De la ciudad al campo, la apuesta ‘natural’ para invertir la despoblación del interior rural
El pasado 13 de marzo, mientras Pedro Sánchez decretaba el cierre casi literal del país para frenar el avance del coronavirus, Eric se abría al mundo. El estado de alarma había pillado a sus padres, Toni Benaches y Patricia Izquierdo, y a su otro hijo de cuatro años, Álex, en Agres, una pequeña localidad al norte de Alcoi de algo más de 500 habitantes. Allí se habían marchado a vivir unos meses antes, en septiembre, aprovechando el inicio del curso escolar en el colegio del pueblo donde matricularon al primogénito.
Buscaban alejarse del ruido y del estrés de Silla, municipio al sur de València donde residían, y acercarse a la naturaleza con vistas al parque natural de la Serra de Mariola. “Teníamos pensado venir solo a probar”, dice el padre de 42 años, tras reconocer que se habían encontrado con la negativa de familiares y amigos: “Antes de venir a vivir nos tachaban de locos”. Pero entonces se enteraron de que estaban embarazados; llegó la pandemia, nació Eric y se dieron cuenta durante el confinamiento que estaban “tan a gusto” que decidieron quedarse. “Pasar la pandemia en Agres [donde de momento no se ha registrado ningún contagio] ha sido una suerte, un accidente muy afortunado”, aclaran. Sin las medidas restrictivas de las pequeñas y grandes ciudades, sus hijos han podido campar a sus anchas.
El cambio de aires de Patricia y Toni vino motivado por varios factores. Primero, contaban en Agres con la casa de un familiar; asimismo, ambos se podían permitir teletrabajar -él gestiona proyectos europeos y ella trabaja en una agencia de viajes- y tienen para ello una buena conexión a internet, “incluso mejor que la de Silla” y, por último y “más importante”, les encantó el proyecto educativo del Colegio Rural Agrupado (CRA) Mariola-Benicadell, que alberga a 29 niños y niñas, entre ellos a Eric, cuyas clases quedan agrupadas en tres niveles educativos.
Este colegio público fue noticia hace un par de años cuando, ante el riesgo de que se quedaran sin alumnado, lanzaron un paquete de descuentos a los padres para incentivar la escolarización de sus hijos. El trasfondo de esta situación se repite y se ha acentuado en muchos puntos del interior de la Comunitat Valenciana: la despoblación y el envejecimiento. Existen en la actualidad 58 pueblos valencianos con un riesgo “muy elevado” de quedarse sin población: 11 casos en Alicante, 19 en Valencia y 28 en Castellón. Precisamente en esta última provincia se presentó en julio el último informe sobre el medio rural valenciano, una investigación que parte del diagnóstico del problema: “El medio rural de la Comunitat Valenciana no solo se encuentra menos poblado [en comparación con España], sino que tiende a perder población, especialmente joven, y no consigue atraer nuevas personas residentes”, para abogar por una serie de propuestas que se resumen en generar políticas específicas que contribuyan a atraer a nuevos vecinos.
Nuevos pobladores
A este respecto, también desde julio, los Grupos de Acción Local (GAL) rurales y de pesca de Alicante, a través de la Federació Alacantina per al Desenvolupament i la Innovación Territorial (FADIT), han impulsado un proyecto para la realización de un diagnóstico que evalúe el potencial de atracción del medio rural hacia nueva población procedente de las zonas urbanas, en particular de profesionales y emprendedores.
La iniciativa ‘Ecosistemas Locales de Emprendimiento (ELE)’ de GAL Sur de Alicante (ASIR), GAL Rural Muntanya d’Alacant y GALP La Marina se está centrando, entre la diversidad de tipologías de neorrurales, en aquellos perfiles más innovadores que, además de aumentar el número de habitantes, “tienen mayor capacidad de dinamizar económica y socialmente el medio rural en que se instalan”, aseguran. “No solo buscamos nuevos pobladores que únicamente quieran venir a vivir”, aclara María Jesús Torres, gerente del GAL Sur de Alicante.
¿Qué es lo que lleva a una persona de la urbe a trasladarse a un pueblo? En FADIT, y con la colaboración de la Universidad Miguel Hernández de Elche, han escogido ocho municipios pilotos de Alicante en base a nueve factores determinantes fruto de un diagnóstico previo, como son: accesibilidad y precio de vivienda, servicios básicos como educación, atención sanitaria, comercio y de apoyo a emprendedores, infraestructuras de transporte y movilidad, conectividad, ocio y entorno natural, entre otros.
Asimismo, explica Torres, este proyecto se ha completado con la realización de una encuesta a la población neorrural, la que ya residen en núcleos rurales, como la que está valorando seriamente hacerlo. Del total, casi el 60% son personas jóvenes entre 25 y 45 años y el 74% tiene estudios universitarios. Ante la pregunta de si la pandemia había influenciado en su decisión de migrar al interior, el 32% ha contestado que sí. “Si hay alguna parte positiva de esta crisis sanitaria es que se ha vuelto la mirada a las zonas rurales como posibilidad de vida alternativa”, asegura la autora.
Por su parte, Toni y Patricia reconocen que partían del miedo encontrarse en Agres con una comunidad cerrada. “Pero ha sido al contrario, nos han tratado como si fuéramos vecinos de toda la vida”, dice Toni. Quizá haya influido su esfuerzo a la hora de integrarse al proponer espacios de mejora en el pueblo. Precisamente esta semana les responderán a una línea de subvenciones europeas de desarrollo rural que han presentado para crear una especie de ludoteca autogestionada por las familias. “El Ayuntamiento está encantado con la propuesta”, reconoce. Toni, que por su trabajo conoce bien este campo, de momento ha ayudado al consistorio a lograr otra ayuda dentro de los proyectos Erasmus para que tres grupos de adolescentes de tres países europeos se reúnan con chavales y chavalas de Agres en un campamento internacional que tendrá lugar en este pueblo en 2021, que será cuando la juventud se abra paso en este municipio como sinónimo más esperanzador de futuro.
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