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Valencia medita el futuro de las Fallas tras la edición más insólita desde la Guerra Civil

El monumento 'La Meditadora', símbolo de las Fallas pandémicas, arde la noche de la cremà.

Lucas Marco

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Las Fallas de Valencia, la fiesta más señera de la ciudad, acabaron su edición más insólita tras la suspensión desde el inicio de la crisis sanitaria del coronavirus, cuando las calles vacías de la urbe en pleno confinamiento seguían manteniendo los monumentos en una imagen llamativa y propia de una película del director italiano Federico Fellini. El monumento de 'La Meditadora', la gigantesca figura de mujer en actitud pensativa que presidía la plaza del Ayuntamiento y que tuvo que ser confinada (con su inevitable mascarilla añadida), ha ardido por fin.

La cremà se ha celebrado en una plaza sin actos como las mascletades para evitar las aglomeraciones. Muchísimo menos concurridas que en los años anteriores a la pandemia y con moderada afluencia de turistas, la mayoría aún de playa, la singular celebración ha servido para reactivar la fiesta fallera y los subsectores económicos mermados por la parálisis (pirotecnia, vestimenta, artistas falleros y demás negocios tradicionalmente asociados). También a la restauración y la hostelería.

Se han celebrado desfiles y pasacalles sin público, las mascletades y castillos de fuegos artificiales se han deslocalizado para evitar grandes congregaciones de espectadores, no ha habido verbenas y se han modificado los horarios de la cremà. El consumo de alcohol, consustancial a la siempre casquivana jarana fallera nocturna y diurna, se ha limitado este año a las horas de sol. Y con una moderación digna de la “corresponsabilidad” que pidió a los valencianos el presidente Ximo Puig.

Así, este 5 de septiembre se ha convertido virtualmente en un 19 de marzo, día de la cremà en condiciones epidemiológicas normales. Con menos ruido y una asistencia de público más moderada, las Fallas del 2021 también han sido las del 2020, en una interrupción que no se vivía desde la Guerra Civil.

Con una Junta Central Fallera, auténtico gobierno en la sombra de la ciudad durante cada mes de marzo, aminorada por las inevitables restricciones sanitarias, lo que no ha cambiado ha sido la hegemonía de las fallas de primera división (la comisión de Convento Jerusalén-Matemático Marzal ha ganado en la Sección Especial tanto en los monumentos grandes como en la falla infantil) y las columnas de humo que han decorado la ciudad durante la cremà. Tampoco las inevitables calles cortadas que este lunes vuelven a la normalidad.

En general, las medidas sanitarias se han cumplido (especialmente el toque de queda y la obligación de portar mascarilla en las aglomeraciones), no ha habido grandes problemas de botellones y el Gobierno valenciano tiene previsto convocar esta semana una comisión interdepartamental para levantar las restricciones. El presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, pretende llegar al 9 d'Octubre, encabezando una “comunidad inmunizada”.

Se trata, además, de la primera celebración de una fiesta de masas cuando las nuevas variantes del coronavirus aún amenazan la feliz conclusión del proceso de vacunación. Los datos epidemiológicos de las próximas semanas confirmarán si fue una buena idea o no celebrar las Fallas a la vuelta del verano.

De rebote, las excepcionales medidas tomadas este año, como la descentralización de las mascletades y de los castillos, pueden servir de modelo para próximas ediciones. El alcalde de València, Joan Ribó, se ha mostrado partidario de continuar con la descentralización de los actos, “una buena opción que en definitiva acerca las Fallas a los distritos y los barrios de València”, ha dicho en declaraciones a Europa Press.

Acto de masas por excelencia, la fiesta de las Fallas busca adaptarse a los tiempos pandémicos. 'La Meditadora', ha afirmado el alcalde Joan Ribó, “puede ser un buen símbolo para decir a todo el pueblo que tiene que estar prevenido frente a las pandemias”.

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