Las fiestas de Vitoria desde dentro de un hospital de campaña: “Nuestro objetivo es que las Urgencias no se saturen”
“¿Nos podéis ayudar, por favor?”. Dos chicas de no más de 20 años y con cara de preocupación sostienen como pueden a una tercera entre la multitud que inunda la Plaza de España de Vitoria minutos antes de la bajada de Celedón que da comienzo a las fiestas de La Blanca. Rápidamente, todo un equipo de médicos, enfermeros, bomberos y técnicos en emergencias sanitarias se movilizan. Si es necesario, sacan una camilla naranja y, en cuestión de segundos, tumban a la paciente para trasladarla al hospital de campaña en el mejor de los casos y, en el peor, al hospital de Txagorritxu.
“Nuestro objetivo es que los hospitales no se saturen durante las fiestas. Por lo que atendemos, durante lo que dura el evento, que suele ser desde las 16.00 hasta las 19.30, a todas las personas que se acerquen o llamen al 112. En el caso de que se requiera, controlamos las salidas y las calles cortadas para poder trasladar a los pacientes en ambulancia hasta el hospital de Txagorritxu”, explica a este periódico Iñaki Miguélez, jefe del dispositivo sanitario y coordinador del hospital de campaña construido para el acto.
Miguélez se encarga además de coordinar los distintos dispositivos que se encuentran repartidos por la ciudad. El más grande y el único que cuenta con la posibilidad de atender a lo que los sanitarios llaman “múltiples víctimas” al mismo tiempo se ubica frente al Ayuntamiento, que incluye hasta 17 personas trabajando sin descanso, el hospital de campaña y varias ambulancias. El resto se encuentran en el Parlamento Vasco, donde hay un hospital de campaña y dos ambulancias, en Mateo de Moraza, donde hay un puesto para curas y otras dos ambulancias, además de tres equipos más de intervención que están en movimiento.
Cuando un evento acaba, montan el hospital en otro emplazamiento, ya sea al lado de los conciertos o junto a los lugares desde los que se arrojan los fuegos artificiales. Por ello, junto con el personal sanitario, siempre hay un equipo de bomberos. En el caso del dispositivo de Celedón, hay un equipo formado por siete bomberos (seis bomberos y una bombera) que se dedican principalmente a ayudar a en los traslados. “Nos encargamos de ayudar en los pequeños incidentes y, por supuesto, en cualquier caso relacionado con el fuego. Antiguamente solíamos atender a una media de 80 personas por cortes, cuando estaba permitido introducir en la plaza de la Virgen Blanca cristales, pero ahora que no se permite, el número de cortes ha disminuido a estas horas. Durante el resto de la jornada y por la noche, ya es otra historia”, reconoce David, que lleva cuatro años siendo bombero, pero el primero de ellos al frente del dispositivo de fiestas de Vitoria.
Según detalla el jefe de Bomberos, el plan de seguridad elaborado por el cuerpo y el resto de las instituciones se comienza a preparar en febrero y, su punto fuerte es salvaguardar la seguridad durante los fuegos artificiales. “Hay que tener en cuenta que ese día se utilizan entre 400 y 700 kilogramos de pólvora, por lo que debemos asegurar un perímetro de 1.200 metros cuadrados en el que las personas deben estar protegidas en un radio de 250 metros”, explica.
La mayoría de las personas atendidas en el hospital de campaña son mujeres jóvenes que han sufrido síncopes o mareos. También ha acudido un niño con sus padres, que dice sentir “malestar general”, una mujer embaraza que se encontraba indispuesta y una joven a la que sus amigas la han llevado al hospital de campaña a la espalda porque no podía caminar. Esta última ha tenido que ser trasladada a Txagorritxu en ambulancia. “Generalmente durante la bajada de Celedón nos ocupamos de cortes, caídas y mareos. Alguna vez también vienen personas perjudicadas por el consumo de alcohol, pero eso suele ocurrir en las siguientes horas, cuando les hace efecto”, confiesan Jon Ander y Víctor, que llevan tres años trabajando durante las fiestas de Vitoria como técnicos en emergencias sanitarias.
A la pregunta de qué es lo más complicado de su trabajo, Miguélez reconoce que “la rapidez con la que hay que montar y desmontar los hospitales”. “Aquí todo tiene que ser rápido y ordenado. Montamos y desmontamos los dispositivos con cada evento y son varias carpas y muchas camillas que trasladar de un sitio a otro. También tenemos que atender todas las llamadas que llegan al 112 y hablar entre nosotros para poder llevar un registro de los pacientes atendidos”, reconoce tras apuntar a uno nuevo. Antes de que Gorka Ortíz de Urbina terminase su último discurso como Celedón, ya habían atendido a 20 personas, tres más que las 17 que forman parte del equipo.
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