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Lo que vienen siendo mil euros

Xavier Latorre

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Mil euros sirven para remunerar un mes de trabajo a dos jóvenes (antes era a uno solo), lo que les puede postergar la huida al extranjero. Con mil euros una pareja, que sobrevive al tsunami económico viviendo en el interior de una furgoneta, puede pasar la ITV, pagar el seguro del vehículo, llenar el depósito de gasolina y comprar víveres para algunos días. Toda esa pasta da para muchos carros de la compra en un supermercado o para muchos recibos de la luz. Con dos billetes morados de los grandes en manos de otras personas más sobradas se puede comprar un exclusivo bolso de marca en una tienda de postín o puedes acudir unas cuantas veces a una peluquería de renombre, si tienes una cabellera como la de Rita Barberá. Pero los mil euros del ala, en los que todos estamos pensando, pasarán a la historia porque era la cantidad que recaudaba el PP de Valencia en donativos encubiertos.

Los famosos cheques de mil euros a escote prestados por medio centenar de personas entre los concejales pasados y actuales, asesores y empleados del partido popular en Valencia (lavados posteriormente, según los indicios policiales, en unos grandes almacenes) dan para sufragar una carrera electoral. Pese a esos fajos de billetes de más, la mismísima Rita Barberá no pudo conservar la alcaldía y, desairada, se largó con viento fresco al Senado.

rifa, sino a una fórmula de financiación ilegal conocida como el pitufeo. Llevamos mes y medio en danza con el conocido caso Taula y las voluntades, como era de esperar, se resquebrajan. Es demasiada gente la que estaba en el ajo. Y en la oposición, y sin mando en plaza, es más difícil mantener la unanimidad en las declaraciones ante el juez. Así, el ex-vicealcalde, Alfonso Grau, ha explotado, harto de ser considerado un chivo expiatorio, de tener que viajar de juzgado en juzgado y de sentarse en un banquillo de alta alcurnia en Palma. La despechada esposa-villana de ese antiguo lugarteniente de la alcaldesa, María José Alcón, ¡mira quién fue a hablar!, ha tachado de corrupción política total las trampas y argucias del aparato de su partido.

El Ritaleaks, desvelado por Compromís, certifica que con mil euros puedes invitar a doce colegas a comer ricamente en el restaurante La Sucursal de Valencia. Con dos billetes de 500 puedes pasar una noche en un hotel de campanillas de Florencia y aún te sobra un pico para caprichos tontos. Con mil euros puedes hacerte con un importante botín de cajas de ventresca de bonito o con todo un arsenal de botellas de ron Cacique. Aunque con varios montones de dinero negro, apilados en la mesa del contable del partido, te puedes ver, como puede llegar a ocurrir ahora mismo, con el culo al aire. Algunos mercenarios de la política, como acabamos de conocer, traficaban alegremente con billetes morados para seguir mandando a sus anchas. Los mil euros marcan la frontera de la decencia. Con esas generosas entregas de dinero sucio, procedentes de Dios sabe dónde, el PP consiguió votos de sobras para gobernar a su antojo durante demasiados años una ciudad como Valencia.

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