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Euskadi acaba con el pasaporte COVID tras el varapalo de la Justicia

Control de pasaporte COVID en el hospital de Txagorritxu de Vitoria

Rubén Pereda

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Tras el enésimo varapalo de la Justicia a la estrategia sanitaria del Gobierno de Urkullu en la gestión de la pandemia de COVID-19, Euskadi ha anunciado que una orden que se publicará este viernes acabará con la exigencia de mostrar el pasaporte COVID, que tras la última resolución del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, dirigido por el polémico juez Luis Garrido, había quedado limitado al ocio nocturno —ahora prácticamente inexistente por las restricciones en vigor— y a los restaurantes con capacidad de más de medio centenar de comensales.

La sala de lo contencioso-administrativo del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) resolvió este martes no autorizar ni la prórroga temporal del uso del pasaporte COVID hasta el 13 de febrero ni, por consiguiente, admitir que fuese ampliado a más locales como los hoteles o los salones de juego, tal y como pedía el Gobierno de Urkullu. “Tanto la incidencia acumulada como la ocupación hospitalaria están en claro descenso; por lo que difícilmente se puede justificar la ampliación a nuevos espacios de una medida restrictiva de derechos fundamentales”, argumentó la sala en una resolución en la que, como ya viene siendo frecuente, los jueces han recurrido a razones epidemiológicas más allá de lo jurídico. El Gobierno vasco entiende que, tras esta negativa, lo “coherente” es dejar sin efecto la orden anterior, que, tal y como había quedado ahora, tan solo regulaba la exigencia del pasaporte COVID —que se puede conseguir con la pauta completa de vacunación, pero también con una prueba negativa reciente— en el ocio nocturno y en los restaurantes con capacidad para más de cincuenta comensales. En la práctica, las restricciones vigentes hasta el 13 de febrero limitan el ocio nocturno, pues el horario máximo de cierre hasta esa fecha será a las 01:00 en los establecimientos de hostelería, restauración y similares, así como en todas las actividades comerciales, sociales y culturales.

En unos pocos días, y en lo que fue un viraje de 180 grados, el Gobierno de Urkullu pasó de rechazar frontalmente el pasaporte COVID a adoptar la medida y defenderla con rotundidad a lo largo de unos meses en los que los incumplimientos han sido generalizados. El pasaporte COVID se propuso en Euskadi en noviembre, aunque no entró en funcionamiento hasta el puente de la Constitución y de la Inmaculada. El retraso vino precisamente por un portazo inicial del Superior y la necesidad de una autorización del Supremo. Inicialmente, solamente se pedía en el ocio nocturno a partir de las 22:00 horas y en los restaurantes con un aforo de más de 50 comensales. Esa primera fase es precisamente a la que se había regresado ahora tras la resolución del Tribunal Superior de Justicia. Fue ya a mediados de diciembre cuando se hizo extensivo a toda la hostelería y a eventos deportivos y culturales (siempre que sean en recintos cerrados), a gimnasios y centros deportivos y a las visitas a hospitales, residencias o cárceles.

Aun con el varapalo de la Justicia, en un principio la vigencia —limitada— del pasaporte COVID estaba sujeta a criterios epidemiológicos. De hecho, en el decreto que quedaba en vigor se apuntaba un punto indefinido en el calendario en el que la incidencia acumulada por cada 100.000 habitantes a 14 días descendiese por debajo de los 150 casos, el límite a partir del cual se considera ahora en Euskadi que el territorio está en alerta roja por alta transmisión del Sars-CoV-2. El boletín epidemiológico publicado por Osakidetza el mismo día en que se ha anunciado la orden que acabará con el pasaporte apunta a una incidencia de 2.864 casos, diecinueve veces el umbral que se considera asumible. De hecho, aunque Salud habla de una evolución epidemiológica favorable, la deja en un segundo plano y arguye como principal argumento la negativa de la Justicia a prorrogar el pasaporte en el tiempo.

Aun así, ya sin pasaporte COVID, desde el Gobierno vasco se incide en la “necesidad de seguir observando los principios de prudencia, seguridad y rigor en las medidas de prevención y autoprotección”. Se aclara, además, que, si bien el pasaporte COVID ya no se requerirá para el acceso a ningún establecimiento en Euskadi, sí seguirá vigente como medida para agilizar los viajes dentro de la Unión Europea.

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