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El sentido común del consumidor: ‘Devolver el casco 2.0’

Miquel Roset

¿Sabíais que en el estado español cada día nos venden 50 millones de bebidas de los cuales 30 millones de latas, botellas y bricks acaban abandonados?

Llevamos más de siete años hablando sobre si retomamos la práctica de devolver el casco en una versión 2.0, actualizada a nuestros tiempos, tal y como ya están haciendo en países de referencia como Noruega, Alemania y Australia.

En España, también una región ha dado un paso al frente. La semana pasada salía a la luz un borrador de ley que permitirá que las aguas, refrescos, zumos y cervezas se vuelvan a vender con depósito en el País Valencià, como hacíamos antes. Un depósito que nos van a devolver una vez retornemos la lata, la botella o el brick a cualquier tienda y con el que los envasadores podrán volver a usar envases reutilizables.

Más allá de los textos legales, las cifras y los detalles, ¿de qué estamos hablando? De aplicar el sentido común. Con esta práctica, el 20% del volumen total de los residuos que generamos se tratan como recursos y no acaban siendo basura.

¿Pero, por qué hacerlo? Hablamos de recuperar plástico de calidad para hacer nuevos envases en vez de que acaben en el mar o en un arcén. Hablamos de aluminio o hierro con el que volver a hacer nuevas latas en vez de que amanezcan abandonadas en un parque. Hablamos de bricks que se transformarán en nuevos bricks en vez de un desecho enterrado en un vertedero o quemado en una incineradora. ¿Quién dice que no a esto? Como afirma la Generalitat Valenciana, este sistema evita que cada día 5 millones de latas, botellas y bricks acaben en un vertedero o perdidos en una playa o parque, ¿quién no se atreve a apoyarlo? Nadie en su sano juicio que no tenga intereses particulares.

En 40 regiones del mundo, los ciudadanos pueden devolver los cascos a los comerciantes para que ellos se ocupen y pronto también podremos hacerlo en la Comunitat Valenciana.

El sentido común impera. Ciudades y pueblos con menos basura. No más latas y botellas tiradas por las calles y playas. Se percibe todo mucho más limpio. Porque lo está. El hábito de ir a devolver los envases genera un sentimiento de orgullo y nos hace sentir que estamos cuidando nuestro hogar, nuestro entorno y nuestro planeta.

Devolver el casco en versión 2.0 es la mejor manera de evitar que cada día millones de latas y botellas acaben en un vertedero, en una playa o en un arcén y vuelvan a entrar en el ciclo económico de forma sostenible. Sentido común.

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