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La oportunidad perdida de la biomasa

El ingeniero de Serra, Juanjo Mayans, junto a las máquinas productoras de energía a través de biomasa de su municipio.

Voro Maroto

El compromiso público del gobierno valenciano con la transformación del modelo productivo y la lucha contra el cambio climático tiene una traducción tímida en hechos. A la paralización del plan eólico y el bloqueo de nuevas plantas fotovoltaicas -en un contexto donde el recorte de las primas a nivel estatal ha frenado en seco la inversión -  se suma la ausencia de planes concretos para impulsar la biomasa, la utilización de la materia orgánica como fuente energética.

Los expertos y la administración coinciden en la validez de este recurso. A nivel local, y sin escala industrial, puede cumplir un triple objetivo: Limpiar zonas de bosque, con el efecto positivo para el entorno y la prevención de incendios, producir energía limpia y crear, aún de manera modesta, empleo. El sistema es simple: el residuo forestal -también de jardines o tareas agrícolas- se recoge y transforma para luego ser incinerado en calderas especiales que generan energía térmica.

Municipios como Forcall (500 habitantes, Castellón), Vistabella (400, Castellón) o Serra (3.200, Valencia) ya utilizan, en diverso grado, el sistema. El caso de Serra es únanimente elogiado. El municipio, en el corazón de la Serra Calderona, está rodeado de bosques, tiene muchos chalés y casas con jardín y cierta actividad agrícola. 

Políticos y técnicos vieron la oportunidad. La materia prima (residuos forestales, agrícolas o de jardinería) estaba al alcance de la mano. La voluntad de sustituir la energía convencional por una limpia y más barata, también. Una inversión de 150.000 euros -con subvenciones de la diputación y la Unión Europea- hizo el resto.

El balance, según datos municipales, es muy positivo. 41.000 euros de ahorro al año en tratamientos de residuos y energía. Ocho empleos creados. Y 130 hectáreas de bosque más limpio -y más protegido frente al fuego- en una zona de gran valor ecológico. En la revista de la asociación europea de biomasa se escribe en términos elogiosos sobre 'The Serra´s model“, el ”modelo Serra“.  El combustible del entorno alimenta una caldera que genera energía limpia y barata para varias instalaciones municipales.

Un modelo sin réplica

¿Por qué el modelo de Serra no se ha extendido? Juanjo Mayans, ingeniero del ayuntamiento, da tres claves: “Falta de voluntad política, ausencia en los municipios de técnicos capacitados para ejecutar proyectos así y limitaciones económicas”.

Las dos últimas claves son obvias. Los municipios pequeños -rurales y en zonas montañosas o agrícolas- suelen carecer de ingenieros en sus plantillas. Y, por lo general, las administraciones están muy endeudadas y tienen poco margen para incrementar sus gastos. En el caso de la biomasa, la inversión inicial suele ser alta.

¿Y la voluntad política? Mayans señala un problema. “Estos son proyectos a largo plazo” mientras que los políticos no suelen planificar a más de cuatro años vista. El gobierno valenciano, sin embargo, tiene un departamento consagrado a la lucha contra el cambio climático (la conselleria de Agricultura) y otro por el cambio de modelo productivo (Economía sostenible).

En Agricultura, aunque su en día recibieron con alborozo el ejemplo de Serra, no hay presupuesto para la biomasa. La labor de la conselleria se limitará a difundir las posibilidades de esta fuente energética entre ayuntamientos y cooperativas, coordinar iniciativas entre las administraciones e intentar que los proyectos que surjan capten subvenciones de Bruselas. La conselleria de Economía no ha contestado las preguntas de este periódico. 

En la asociación valenciana de empresas de energías renovables (Avaesen) esperan mayor empuje con la política de la Generalitat en la materia. “Estamos contentos con el mensaje y la predisposición del Consell, pero se debe trabajar más intensamente. En general, hay margen de mejora en energía eólica, fotovoltaica y biomasa”, dice Marcos J. Lacruz, presidente de la asociación.

Lacruz recuerda como sus propuestas al anterior gobierno -el PP- cayeron en saco roto, aunque de momento, tampoco el actual Consell parece más receptivo. “Tuvimos unos meses una reunión en la que se manifestó interés en la biomasa, pero no sabemos nada más”. Aún descartados proyectos a gran escala por su inviabilidad económica, en Avaesen creen en la biomasa.

“Puede generar empleo, ayudar en la prevención de incendios y generar energia limpia en una comunidad como la valenciana, que puede hacer más para llegar a los objetivos marcados por Europa para 2020”, reducción de emisiones, incremento de la energía verde y ahorro en el consumo del 20%. 

Eso sí, dice Lacruz, la biomasa “necesita de apoyo público” porque la inversión inicial es alta y, lejos de zonas forestales o agrícolas, el combustible es caro. “Una oportunidad que se debe aprovechar”, dice Lacruz.

A pesar del ejemplo de Serra, no parece que esta sea una buena época para la biomasa. En Llíria, donde se impulsa un ambicioso proyecto en esa línea -Simbiotic- el ayuntamiento está trabajando con la Universidad Politécnica de Valencia para conjugar prevención de incendios, energía limpia y lucha contra el cambio climático.

El proyecto quiere levantar hasta ocho millones de euros de la Unión Europea, aunque nace con una inversión más modesta, de 150.000 , según el alcalde, el socialista Manuel Civera. Como en Forcall -el primer district heating de la Comunidad Valenciana- o Vistabella, la Generalitat apenas tiene participación en el proyecto.

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