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¿Cómo se descubrieron los restos del Che Guevara?

Ernesto Guevara, el Che

Eduardo Azumendi

“La familia quería tener los restos del Che Guevara y nosotros logramos encontrarlos”. Jorge González, rector de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana y jefe de la expedición científica que dio con el cuerpo del guerrillero, expresa así la satisfacción del deber cumplido. “Cuando te dan una tarea quieres llegar hasta el final”, insiste al referirse a la conocida como Operación Tributo, que dio como resultado la repatriación de más de 2.000 cubanos que habían muerto en distintas partes del mundo. La mayoría de las personas halladas eran civiles: mineros, campesinos, médicos, ingenieros, maestros, constructores… y un grupo de militares que habían estado luchando en África.

González ha relatado en los Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco la historia del hallazgo del Che Guevara. “Fue un trabajo muy paciente, humanista, patriótico y científico”, recuerda. “El caso del Che Guevara”, abunda, “era un caso de trascendencia internacional porque tenía carácter humanitario e histórico”. Las búsquedas no se realizaron “por grado militar ni porque algunos fuesen más conocidos que otros”. “Los que tenemos la misión de buscar enterramientos buscamos a seres humanos, sean quienes sean”.

“Cuando estábamos en Bolivia muchos periodistas nos preguntaban si nos iríamos cuando encontrásemos al Che Guevara. Nosotros les dijimos que cuando le encontrásemos seguiríamos buscando”. Los investigadores argentinos se retiraron del proyecto en 1996 y González se quedó al mando del mismo para continuar con las búsquedas. El investigador solicitó a Cuba 100 científicos de 15 instituciones científicas diferentes, lo que le permitió contar con un equipo de trabajo multidisciplinar.

“En diciembre de 1995”, rememora, “viajé a Bolivia como representante de la familia de los guerrilleros para ocuparme de todos los aspectos legales y técnicos”. El equipo de González logró encontrar “31 de los 36 entierros”. La dificultad de la investigación se centraba en dispersión de los cadáveres “en 23 lugares diferentes” y la “geografía accidentada” de la zona. “Lo más difícil fue encontrar los entierros. Nunca en mi vida había trabajado en un proceso de identificación que tuviera tantos datos como el de Che Guevara. Teníamos desde una radiografía dental hasta un molde de su dentadura, un estudio antropológico dental que nos ayudó a identificarlo de forma rápida y certera”.

Manos amputadas

Manos amputadasUn detalle que no venía recogido en la ficha de identificación era la amputación de los brazos del Che Guevara. A este respecto, el profesor asegura que “los servicios de inteligencia de la CIA solicitaban confirmación científica de su muerte, y no sólo por apreciación o comparación física”. Debido a que la CIA quería realizar una comprobación dactilar para cerciorarse de la identidad del cadáver “se tomó la decisión de amputarle las manos y hacer desaparecer el cuerpo”. Esta comprobación estuvo a punto de no poderse producir puesto que depositaron las extremidades “en una lata con formol, en vez de con alcohol, lo que hizo que se deshidratasen”.

A modo de anécdota, comenta que existe “un libro dedicado al tema de las manos que narra toda la historia de cómo se sacaron de Bolivia y las vueltas que dieron por el mundo. Lo primero que llegó a La Habana antes que el cuerpo fueron las manos”. Actualmente, “se supone que las manos y el cuerpo están juntas en un mausoleo de Santa Clara”. Es aquí donde reposan tanto “los restos del Che Guevara como los del resto de los combatientes”.

En su día, el hermano del Che se presentó en Bolivia reclamando el cuerpo y el presidente decidió hacerlo desaparecer para evitar “un santuario” e incidentes políticos.

Un cambio radical

Un cambio radicalCuando el Che Guevara salió a combatir al exterior una de las medidas que se tomó fue “hacerle una sobre-dentadura, unos dientes sobre sus dientes”. “Eso cambió el aspecto de su boca y el de su cara. Le pelaron la cabeza para que pareciera que era calvo, le pusieron gafas, le pusieron calzos en los zapatos para ampliar su altura y le pusieron una joroba para que aparentase ser una persona más vieja”.

Ni sus hijos ni sus compañeros de trabajo fueron capaces de identificarlo. A pesar de haber viajado en avión con pasaporte “no existe ningún registro de ningún servicio de inteligencia o policía que señale que hubiese sido identificado”, detalla González.

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