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“Nos hemos encontrado una comunidad enferma y le estamos sirviendo de UCI”

El conseller de Transparencia, Manuel Alcaraz, en su despacho.

Adolf Beltran

Manuel Alcaraz, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Alicante, ha dedicado una buena parte de sus 57 años a la política. Miembro de Compromís con una importante trayectoria en ese ámbito a las espaldas (fue militante de Esquerra Unida, concejal y diputado en el Congreso), pero también en el activismo cívico y en la cultura (ha publicado diversos ensayos), es el responsable de poner en marcha el más novedoso de los departamentos del nuevo Consell, el de Transparencia, Responsabilidad Social, Participación y Cooperación, con todos los problemas y las sorpresas que depara abrir un camino.

¿Un hombre con experiencia en la izquierda política y cívica, cómo vive este experimento del gobierno de coalición del PSPV-PSOE y Compromís, apoyado por Podemos desde el Parlamento?

En unas jornadas sobre Derecho Constitucional en mi universidad, he dicho que estoy como si me hubieran dado una beca. Es una experiencia apasionante Lo más inteligente es venir aquí a aprender cosas. Eso a veces resulta agotador. Ya lo sabíamos, pero estamos cambiando una realidad muy fuerte. Se trata de dar la vuelta a asuntos que, en algunos casos conocíamos, en otros intuíamos, y en muchos casos ni nos imaginábamos. Hay culturas que atraviesan  las formas de organización política y el funcionamiento de instituciones como la Generalitat con una fuerza inercial muy grande. Digamos que hay metarrealidades que van más allá del Acord del Botànic o del programa de cada partido o cada conselleria. Vas descubriendo mundos paralelos que son una sorpresa, a veces agradable y, a menudo, muy preocupante. Todavía no hemos aprendido a gestionar el tiempo Las prisas y la urgencias nos impiden hacer una planificación integral, y no estaremos en condiciones de hacerla hasta que pasen unos meses. Además, se da una situación más compleja porque acabamos de llegar y ya vienen unas elecciones generales.

¿Tiene la sensación de estar en un paréntesis o en el inicio de una nueva época?

Creo que estamos en una nueva etapa que durará tiempo. Otra cosa es que es nueva etapa sea, pasados unos años, tal como la imaginamos hoy. En el debate político actual se dan una serie de interrogantes muy fuertes, como la situación de Cataluña, que es el problema de la redefinición de España, ligado a una reforma de la Constitución inaplazable, o como la redefinición de la identidad de los valencianos.

¿A qué se refiere?

Para entendernos, después de lo que nos ha pasado, el tránsito del “levante feliz” al “levante infeliz”, de la crisis de autoestima, se  han producido dos fenómenos correlativos: que la utilización del fantasma del anticatalanismo (y mira que podría ser utilizado en este momento) no funciona y que también el valencianismo político basado en cierto catalanismo tampoco funciona. Estamos buscando una vía para encontrarnos. El País Valenciano está en condiciones de representar lo que he llamado en algún artículo “la tercera España”, la de quienes no quieren marcharse ni quieren vivir en el kilómetro cero.

¿No existía en algunos sectores la equivocación de pensar que la izquierda y el valencianismo que se iban a encontrar eran más radicales, más tópicos?

Tengo detrás de mí sentada en las Cortes Valencianas a la señora Isabel bonig. Y todos los días, en voz baja y no tan baja, acusa de comunista a quienes intervienen para defender la educación pública o, en general, la prioridad de lo público sobre lo privado. Los de la izquierda nos hemos encontrado una comunidad enferma, y le estamos sirviendo de UCI. Es verdad que dentro de las izquierdas hay gente que no se entera y querría hacer la revolución. Pero hemos de ir con cuidado en el tratamiento si no queremos matarla por sobredosis.

En estos años de hegemonía del PP, da la sensación de que en la izquierda valenciana ha habido una evolución pero que la derecha no se ha parado a pensar en cambiar nada...

Una parte de la derecha, íntimamente, se siente muy orgullosa de lo que ha pasado estos años. Piensan que, bueno, ha fallado la naturaleza humana de algunos de sus dirigentes, que han sido corruptos, y que les ha fallado la economía, pero que, si no fuera por eso, se seguirían construyendo obras faraónicas y haciendo una política de grandes eventos. El PP no tiene teoría política propia. Cuando la señora Bonig se declara liberal y anglosajona, solo demuestra una ignorancia profunda del liberalismo. Ella  es una ultraconservadora y punto. El PP solo se replanteará en España sus posturas si pierde las elecciones generales. Y ahí hay un enigma: el de su relación con Ciudadanos, que está jugando bien la baza de un centro-derecha moderado y laico. ¿Intentará el PP comerle el terreno?  No lo sabemos y creo que no hay nadie en el PP reflexionando sobre eso.

Pero los populares valencianos intentan hacer una oposición agresiva...

Se pasan la vida reprochándonos lo que decíamos cuando estábamos en la oposición. Que sigan así, recordándole al pueblo valenciano lo que ellos hacían. Nosotros encantados. Quieren jugar a lo que jugaba la oposición hasta hace un año. Pero es que Mònica Oltra expresa simbólicamente cómo esa oposición consiguió conectar con lo que pasaba fuera de las paredes de las Cortes. En cambio, los gritos de algunos diputados del PP se acaban allí, no conectan con la calle.

Tal vez le ha correspondido el papel más singular del nuevo gobierno valenciano, al tener que crear una nueva conselleria. ¿Cómo se ha visto en esa tarea?

Es un papel a veces complicado. Tiene vertientes muy burocráticas, que consisten en batallar por presupuestos, personal y medios. Ha habido direcciones generales durante semanas sin más personal que el propio director general. Pero hemos mejorado mucho y estamos muy contentos de haber podido cumplir en cinco meses con la ley de transparencia prácticamente en todo lo que se refiere al portal de transparencia. En el futuro haremos uno mucho mejor, pero lo hemos podido hacer, con el esfuerzo de todos. No tardaremos mucho en aprobar el código de buen gobierno, del que solo se ha hablado en relación con cuestiones como la asistencia a procesiones, pero que contienen muchas más cosas. Sobre la mesa tengo el proyecto de reglamento de centros de valencianos en el exterior, hemos hecho la jornada estratégica para refundar toda la cooperación valenciana... Son los primeros pasos.

¿No habría tenido más sentido hacer una Conselleria de Justicia y Transparencia?

Esta conselleria obedece a una necesidad real en un momento histórico del pueblo valenciano. El empeño del PP en demostrar que no hace falta la hace más necesaria. Nos tienen miedo. Y eso que nuestra misión no es el pasado. Podemos encontrarnos cosas del pasado, pero nuestra misión es prevenir que no vuelva a ocurrir lo mismo. El modelo orgánico es opinable. Por ejemplo, en Baleares es una Conselleria de Transparencia y Cultura. Somos un departamento barato, que en lo que gastará no es propiamente en transparencia sino en cooperación. Además, muchas de nuestras políticas son transversales. Por ejemplo, vamos a doblar prácticamente el número de miembros de la inspección general de servicios. Había tres funcionarios y vamos a poner ya ocho.

También se producen interferencias o colisiones. Podemos ha presentado en las Corts la proposición de ley de la agencia antifraude y contiene previsiones que parecen confundirse con competencias de la conselleria... Empieza también en el Parlamento la elección de los integrantes del Consejo de Transparencia...

Me he reunido tres veces a hablar con Antonio Montiel, de Podemos. En unas cosas coincidimos y en otras no, eso es normal.  Quedó claro hace meses que el Acord del Botànic reserva ese tema a Podemos. Nosotros hicimos un informe porque es un organismo nuevo. Tenemos que ser serios y responsables. ¿Quiere decir que un grupo parlamentario no es serio y responsable? Óbviamente, no. Pero nosotros podemos disponer de más medios para dedicar gente a estudiar el tema, a hacer Derecho comparado... Nos hemos reunido con la agencia antifraude de Cataluña.... Quedamos que haríamos un informe. Y lo hemos hecho. En algunas cosas coincidimos, en otras no. Espero que algunas cambien, vía enmienda, en el trámite parlamentario.

¿Cuáles?

No tiene mucha importancia, pero puede generar cierta inseguridad jurídica. Han incluido en las disposiciones unas reformas de la Ley de Transparencia. Si hace falta en el sentido estricto del funcionamiento de la agencia, no tenemos ningún inconveniente. Pero reformar por reformar, aprovechando que hay otra ley no lo vemos claro. Por pura seguridad jurídica. Cambiar una ley que acaba de entrar en vigor puede producir eso. Las leyes se hacen para aplicarlas, no para hacer una declaración ideológica. A lo largo de la legislatura tendremos que cambiar la Ley de Transparencia, pero le hemos de dar un tiempo de rodaje. También me gustaría más que, en lugar de poner énfasis en que se trata de un organismo dependiente de las Corts, fuera fruto de una cooperación entre las Corts y el Consell, con absoluta independencia de funcionamiento. Expondremos lo que pensamos a través del informe del Consell. Defenderé la toma en consideración, sin duda.

¿No se acabarán produciendo redundancias entre la conselleria, la agencia, el consejo y las iniciativas sociales, como el Pacto contra la Corrupción o el Observatorio Cívico contra la Corrupción?

La transparencia está de moda. Hablamos de tantas cosas bajo el epígrafe de la transparencia que al final puede que no hablemos de nada. Ese es un gran peligro. La Agencia Antifraude puede tener unas funciones bien definidas, como las tiene la Fiscalía. Será necesario un tiempo de rodaje. Las funciones de la comisión están muy acotadas por la ley. Fundamentalmente, examinar las peticiones que lleguen y dictaminar si un determinado departamento ha de atender la solicitud de información que se le realiza. En este momento, esas peticiones están llegando a la conselleria. Nosotros las evaluamos y las remitimos al conselller respectivo. En los casos problemáticos estamos ejerciendo un papel mediador.

¿Puede que acabe haciendo la agencia antifraude de polícia malo y la conselleria de policía bueno?

Cierto tono de la proposición de ley habría que mejorarlo. La agencia antifraude no es un policía, ni bueno ni malo. Prevenir es su principal función. La agencia tiene que evitar malas prácticas, sabiendo que no toda mala práctica es delictiva. No podemos tener una visión heroica. Si tanto la agencia como yo nos enteramos de algo con apariencia de delito, lo que tenemos que hacer es ir a la fiscalía. Si apreciamos desviaciones contables, tendremos que acudir a la Sindicatura de Comptes. En casos de malas prácticas, hay que activar una actuación de la Inspección General de Servicios e, incluso, de la Intervención. Esos mecanismos y protocolos tendrán que ir acoplándose. La corrupción ha hecho tanto daño que hay un gran deseo de que no vuelva a ocurrir.

¿Y no cree que hay que mirar hacia atrás para depurar responsabilidades y rescatar el dinero que se pueda rescatar?

Ya hemos hablado con algunos juristas para organizar un seminario sobre recuperación de activos. Es muy complicado. Tenemos la experiencia del caso cooperación. El acuerdo implícito es que el dinero que se recupere vuelva a cooperación.

En ese caso sí que se ha conseguido recuperar fondos, gracias a una denuncia en la fiscalía, la intervención judicial y la sentencia... Eso es irrenunciable. No podemos renunciar a ninguno de los casos delictivos de los que hemos tenido conocimiento, ni podemos dejar de explicar los casos concretos que nos vayamos encontrado, sean de gran corrupción o de corruptelas. Nosotros nos hemos encontrado masivamente una mala gestión brutal, que en algunos casos ha sido delictiva. En el área de cooperación, donde estamos reforzando el personal, nos hemos encontrado 553 expedientes aplazados.

¿Se refiere a que no se ha investigado el correcto uso de las ayudas o subvenciones?

Son tres o cuatro años en los que no se ha investigado. No tenemos razón alguna para pensar que las ONG no se hayan comportado bien. Pero se trata de 96 millones de euros sin evaluar.  Todo eso iba unido al despilfarro. Hay que recuperar el buen funcionamiento normal de la Administración.

Volvamos a la situación política. ¿Las elecciones generales causarán problemas en el seno del Consell porque se produzca competencia entre sus componentes?

Creo que no. Apelo a mi experiencia política. Las crisis políticas vienen precedidas de una mala relación personal. Eso no se nota. Al revés. La coincidencia en las prioridades es del 100%. Y la sintonía personal ha mejorado mucho. No se producirá ninguna grieta. A eso contribuye el hecho de que todos somos conscientes de que la victoria de la izquierda ha sido posible porque se trata de una izquierda plural. El corsé del bipartidismo ha desaparecido de la cultura política valenciana predominante. Sin pluralismo no hubiéramos ganado. Eso quita dramatismo a las elecciones generales. Además, todos necesitamos que ganen las izquierdas en el Estado.

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