos para esta oferta se han duplicado en el último año y en 2018 siguen el mismo ritmo de crecimiento. 

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