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Vida y milagros de Auto-Tune, el programa que cambió la música (¿a peor?)

El 'software' Auto-Tune permite ajustar el sonido para corregir el tono vocal

Lucía Caballero

Si has bailado al ritmo del ‘Caloret’, reído con el gracioso contoneo del niño de la salchipapa o te has quedado con la boca abierta al ver a Ada Colau delante de un micrófono, es que conoces el repertorio de Iván Lagarto. El DJ y 'youtuber' “musicaliza a personas y animales” utilizando, además de su buen ojo para elegir los temas, el ‘software’ Auto-Tune.

La herramienta se usa ampliamente en los estudios de grabación y producción musical, aunque no en todos los casos se aplica de la manera en que lo hace Iván: en sus canciones, las voces se escuchan muy distorsionadas, tanto que parecen producidas por una máquina.

Sus obras han contribuido a popularizar este efecto de sonido, pero lo cierto es que para encontrar el verdadero auge de los gorgoritos artificiales hay que remontarse incluso más allá de ‘Trambóliko’. Viajamos a los años 90.

¿Quién cree en Auto-Tune?

A oídos del público, todo comenzó en 1998 con un tema de desamor en el que la cantante Cher nos preguntaba si creíamos en la vida después de un romance. Gracias a ‘Believe’, la estadounidense y sus productores lograron que medio mundo creyera, sí, pero en los trinos sintéticos. Fue su primer momento de gloria, pero Auto-Tune había nacido algunos años antes, lejos de los escenarios.

“Nunca pensé que iba a ser tan popular”, asegura a HojaDeRouter.com el creador de la herramienta de síntesis, Harold (más conocido como Andy) Hildebrand, CEO de la empresa Antares Audio Technologies. Admite que al principio no entendía la necesidad de los estudios de producir un excelente sonido vocal y ahorrar tiempo a la vez.

“Lo único que se podía hacer eran decenas de tomas para escoger las mejores y poder insertar trozos de audios para las correcciones”, explica el músico, productor y DJ gallego Pablo Ferrer (Fiumichino en el ámbito profesional).

A Hildebrand se le encendió la bombilla por casualidad. “La idea de Auto-Tune nació en 1995, durante el show NAMM en Anaheim [California]”, nos cuenta. Mientras almorzaba con algunos amigos y colegas del trabajo, la mujer de uno de ellos comentó lo estupendo que sería fabricar un aparato que le permitiera cantar con buena entonación.

“Gracias a mi formación en geofísica entendí inmediatamente la tecnología que requería el invento, pero a mi alrededor todo el mundo estaba concentrado en su plato de comida”, afirma Hildebrand.

Aunque aparcó el proyecto durante unos meses, presentó el primer modelo de Auto-Tune (solo su versión automática) en la feria NAMM. Un éxito. “Hasta entonces, el método estándar para determinar el tono se basaba en extraer ciertos factores”, explica el CEO de Antares. Los algoritmos solo eran capaces de identificar características puntuales de las ondas acústicas, como los valores máximos o cercanos a cero.

Según Hildebrand, esta técnica falla por dos motivos. Por una parte, solo utiliza una fracción de los datos para determinar el tono (y corregirlo), sin tener en cuenta otros factores como el ruido y otras impurezas del sonido. En segundo lugar, la forma de las ondas de voz cambia continuamente, lo que produciría fallos en las estimaciones basadas solo en una característica que además es variable.

Auto-Tune funciona de diferente manera. En el modo automático, “seleccionas la escala a la que quieres que se adecúe el sonido del instrumento o la voz para que el programa ajuste las notas que se desvían a las más cercanas dentro de la serie fijada”, nos explica Ferrer. En el modo manual, los profesionales manejan una interfaz gráfica que les permite jugar con las notas, “recolocándolas en el tono correspondiente a la escala de la canción”.

También es posible aplicar las correcciones en tiempo real, en vez de hacerlo en la posproducción, lo que significa que el artista escucharía la versión modificada de su voz mientras canta. Hildebrand y su equipo trabajan además con TASCAM (una empresa que comercializa equipos de grabación, síntesis y edición de audio) en el procesador de voz TA-1VP, que incorpora la tecnología de Auto-Tune y puede utilizarse en actuaciones en directo

“Estos programas corrigen el tono de manera transparente, sin que se note el efecto”, continúa Ferrer. Un apaño disimulado, siempre que no se utilicen específicamente para producir las voces robóticas que popularizó Cher. El efecto ha recibido incluso el nombre de la cantante, en honor a su papel de pionera.

Del mero ajuste a la distorsión

“El efecto Cher se obtiene en el modo automático, subiendo al máximo la velocidad de corrección”, indica Ferrer. De esta manera, el ‘software’ muestrea cada milisegundo de audio y hace “microcorrecciones”.  

La afición por esta síntesis minuciosa ha crecido como la espuma, al igual que las críticas de los productores y músicos que no aceptan la implantación del efecto vocal como pauta. Otros lo han incorporado sin demasiados miramientos: Madonna, Daft Punk, Lady Gaga, Kanye West o Maroon 5 son solo algunos ejemplos de nuevos creyentes.

Ferrer, por su parte, trabaja con Melodyne, un programa con la misma finalidad que Auto-Tune aunque diseñado tradicionalmente para trabajar con pistas polifónicas, es decir, con un amplio rango de instrumentos. Asegura que nunca ha aplicado el polémico efecto Cher.

“En géneros como la música dance o el electrolatino se ha convertido en algo recurrente”, indica Ferrer, y se utiliza como un instrumento más, “por estética”. A él no le gusta demasiado porque homogeniza las canciones: “No imprime ninguna huella personal ni realza una cualidad propia de la voz o la personalidad del cantante. Mete a todos en el mismo saco con un sonido estándar”.

Sin embargo, las voces robóticas ya se habían colado en algún que otro disco antes de la llegada de Auto-Tune. Uno de los dispositivos más famosos es el Vocoder, inventado en los años 30 para mejorar las comunicaciones y reutilizado después durante la Segunda Guerra Mundial. Si quieres saber cómo suena, solo tienes que escuchar algunas canciones de grupos como New Order, Daft Punk o Beastie Boys.

Los roqueros de los 70 eran más aficionados al Talk Box, un pedal del que sale un tubo plastificado en cuyo extremo se sitúa un micrófono. Este se acerca a la boca para producir efectos de sonido en la voz o en un instrumento. El cantante Joe Walsh fue el primero en utilizar el ingenio, ideado por su amigo Bob Hulzon.

Aguas revueltas

Pese a que Auto-Tune no fue creado con el fin de facilitar las cosas a los artistas de escaso talento (una facultad que muchos le atribuyen), sus partidarios han recibido duras críticas, especialmente quienes lo aplican en casi todas sus canciones, como Kesha Sebert (‘Ke$ha’). “Se dice que no saben cantar, pero muchos poseen cualidades suficientes como para no tener que recurrir al ‘software’. Lo usan solo por una cuestión estética”, indica Ferrer.

Claro que, sin el efecto, la mayoría (si no todos) los protagonistas de las obras de Iván Lagarto no habrían tenido ninguna oportunidad en el mundo de la música.

Mientras unos tratan de defenderse de palos y piedras, hay quien se dedica a desarrollar nuevas herramientas presumiendo, precisamente, del motivo de los ataques. “A mucha gente le gusta cantar pero le faltan facultades”, asevera MingHui Dong, uno de los creadores del ‘software’ de síntesis vocal I2R Speech2Singing, desarrollado en la Agencia por la Ciencia, la Tecnología y la Investigación de Singapur.

La herramienta utiliza grabaciones de profesionales como plantilla para corregir las voces de los menos dotados. Incluso puede convertir una simple lectura en un recital melódico.

Funciona detectando el ritmo de cada pieza fonética con un sistema de reconocimiento de voz. Después, estira y comprime la duración de la señal hasta hacerla coincidir con el ritmo del cantante profesional. Por último, un sintetizador ajusta la voz corregida manteniendo el timbre original, lo combina con la música de fondo y ‘voilà’, tenemos un solo perfecto. “Queremos utilizar nuestra tecnología para ayudar a las personas a cantar bien”, explica Dong.

Cuando le pedimos su opinión, Hildebrand asegura que no conoce ninguna forma de medir la calidad de los grupos. “Si Auto-Tune ayuda a la gente a hacer mejor música, ¿qué hay de malo en ello?”. El programa se ha convertido en la seña de identidad de géneros y cantantes, pero la controversia no ha desaparecido con los años. ¿Hasta qué punto hay que creer en Auto-Tune?

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Las imágenes de este reportaje son propiedad, por orden de aparición, de Curtis KenningtonAntares Audio Technologies y Schezar

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