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Las valientes magas valencianas

Javier Caro

Siempre de pequeño me pregunté por qué no había reinas de Oriente que pudieran venir a traer regalos, pero nunca obtuve respuesta por parte de mis padres, o al menos eso me cuentan de mi infancia. Ellos sabían muy bien lo que tenían que decir, un “porque no” rotundo. Pero cada día que pasa la sociedad se da más cuenta que las mujeres tienen poca trascendencia y presencia en las fiestas de la Navidad, y como las tradiciones están para hacernos mejores y unir nuestros lazos como sociedad, lo mejor es ir actualizándolas, adaptándolas a los nuevos tiempos donde la igualdad no es un deber, sino un derecho ganado por las mujeres.

Las reinas magas de Valencia han despertado todo tipo de comentarios, crueles y misóginos en su mayoría, pero quizás muchos de los que han insultado descaradamente a esas mujeres no hayan asistido al evento o no se hayan informado sobre él. Algo que suele ser normal en éste país, criticar, calumniar e insultar con impunidad el trabajo de los otros sin haberlo visto.

Joan Ribó ha permitido que se resucite La Semana de la Infancia, una semana que se celebró en 1937, en la República, para que los niños de la época pudieran tener unos días de magia y felicidad en tan duros momentos. La cabalgata de éste año, organizada por La Sociedad Coral El Micalet, nos mostraba parte de la cultura de un pueblo, muixerangues, cabezudos, gigantes, bandas de música interpretando canciones populares, justo todo lo que le falta a la mayoría de pasacalles, un poco de tradición mezclada con dinamismo y alegría. Es importante hacer que las tradiciones que nos identifican como pueblo, con raíces propias y años de cultura, se manifiesten en las calles y se pongan de relieve para los niños y niñas.

Al fin y al cabo son ellos los que, si quieren, van a continuar con dichas tradiciones. La fiesta era para niños, yo que lo presencié vi felicidad en sus caras y risas por doquier. Las magas que subieron al balcón, lucían trajes de fantasía, llenos de colores y de magia, porque de eso iba esta cabalgata, de que lo niños sintieran la magia, antes de la llegada de los Reyes Magos, sin restarles importancia, de hecho la cabalgata se realizó por la mañana y un día antes de las de los reyes. Joan Ribó las recibió, no tanto por ser magas, sino por sus mensajes, los nombres que habían elegido simbolizaban todo lo bueno que necesitamos en la sociedad, todo lo bueno que hay que transmitirle a los niños que llenaban la plaza del Ayuntamiento, un lugar que unas pocas noches antes fue del pueblo en la fiesta de las campanadas, algo insólito.

Libertad, Igualdad y Fraternidad eran los nombres de las magas, la libertad que nos hace verdaderamente personas que pueden elegir lo que desean hacer con su vida, los niños necesitan saber que ellos y ellas son los únicos dueños de sus vidas. Igualdad, una palabra que debe ser más utilizada en la calle, porque sin leyes de igualdad salarial, por ejemplo, vamos a seguir con mujeres que cobren menos que los hombres. Fraternidad, porque sencillamente éste alocado mundo necesita una buena dosis de amor, es cierto que me faltaron más magas como Tolerancia o Dignidad. Pero las magas, aunque traían buenas intenciones, no lograron contentar a todo el mundo, algunas personas las insultaron, utilizando su físico, algo que sucede mucho cuando el objetivo de las críticas es una mujer, nadie nunca habla despectivamente del sobrepeso de Santa Claus, atacaron a su dignidad y horadaron aún más la brecha machista de éste país.

La reinas magas, más allá de cuestiones políticas, venían, y esperemos que se mantengan, para hacer visible la masculinización de los actores principales de la Navidad, magos, reyes, santa claus, el niño Jesús... ¿y dónde quedan las mujeres en todas estas celebraciones?. No existe. Los regalos los traen los reyes o Papá Noel, como figuras mágicas masculinas, ni una mujer asoma por esas tradiciones. Nadie quiere arrancar las tradiciones de nuestra vida, nadie quiere meter a una reina maga con su camello en ellas, nadie pretende eso, pero quizás poco a poco introducir a alguna mujer como todopoderosa maga encargada de dar regalos y cariño.

Con una fiesta laica que también muestre las virtudes que defiende la Navidad. Las reinas magas intentaban eso, visibilizar a la mujer como algo más que la comparsa de estas fiestas, que tuviera un papel principal, que las niñas y niños supieran que la igualdad comienza con la magia y termina en la pérdida del respeto. Por desgracia algunos no han entendido estas buenas y sanas intenciones y han lanzado dardos en forma de insultos despreciativos, por ejemplo Alfonso Rojo las ha tildado de “prostitutas sacadas de una película del oeste”. La violencia contra las mujeres no sólo es física, sino también verbal, llamar a tres actrices prostitutas es lamentable e incita a la violencia, ¿son prostitutas por salir en una cabalgata para niños?, ¿es acaso malo ser prostituta?, ¿su mensaje de Libertad, Igualdad y Fraternidad es malo, pernicioso tal vez?, y mientras las críticas y malos gestos continuaban, el año terminó con 57 mujeres muertas a manos de sus parejas.

Las reinas magas ya las imaginó Gloria Fuertes con su libro “Tres reinas magas: Melchora, Gaspara y Baltasara”, donde ponía a las mujeres al cargo de traer la felicidad a los niños, reescribía la historia cristiana para educar en igualdad y con imaginación. Ahora que las mujeres tienen una mayor importancia en la sociedad, aunque siempre lo han tenido, era el momento de darles papeles principales en las celebraciones tradicionales. Si incluso Disney hace tiempo que olvidó el concepto de princesas dormidas salvadas por príncipes apuestos.

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